De Miguel Ángel a Bill Viola, el renacimiento que no cesa

La Royal Academy explora la presencia de la vida y la muerte en su obra

Londres,

Cinco siglos y diferencias técnicas radicales, no hace falta decirlo, separan los dibujos de Miguel Ángel de los vídeos de Bill Viola, que encontró en el pintor de la Capilla Sixtina una de sus grandes fuentes de inspiración. Pero la temática de sus obras tiene muchos puntos de conexión, tan evidentes como la constatación de que la preocupación por la naturaleza de la existencia humana no tiene fecha de caducidad. Por eso, la Royal Academy of Arts de Londres ha reunido trabajos de ambos por primera vez, en la que es también su primera exhibición dedicada, en buena medida, al videoarte.

Se ha organizado con el Royal Collection Trust y reúne una docena de videoinstalaciones de Viola fechadas entre 1977 y 2013 y una quincena de obras del maestro italiano: catorce de ellas son dibujos de elevado acabado y la última, el célebre Taddei Tondo, que pertenece a los fondos de la propia Royal Academy. El objetivo es que el espectador haga dialogar a ambos, superando siglos y herramientas, percibiendo cómo el neoyorquino es heredero de la tradición de un arte nacido de la emoción y la espiritualidad que se sirve precisamente de los afectos para conectar con quien contempla. También tiene esta muestra como finalidad la recuperación para el público británico de la vertiente más íntima de la obra de Buonarrotti, al margen de la grandeza impresionante de sus cuerpos, siempre de cariz escultórico.

Miguel Ángel. La Virgen y el Niño con san Juan, hacia 1504-1505 (Taddei Tondo). Royal Academy of Arts
Miguel Ángel. La Virgen y el Niño con san Juan, hacia 1504-1505 (Taddei Tondo). Royal Academy of Arts
Miguel Ángel. Cristo resucitado, hacia 1532-1533. Royal Collection Trust
Miguel Ángel. Cristo resucitado, hacia 1532-1533. Royal Collection Trust

Viola ha reconocido alguna vez que su primer encuentro con el Renacimiento florentino, durante un viaje a Italia, se produjo en los setenta, en sus años de formación, y que una residencia en el Getty Museum de Los Ángeles, ya en 1998, terminó por renovar su afinidad con el arte de aquel periodo. Años más tarde, en 2006, el videoartista visitó el Castillo de Windsor y allí pudo apreciar exquisitos dibujos de Miguel Ángel que antes solo había conocido a través de reproducciones; este último episodio fue, de alguna manera, el catalizador de la muestra que el 26 de enero inaugura la Royal Academy y que esquivará sugerir comparaciones directas para, más bien, explorar resonancias a la hora de abordar ambos cuestiones fundamentales en torno al ser humano: la naturaleza del ser, la fugacidad de la vida, nuestra posible trascendencia más allá de la muerte.

El americano ha explicado que, a raíz de aquel temprano viaje florentino, y después de sus lecturas y experiencias en relación con culturas no occidentales y de sus conocimientos sobre filosofía y religión, se hizo consciente de la profundidad -temporal y significativa- de corrientes espirituales subterráneas que trascienden épocas y marcos geográficos y que proponen la reflexión sobre las esencias y el autoconocimiento. Él ha querido convertirse en uno de sus difusores en nuestra era usando los medios que esta le ofrece: trabaja casi siempre en videoinstalaciones a gran escala, y de hecho fue pionero en la presentación de este tipo de proyecciones inmersivas de dimensión arquitectónica.

Cada vez más, ha venido utilizando los principios fundamentales de su medio, que diferencian el vídeo del resto de las disciplinas artísticas (luz realista, sonido y tiempo en conjunción) para elaborar obras viscerales en cuanto a la radicalidad de sus significados y de las emociones que proponen: se sumerge en cuestiones metafísicas sobre la realidad y la vida, optando por usar la cámara, no para captar fragmentos de lo real -su uso recurrente-, sino para dar forma a estados internos, para hacer visible lo invisible.

Así, en los dibujos de Miguel Ángel y en el pétreo Taddei Tondo expuestos junto a los vídeos de Viola no debermos encontrar (solamente) ejercicios de genio y virtuosismo, también una personalidad a menudo vulnerable que pugnaba por reconocerse y encontrarse en el vigor de los cuerpos de atleta de sus figuras. Su carácter espiritual, su lazo con la producción de Viola, viene reforzado por el hecho de que todos los trabajos del italiano presentes en esta exhibición se fechan en sus últimos treinta y cinco años de vida, y por su destino: algunos de ellos fueron regalos del artista a sus más íntimos, a modo de expresiones de amor; otros podemos considerarlos meditaciones privadas sobre su propia mortalidad. Veremos imágenes religiosas de la Virgen y el Niño, la Crucifixión o la Resurrección, planteados como reflexiones propias sobre lo eterno y la muerte; también referencias a la mitología clásica, que en última instancia, como sabemos, es pura metáfora de episodios recurrentes de las vidas humanas. El cuerpo, en Miguel Ángel, es recipiente efímero del alma eterna, por eso la atención y la fuerza que prestó a su representación.

La muestra, comisariada por Martin Clayton, Jefe de Grabado y Dibujo del Royal Collection Trust, se ha concebido como un viaje inmersivo a través de los ciclos de la vida; una llamada de atención, desde el pasado y el presente, desde artistas separados por siglos y océanos, sobre nuestra transitoriedad intrínseca, sobre el carácter tumultuoso y vano de buena parte de nuestras vivencias y la posibilidad de renacer. Su inicio y su fin unirán, además, piezas que reflexionan sobre un asunto capital, para Miguel Ángel y para Viola: la presencia de la muerte en la vida, como el citado Taddei Tondo, donde vemos a san Juan Bautista sosteniendo un ave revoloteando ante Cristo, que retrocede anticipando su sacrificio en la Cruz, y El mensajero de Viola, donde, a través del agua convertida en metáfora, se alude al ciclo eterno de nacimiento, vida y muerte.

Este último tema se explorará más a fondo a través de otras imágenes miguelangelescas de la Virgen y el Niño y de la Lamentación, obra cedida por el British Museum que podrá verse frente al Tríptico de Nantes de Viola, en la que tres pantallas nos muestran a una mujer dando a la luz, a una figura sobrevolando una atmósfera misteriosa de iluminación tenue y a la propia madre del artista americano en su lecho de muerte. Según Viola, es precisamente la conciencia de nuestra finitud lo que nos define.

Seguirán a estos trabajos una serie de instalaciones suyas relativas a la experiencia vital, asediada por dilemas éticos y morales, temores y soledad y el centro de la exposición lo constituirán los dibujos que Miguel Ángel regaló a Tommaso de ‘Cavalieri, joven noble romano al que se sintió profundamente unido. Proceden también de la Colección Real británica, manejan complejos conceptos neoplatónicos y se crearon como expresiones de devoción hacia su destinatario; entre ellos destaca Tityus (1532), una alegoría de las formas del amor atendiendo a la filosofía platónica en la que se contraponen lujuria y espiritualidad.

Otro dibujos de Miguel Ángel contienen alegorías similares sobre la vida, como los trabajos de Hércules o la caída de Faetón, y se exhibirán contraponiéndolos a la quietud del Hombre buscando la inmortalidad y la Mujer buscando la eternidad de Viola, proyecciones de un hombre y una mujer a tamaño natural envejeciendo sobre sendas losas de granito mortuorias. Los dos examinan lentamente el estado de sus cuerpos desnudos a la luz de antorchas, sin poder sustraerse a su futuro final.

Completando un recorrido análogo al del ciclo de la vida, al final de la muestra encontraremos piezas más estrechamente relacionadas con la muerte y la posibilidad de una nueva existencia, como dos conmovedores dibujos de Miguel Ángel sobre la Crucifixión, datados en sus años finales, y dos de las más majestuosas obras de Viola: las proyecciones monumentales Mujer fuego y La ascensión de Tristán (El sonido de una cascada debajo de una montaña). Representan individuos que caen y se levantan, evocando el último viaje del cuerpo y el renacimiento del espíritu, para la oscuridad o para la gloria.

Bill Viola. Tríptico de Nantes, 1992
Bill Viola. Tríptico de Nantes, 1992

 

 

 

“Bill Viola / Michelangelo. Life Death Rebirth”

ROYAL ACADEMY OF ARTS

Burlington House, Piccadilly

Londres

Del 26 de enero al 31 de marzo de 2019

 

 

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