Ana Laura Aláez

Marga Paz

VENECIA Yo no me inspiro en Venecia para mi trabajo en la Bienal.

El pabellón tiene unas características espaciales que no me gustan nada; es una mezcla horrible entre fascista y vikingo. Voy a cambiarlo, creando mis propios espacios dentro. Pero prefiero no contarlo porque quiero que sea una sorpresa. MEMORIA Un día te das cuenta de que tu pasado no te da las claves que necesitas para poder funcionar, y entonces empiezas a crear otra realidad paralela, pero en lugar de ser una fantasía, se convierte en una realidad. Entonces la memoria es ficticia, porque vives en un mundo tan real que la realidad es irreal, y te dices a ti misma que la realidad te importa un pimiento, que te hace sufrir. Con el paso del tiempo, esa memoria que te has ido inventando, tiene todos los componentes de una memoria vivida. AUTOBIOGRAFÍA Me utilizo a mí misma en mis obras porque utilizo las cosas que tengo a mi alrededor, y como yo me tengo a mí misma, me utilizo como una herramienta de trabajo. Luego, me veo en mis fotos, y para mí es como el álbum familiar que nunca he tenido. IDENTIDAD FABRICADA Sí, pero no sólo con mi cuerpo, sino también con mis espacios. Cuando hice el de la Sala Montcada, la gente pensaba que era mi espacio, y por supuesto que no era así. Lo construí porque me gustaría que existiera y, por lo tanto, es real. Pero yo no vivo en esos espacios, aunque espero algún día poder vivir en uno que yo diseñe. Son los espacios que me gustaría habitar y que tengo que crear porque desgraciadamente no existen. ¡Esto también es identidad!. No sólo que yo me ponga un pintalabios para ponerme delante de la cámara, o que yo salga enseñando las bragas o el culo. Identidad es también un sonido, es un relato. En fin, son muchas cosas. Mi identidad la construyo borrando, porque no me interesa caer en un prototipo de nada. Hace poco leí que en la cultura oriental, cuanto más te diluyes en el universo, más inmerso estás en él. Yo puedo ser rubia, morena… y yo nunca me disfrazo aunque me ponga una lechuga en la cabeza. MÚSICA En mi vidita empiezan a suceder cosas -como que ahora estoy haciendo música con un duo electrónico- muy curiosas, que me ponen muy contenta, y no los logros que la gente piensa, como ser un personaje público, que me interesa un pepino. He empezado a hacer música porque ahora hay algo que quiero expresar y que tiene que ser llevado a este medio. Además he conocido a una persona alucinante que quiere sacar de mí una faceta que hasta entonces no había existido, y entre nosotros hay una especie de colaboración muy real, nada forzada. Yo soy una ignorante, musicalmente hablando, pero ésto me hace tener una cierta ingenuidad a la hora de enfrentarme a la música. Pero es así porque yo creo por defecto, no por exceso, aunque luego, en mi trabajo, pueda parecer que me sobra todo. ESPACIOS HABITABLES Cuando hago un espacio, las cualidades del lugar ya me hacen que empiece a pensar en ese espacio, aunque luego es cierto que necesito un tema -una discoteca, un estudio portátil para un nuevo milenio, etc.- Pero no siempre (en Venecia no va a haber un tema). Los que nos dedicamos a la estética tenemos una generosidad hacia los demás muy fuerte, aunque en un momento dado la gente pueda recibir esta generosidad como un acto terrorista. A veces, para que la gente habite esos espacios, los maquillas un poquito más, los subes de tono, te dices: si para mí esto, que es un espacio habitable, lo llevo por aquí, se que va a ser una discoteca. La discoteca que hice en el Espacio Uno del Reina Sofía fue uno de mis proyectos favoritos porque tenía vida propia. Se me fue de las manos y las reacciones de la gente fueron fantásticas; esto fue muy importante para mí. ARTE EFÍMERO Lo bueno o lo malo que tiene el arte es que es efímero, por eso yo tengo verdaderos problemas con las obras que se venden, porque para mí una obra es una idea. Pero ahora que estoy un poco harta del mundo del arte, me gustaría empezar a meter la nariz en cosas más funcionales y diseñar cosas reales… pero eso aún es un sueño.

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