Cattelan, entre el hiperrealismo y la provocación

El Solomon R. Guggenheim Museum exhibe gran parte de la producción del artista italiano desde 1989 hasta hoy

"MAURIZIO CATTELAN"

SOLOMON R. GUGGENHEIM MUSEUM

1071 5th Avenue 101278

Nueva York

Del 4 de noviembre de 2011 al 22 de enero de 2012

 

Elogiado por su producción traviesa y provocadora y por haberse convertido, en opinión de muchos, en el artista-poeta trágico que mejor entiende nuestro tiempo, Maurizio Cattelan ha convertido la cultura popular, la historia y la religión en sus fuentes de inspiración, pero contemplándolas siempre desde un punto de vista tan profundo como lúdico. Sus esculturas, de un inquietante realismo, revelan las contradicciones de nuestra sociedad y critican, desde la irreverencia y la audacia, los puntos débiles de nuestra cultura.

Maurizio Cattelan: All, vista de la instalación en el Solomon R. Guggenheim Museum, 2011

Maurizio Cattelan: All, vista de la instalación en el Solomon R. Guggenheim Museum, 2011
Maurizio Cattelan: All, vista de la instalación en el Solomon R. Guggenheim Museum, 2011
Maurizio Cattelan. Mini Me, 1999 © Maurizio Cattelan. Foto: Attilio Maranzano, cortesía del artista
Maurizio Cattelan. Mini Me, 1999 © Maurizio Cattelan. Foto: Attilio Maranzano, cortesía del artista

 

Marcado desde su juventud por las dificultades económicas que atravesó en Padua, su ciudad natal, Cattelan ha mantenido siempre una profunda desconfianza hacia cualquier forma de autoridad, despreciando igualmente la monotonía de las obras de su primera etapa. Su producción de los ochenta y de los primeros noventa es definida por él mismo como mero intento de lograr unas metas en las que fracasaba a causa de su inseguridad, su ansiedad o su necesidad de escape.

Maurizio Cattelan. La Nona Ora, 1999 © Maurizio Cattelan. Foto: Attilio Maranzano, cortesía del artista
Maurizio Cattelan. La Nona Ora, 1999 © Maurizio Cattelan. Foto: Attilio Maranzano, cortesía del artista

El rechazo hacia las normas de Cattelan llegó a derivar en conductas delictivas, como cuando robó la obra que otro artista exponía en una galería para hacerla pasar por propia en el Apple Arts Center de Ámsterdam bajo títulos como Another Fucking Readymade. Pese al controvertido humor que hace patente en la mayor parte de sus trabajos, siempre ha constituido el núcleo de su producción una profunda meditación en torno a la mortalidad. El ejemplo quizá más conmovedor es Bidibidobidiboo (1996), en el que una ardilla con referencias antropomorfas se suicida en una sucia cocina. La muerte acecha la psique de todas sus obras y a su presencia implacable dedicó en 2007 un Monumento.

 

El Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York exhibe ahora buena parte de los trabajos que Cattelan ha realizado desde 1989 hasta hoy en una muestra que en sus planteamientos trata de alejarse de las retrospectivas convencionales para presentar las obras dispuestas aparentemente al azar y de forma masiva en un pretendido ejercicio, pensado por el propio creador italiano, de subrayar su supuesta inutilidad.

 

 

Maurizio Cattelan. Foto: Pierpaolo Ferrari
Maurizio Cattelan. Foto: Pierpaolo Ferrari

 

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