El Museo de Bellas Artes de Bilbao nos hace la réplica

Muestra obras de escultores hiperrealistas desde los setenta

Museo de Bellas Artes de Bilbao. Sala BBK. Hasta el 29 de septiembre de 2016

Bilbao,

Si hace tres años el Museo Thyssen-Bornemisza repasó en “Hiperrealismo 1967-2012″ cómo la pintura podía hacerse carne, y agua y metal, este verano, hasta el 26 de septiembre, es el Museo de Bellas Artes de Bilbao el que estudia, a través de una treintena larga de obras de 26 artistas, el desarrollo de la escultura hiperrealista más o menos en el mismo periodo, entre 1973 y este 2016, casi cincuenta años de figuración humana con sus pelos y señales. Superado el conflicto que llevó a 34 trabajadores del museo (auxiliares de sala, personal de tienda, taquilla, recepción y educación) a la huelga y que impidió la inauguración de la muestra el 7 de junio, el pasado 18 de julio se logró un acuerdo para el cese del paro y el museo reabrió sus puertas permitiendo la apertura de esta impactante exposición, así como la colección permanente.

La representación extremadamente fidedigna del ser humano comenzó a interesar a un grupo nutrido de escultores (muchos hoy convertidos en estrellas, caso de Ron Mueck o Duane Hanson, a quien este verano también podemos ver en Mónaco) en las décadas de los sesenta y los setenta, como ruptura con el anterior predominio de lo abstracto. Pretendían dar lugar a un realismo figurativo contemporáneo, aunque sirviéndose de técnicas tradicionales como el modelado, el fundido y la pintura, y la captación del cuerpo fue su desafío. No obstante, pese a su extrema atención a los detalles físicos, convertían estos en señal de algo más; hacían de lo externo una expresión de lo interno. Lo dijo Mueck: Aunque dedico mucho tiempo a la superficie, es la vida interior la que quisiera capturar.

La muestra bilbaína se estructura en cinco secciones que aluden a cinco vías de estos artistas para aproximarse al cuerpo: “Réplicas humanas”, “Esculturas monocromas”, “Partes del cuerpo”, “El juego de las dimensiones” y “Realidades deformadas”, y pone énfasis en la relación de los trabajos presentados con obras pasadas de la historia del arte y en la evolución del Hiperrealismo escultórico desde sus inicios en la segunda mitad del siglo pasado hasta el día de hoy, cuando estos creadores pueden valerse de las muy valiosas (para sus propósitos) herramientas digitales.

Lo dijo Mueck: Aunque dedico mucho tiempo a la superficie, es la vida interior la que quisiera capturar.

Escultura hiperrealista en el Museo de Bellas Artes de BIlbao. Patricia Piccinini (Recién nacido), 2010.
Patricia Piccinini (Recién nacido), 2010. Silicona, Forton, acero y cabello.19x24x17 cm. © Patricia Piccinini. Cortesía de la artista y Roslyn Oxley9 Gallery, Sydney, y del Institute for Cultural Exchange, Tübingen

Se exhiben esculturas de George Segal, Duane Hanson, Juan Muñoz, Maurizio Cattelan, Berlinde de Bruyckere, los australianos Ron Mueck, Sam Jinks y Patricia Piccinini, el canadiense Evan Penny o la obra Lisa de John DeAndrea, muy reciente, que se presenta al público por vez primera.

En los sesenta, Duane Hanson y DeAndrea realizaron esculturas que parecían personas de carne y hueso utilizando procedimientos muy laboriosos y materiales novedosos para que funcionaran como espejos; pero no fueron los primeros, porque a fines de los cincuenta las esculturas monocromas de George Segal ya dirigieron la atención del público hacia la representación de la figura humana y, bajo su influencia, las siguientes generaciones de artistas desarrollaron la escultura realista. En sus obras la ausencia de cromatismo reduce el efecto de realidad, pero subraya el anonimato de la figura y las cualidades estéticas de su corporeidad.

Fue ya a partir de los años noventa cuando muchos artistas comenzaron a dar un nuevo formato al efecto hiperrealista y, en vez de intentar crear la ilusión de corporalidad, prefirieron centrarse en partes específicas del cuerpo humano que utilizaron para enviar mensajes perturbadores e irónicos. Así lo hicieron Robert Gober o el propio Cattelan, mostrándonos brazos y piernas exentos del cuerpo que emergían de paredes e incorporaban asociaciones a la infancia o la historia contemporánea. Un precursor de esta tendencia fue John Davies, cuyas cabezas de tamaño natural nos hacían recordar los fragmentos arqueológicos de esculturas antiguas.

Mueck, en esa misma década, continuaba sorprendiéndonos: aumentaba o reducía drásticamente el tamaño de sus figuras para mostrar al ser humano desde nuevas perspectivas y llamar la atención sobre asuntos existenciales: la vida, la muerte, nuestra vulnerabilidad…

Y en los últimos años los avances científicos y tecnológicos han originado transformaciones profundas en la percepción y comprensión de la realidad: si Evan Penny o Patricia Piccinini observan los cuerpos desde perspectivas distorsionadas, Tony Matelli busca anular en su producción las leyes de la naturaleza y Berlinde de Bruyckere cuestiona la muerte y la misma vida con sus cuerpos retorcidos.

Escultura hiperrealista en el Museo de Bellas Artes de BIlbao. MARC SIJAN Embrace (Abrazo). 2014
Marc Sijan. Embrace (Abrazo). 2014 Resina de poliéster y óleo. 79x94x79 cm © Marc Sijan. Cortesía del artista y el Institute for Cultural Exchange, Tübingen.
Escultura hiperrealista en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. PETER LAND Back to Square One (Vuelta al punto de partida). 2015
Peter Land. Back to Square One (Vuelta al punto de partida). 2015. Silicona, cabello, tela, cartón y piel. Dimensiones variables © Peter Land. Foto: Anders Sune Berg.

 

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