Desnudo, un género para la modernidad

El Museo Carmen Thyssen de Málaga explora su presencia en el arte español desde 1870

Málaga,

En contraste con otros países cercanos, con el caso paradigmático de Italia, salvo ejemplos logrados y puntuales que tienen en La Venus del espejo velazqueña y la Maja de Goya sus mayores exponentes, el desnudo no fue un género central para los artistas españoles hasta hace, aproximadamente, siglo y medio: comenzó a cultivarse de manera frecuente en los últimos compases del siglo XIX y en el primer tercio del XX. Cuando sí devino un tema asentado en la producción de muchos, el siguiente paso fue la superación a través del cuerpo de las enseñanzas académicas vinculadas a un canon armónico de perfección física y a una cierta noción de decoro en favor de diversidades físicas que escapaban a la idealización habitualmente aplicada a asuntos mitológicos o históricos. Desde la perspectiva de muchos creadores contemporáneos, el desnudo no es tal si no es presentado desde la ausencia de prejuicios, asumiendo o restando peso a su potencial provocador.

El Museo Carmen Thyssen de Málaga abre mañana al público, bajo el comisariado de sus conservadores Bárbara García Menéndez y Alberto Gil, la muestra “Desnudos. Cuerpos normativos e insurrectos en el arte español (1870-1970)”, que examina el cambio de paradigma que su aparición frecuente supuso para los movimientos de renovación y vanguardia, especialmente en los años veinte y treinta del siglo pasado, y ese modo en que lo carnal terminaría por imponerse a lo ideal, convirtiéndose la anatomía en un territorio apto para la experimentación; no faltarán en el recorrido composiciones fechadas durante el franquismo cuyos autores, o bien recuperaron postulados decimonónicos, más o menos académicos, o bien camuflaron las formas en un lenguaje abstracto (en quienes trabajaron desde el exilio sí se mantendrían las tendencias surgidas antes de la Guerra Civil).

 Ignacio Pinazo, Desnudo de frente, c. 1879- 1880. Óleo sobre lienzo, 183 x 99 cm. Museo Nacional de Cerámica «González Martí»
Ignacio Pinazo. Desnudo de frente, hacia 1879-1880. Museo Nacionalde Cerámica González Martí
Mariano Fortuny, Viejo al sol, 1871. Óleo sobre lienzo, 47 x 39 cm. Colección de Arte Fundación María José Jove
Mariano Fortuny. Viejo al sol, 1871. Colección de Arte Fundación María José Jove

Así, en esta propuesta del Thyssen malagueño contemplaremos cuerpos fragmentados y otros armónicos, desnudos que no requerían excusas y otros que sí se explican por razones narrativas, simbólicas o representativas; algunos derivados de modelos vivos y otros inspirados en maniquíes y no menos inquietantes por ello, jóvenes y ancianos, evidentes o ambiguos, figurativos y no; en torno a ellos podremos reflexionar a menudo sobre las miradas tenidas por destinatarias y dan lugar, en conjunto, a una historia posible (entre otras muchas) del cuerpo en la pintura, la escultura y la fotografía españolas de los últimos ciento cincuenta años. El más temprano corresponde a Sorolla, uno de los últimos, a un Miró tardío, y en el camino nos esperan, entre otros, Anglada-Camarasa, Eduardo Arroyo, Juan Barjola, Francisco Bores, Ramón Casas, Eduardo Chillida, Ángel Ferrant, Mariano Fortuny, Menchu Gal, Julio González, Josep Guinovart, Gutiérrez Solana, Mateo Inurria, Celso Lagar, Baltasar Lobo, Maruja Mallo, José Moreno Villa, Aurelia Navarro, Picasso, Ignacio Pinazo, Josep Renau, Romero de Torres, Santiago Rusiñol, Antonio Saura, Joaquim Sunyer o Zuloaga, uno de los primeros pintores, el de Éibar, en introducir negritud y morbosidad en este género, naturalismo pese a la estilización.

De su mano, proponen los comisarios un recorrido por el arte español, sin pretensiones de exhaustividad, del realismo o el modernismo al informalismo o las corrientes conceptuales, y con el desnudo como hilo conductor; el montaje hace hincapié en las relaciones posibles entre las piezas y en lo que cada una de ellas aporta en el mencionado itinerario estético del cuerpo como motivo ligado, en el contexto de nuestro país, a la modernidad. Más allá de que determinados trabajos pudieran favorecer una evolución en la mirada colectiva hacia la desnudez, este proyecto recalca el rol del mismo como escenario para el estudio de nuevas formas y lenguajes, de una estética particular que acompañó los cambios sociales. Esa es la razón de que un número importante de las obras escogidas nos ofrezcan pieles ancianas, artificiales, poco apolíneas o correspondientes a minorías étnicas, y de que se haya buscado la representación de una cifra relevante de mujeres entre sus autores.

Del mismo modo que, en su mayor parte, cuestionan estas composiciones convenciones y dogmas, el propósito de la exhibición del Thyssen malagueño, que cuenta con cerca de cuarenta prestadores, tampoco es asentarlos: ofrece un relato, pero se presta a la contemplación reflexiva o a la sensorial del público conocedor y del aficionado.

Gabriel Morcillo, Dios de la fruta, 1936. Óleo sobre lienzo, 125 x 115 cm. Colección Banco de España, depositado en el Museo de Bellas Artes de Granada
Gabriel Morcillo. Dios de la fruta, 1936. Colección Banco de España, depositado en el Museo de Bellas Artes de Granada

 

 

“Desnudos. Cuerpos normativos e insurrectos en el arte español (1870-1970)”

MUSEO CARMEN THYSSEN

C/Compañía, 10

Málaga

Del 8 de octubre de 2024 al 9 de marzo de 2025

 

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