Anni Albers, abstracción en el telar

El Guggenheim Bilbao muestra sus tejidos pictóricos

Bilbao,
Anni Albers. Colgadura, 1924. The Josef and Anni Albers Foundation, Bethany Connecticut Foto: Tim Nighswander/Imaging4Art © The Josef and Anni Albers Foundation, VEGAP, Bilbao, 2017
Anni Albers. Colgadura, 1924. The Josef and Anni Albers Foundation, Bethany Connecticut Foto: Tim Nighswander/Imaging4Art © The Josef and Anni Albers Foundation, VEGAP, Bilbao, 2017

Mientras aún podemos disfrutar en el Museo Thyssen de la moda y los tejidos simultaneístas de Sonia Delaunay (hasta el 15 de octubre), el Museo Guggenheim Bilbao abre una individual dedicada a otra artista que convirtió los textiles en su principal medio de expresión, junto con el grabado.

Se trata de Anni Albers, figura destacada de la Bauhaus alemana y del renovador Black Mountain College estadounidense que trató de aunar prácticas creativas tradicionales y lenguaje gráfico moderno, utilizando motivos abstractos, aunque en alguna ocasión evocadores de paisajes (La luz) tan sutiles como complejos. Haciendo memoria, en 2006 el Museo Reina Sofía ya mostró algunos de sus trabajos textiles en una exhibición donde compartía protagonismo con su marido Josef y que se centraba en las incursiones de ambos en América Latina.

En aquella exposición ya quedó patente, y también en esta, que el matrimonio compartió intereses artísticos e influencias mutuas: es interesante encontrar el eco formal de las Variaciones de Albers en  las rejillas textiles de Anni, pese a que estas no permitieran la mezcla de colores. Si las series de pinturas de él comparten estructura subyacente, ella define relaciones entre sus partes y unifica las formas. Aunque no sea fácil vincular su producción a la de Delaunay, por las formaciones muy distintas de ambas, si apreciamos en las telas de Albers cierto orden espacial y temporal que remite a ritmos musicales.

Tampoco es difícil vislumbrar en estas obras, las que el Reina Sofía enseñó en su momento y las que desde el pasado día 6 presenta el Guggenheim, el rastro de las enseñanzas de Klee a Anni en torno a la plasmación de una polifonía en la combinación estructural de sus tejidos, con resonancias tanto arcaicas –por su uso mismo, por el cuidado a urdimbres y tramas– como industriales.

De hecho, a partir de los setenta  dejó a un lado su trabajo directo con los telares para desarrollar sus investigaciones con técnicas de impresión: serigrafías, aguatintas, litografías y ediciones offset. En unas y otras, defendió Albers el postulado Bauhaus de que el arte podía estar en todas partes y debía llegar a todos; esa fue también su intención al colaborar con fabricantes industriales de telas, y algunos de esos proyectos se exhiben también en Bilbao.

El recorrido de la muestra, organizada en colaboración con la Fundación Josef y Anni Albers y estructurada en tres salas, es cronológico y a su vez subraya las conexiones y la evolución de la obra de la artista en sus distintas fases y también hasta qué punto, en su caso, el medio y el formato forman parte del mensaje. Quienes la conocieron afirman que su relación con los materiales era fundamentalmente íntima.

Anni Albers. Nudo, 1947. The Josef and Anni Albers Foundation, Bethany Connecticut Foto: Tim Nighswander/Imaging4Art © The Josef and Anni Albers Foundation, VEGAP, Bilbao, 2017
Anni Albers. Nudo, 1947. The Josef and Anni Albers Foundation, Bethany Connecticut Foto: Tim Nighswander/Imaging4Art © The Josef and Anni Albers Foundation, VEGAP, Bilbao, 2017

Inspirándose en el arte precolombino que conoció de primera mano en Hispanoamérica y, como decíamos, en la estética industrial, Albers exploró permanente la capacidad del tejido para generar motivos propios y cumplir nuevas funciones. Rompiendo las barreras entonces canónicas entre el arte, el diseño y la artesanía, y conjugando su labor creativa con la pedagógica y la teórica, pudo exponer en vida sus colgaduras y tejidos pictóricos en varios museos estadounidenses, entre ellos el MoMA –corrían los primeros años de los cincuenta– hasta que en los grabados encontró el método ideal para explorar patrones compositivos susceptibles de múltiples variaciones –predominan triángulos y rombos o líneas curvas laberínticas que entroncan con sus tapices pasados–, con mayor profundidad que en sus telas o en sus anteriores dibujos preparatorios, presentes algunos al inicio de la exhibición del Guggenheim.

En unas y otras técnicas, es apreciable la mirada emotiva de Anni hacia los materiales y la geometría, su creación tranquila, su constante búsqueda de simplicidad y pureza tanto en sus procesos de trabajo –sabemos que era sistemática y lenta– como en sus obras acabadas.

Si queréis conocer más a fondo su visión del arte textil (la corriente llamada Fiber Art), podéis haceros con su ensayo Del tejer, que se publicó en 1965 y reeditaron el Guggenheim americano y la Universidad de Princeton.

Anni Albers. Collar, ca.1940. The Josef and Anni Albers Foundation, Bethany Connecticut Foto: Tim Nighswander/Imaging4Art © The Josef and Anni Albers Foundation, VEGAP, Bilbao, 2017
Anni Albers. Collar, ca.1940. The Josef and Anni Albers Foundation, Bethany Connecticut Foto: Tim Nighswander/Imaging4Art © The Josef and Anni Albers Foundation, VEGAP, Bilbao, 2017

 

“Anni Albers: Tocar la vista”

MUSEO GUGGENHEIM BILBAO

Avenida Abandoibarra, 2

Bilbao

Del 6 de octubre de 2017 al 14 de enero de 2018

 

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