Francisco Calvo Serraller
Pocos artistas históricos alcanzaron tan súbita fama y tan feroz olvido como Michelangelo da Caravaggio (1571-1610), iniciador del naturalismo barroco, tras cuya estela se fraguaron los mejores maestros de la pintura moderna occidental -ya fuera en los países meridionales de influencia contrerreformista, como España, o los septentrionales Países Bajos-.
Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona
Del 8 de octubre de 2005 al 15 de enero de 2006
La reivindicación de Caravaggio ha sido un empeño de nuestra época contemporánea, que no sólo rescató y depuró su excelsa memoria artística, sino que lo convirtió en una de las figuras más apreciadas de la pintura de todos los tiempos. Con un catálogo de obras reducido, a causa de su corta y accidentada existencia, hoy día es una hazaña lograr juntar un conjunto significativo de cuadros de este excepcional pintor lombardo tal como lo ha hecho el MNAC. Esto ha sido gracias, sin duda, a la intervención decisiva de su comisario, el gran historiador del arte José Milicua, que no sólo ha conseguido reunir para la ocasión una decena de obras de este maestro, sino también otras ochenta obras de sus seguidores a través de los que se puede seguir la honda huella de Caravaggio en la pintura española.
No hay duda, por tanto, que nos encontramos ante una exposición de excepcional importancia internacional, a la que no puede faltar ningún buen aficionado español o extranjero, como no puede ser de otra manera con una convocatoria que cuenta con obras de Orazio y Artemisa Gentilleschi, Borgiani, Saraceni, Battisrello, Satnzione, Cavallino, Guercino, etc, o de los españoles Ribera, Velázquez, Zurbarán, Ribalta y Pereda, entre otros.
Caravaggio
Santa Catalina de Alejandría, c. 1597
(Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid)