Tanit Plana, la presencia de los cuerpos invisibles

La artista repasa su trayectoria en ''Es lo que es'', en la Sala Canal de Isabel II

Madrid,
Tanit Plana. Es lo que es. Sala Canal de Isabel II, hasta el 19 de mayo de 2019
Tanit Plana. Remei, 2007

Tanit Plana lo tiene claro, no son pájaros todo lo que vuela, ni son ojos todo lo que nos mira, y así trata de mostrárnoslo en sus últimos trabajos, de los que ahora podemos ver una selección en la Sala Canal de Isabel II de la Comunidad de Madrid. La fotografía de esta artista –miembro fundador del  colectivo NOPHOTO y docente– tiene el objetivo de provocarnos, en el mejor sentido de la palabra. Con sus imágenes, que nacen para dar respuesta a sus propios interrogantes, busca una reacción, entrenar la capacidad de pensar, poner sobre la mesa el debate o agitarnos para evitar que caigamos en el letargo que implica dejarse llevar por las cosas que ya casi ni nos cuestionamos, bien porque se dan por hechas o bien porque forman parte de un sistema socialmente aceptado con el que cuesta, a veces, poner cierta distancia.

La exposición “Es lo que es”, que permanecerá abierta hasta el 19 de mayo en el emblemático espacio de la calle Santa Engrancia, muestra la evolución artística de Plana a través de sus principales cuerpos de trabajo, fechados entre el año 2000 y la actualidad. Lo cotidiano, todo aquello que forma parte de nuestras vidas, está presente desde sus primeras fotografías, más personales y vinculadas al ámbito de la familia y de lo doméstico, hasta su práctica actual, más discursiva y de investigación, en la que cobran peso cuestiones como Internet o el uso y difusión que se hace de la fotografía hoy en día.

En la planta baja, con el título de Violencia aplicada, se agrupan varias series en las que plantea las cuestiones de carácter más personal. La artista reconoce cómo en esta época entendía y sentía la fotografía como una forma directa de amor y se acerca a asuntos que para ella son vitales pero que no suelen aparecer en los álbumes familiares: divorcios, abortos, la enfermedad o la muerte. La familia, con la que nacemos y la que cada uno acabamos haciendo, ocupa un primer espacio, seguido por una pequeña muestra de lo que fue su proyecto Per sempre (2007). En él desmonta y desmenuza la idea establecida de lo que tiene que ser una novia, contemplada a partir de lo que la industria del cine nos ha vendido como modélico. Lo mismo sucede con el tema de la concepción y del parto, y de algunas cuestiones políticas asociadas, sobre las que Tanit tiene claros sus posicionamientos, sin pretender por ello en ningún momento llevarnos a su terreno. Más bien, al contrario, su idea con estos trabajos es que exista una mayor naturalidad a la hora de hablar de determinados temas. En su caso, su vida personal está íntimamente ligada a su obra, por eso en esta primera parte de la exposición el peso del material documental es también muy importante, mostrando varios documentos de su propia biografía, colocados en un plano de lectura más próximo al espectador, antes de entrar en cada una de las capillas que conforman esta planta baja. Mostrándolos, no está haciendo una exposición gratuita de su intimidad, sino que permite la introducción del debate y ofrece la posibilidad de hacer visibles circunstancias que habitualmente se esconden.

“Como artista siento la necesidad de fotografiar y de enmarcar esos momentos que no están en ninguna parte. Ese cuerpo que está invisible”

Del nacimiento a la muerte, desde su experiencia al convertirse en madre a la enfermedad y la pérdida de sus abuelos (con la serie Yayos ganó el Premio Desubrimientos PhotoEspaña en 2002), la cámara siempre ha estado ahí. Cuando tiene que hacer frente al duelo familiar la idea de visibilizar los afectos gana a lo que podría ser la simple exposición de un momento íntimo, rara vez fotografiado por la mayoría de los comunes. Se presenta aquí esa dualidad tan propia de la fotografía a lo largo de su historia entre lo privado y lo público. A Plana le gusta hablar de la existencia de cuerpos visibles e invisibles; por un lado el cuerpo biológico, los retratos, y, por otro, el cuerpo afectivo, lo intangible (el amor, la negación, el sentimiento de pérdida o la necesidad de reparación).

Tanit Plana. Es lo que es. Sala Canal de Isabel II, hasta el 19 de mayo de 2019
Tanit Plana. Marea II, 2017

Ascendiendo una planta asistimos también a una evolución en su fotografía, tanto cronológica como temática. En Infrarrojo cercano la artista se centra en Internet como tema de estudio y busca respuestas en ámbitos que engloban lo político, la física y las matemáticas. Tiene la necesidad de encontrar la evidencia de esa luz que codifica nuestros datos y los transmite por el mundo. Investiga cómo y con qué tipo de herramientas podría poner cuerpo a ese ente gigantesco, o al menos a toda esa información que viaja a través de la luz, y cómo dejar su rastro sobre el papel fotosensible. El resultado son una serie de imágenes, obtenidas utilizando placas de 5×5 y de 8×10, en las que la luz dibuja sobre el papel de manera completamente aleatoria.

Pero la curiosidad de Tanit Plana es inagotable y la artista quiso ir más allá en su investigación, tratando de entender cuál es la parte material y orgánica de la famosa “nube”, algo que supuestamente es inmaterial e inorgánico. Ejemplo de ello son las tres imágenes pertenecientes a la serie Escala y fragmento (2017): un intento por seguir la trayectoria de un email desde Barcelona a Los Ángeles, algo que, por otro lado, resulta completamente imposible. Lo más curioso de este proyecto, con el que Tanit propone la entrada al mundo del cable marea, es la paradoja que supone, ya que el almacenamiento en esa nube etérea implica, sin embargo, una gran cantidad de espacio, en gran parte enterrado o sumergido, poniendo de manifiesto el peso pero también la fragilidad de las estructuras sobre las que se sustenta Internet.

“Para mí es muy importante la capacidad de pensar en relación a la imagen”

Tanit Plana. Es lo que es. Sala Canal de Isabel II, hasta el 19 de mayo de 2019
Tanit Plana. Fragmento XVII, 2019

También hay espacio para pensar en los algoritmos, en cómo Internet procesa y nos devuelve la información, estructurándonos de alguna manera como sujetos. Sobre esta idea gravita The Woods of Code, el trabajo expuesto en la tercera planta. Aquí la tensión se establece entre lo orgánico y lo no orgánico y todo empieza con un viaje al origen de Internet, que lleva a Tanit hasta los archivos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), donde estaba el primer laboratorio en el que se desarrolló Internet. Allí consultó los documentos seminales sobre la red de redes y pudo fotografiar manuales de programación de las máquinas y de los lenguajes en código que entonces era ARPANET. Esa primera aproximación al código fue puramente formal y empezó a sumergirse en aquellos símbolos, que fotografiaba y aumentaba en el ordenador, hasta quedarse con una veintena de ellos que, en su distorsión, le recordaban a aves. Una aplicación de móvil que identifica pájaros le permitió relacionarlos con familias y una vez que los clasificó lanzó el primer reto al algoritmo de Google, para pasar después a un tercer estadio a partir del diálogo, por morfología, con Google Images. La sorpresa para la artista fue que esas “nuevas verdades” que generaba el algoritmo estaban reacionadas con drones, bombas, guerra, representaciones de poder… La conclusión, por tanto, fue que al preguntarle a Google sobre su origen este le hablaba de guerra, de control y de vigilancia.  De ahí que Tanit quiera llamar nuestra atención sobre ese hecho de que ni son pájaros todo lo que vuela, ni son ojos todo lo que nos mira.

Finalmente, la cuarta planta incide en esta idea y acoge Aquí no hay nada que ver, dispérsense, una pieza creada específicamente para la exposición, que trata sobre lo visible y lo sistemáticamente oculto. Por un lado, nos encontramos un espacio evocador, con el trino de esos pájaros ficticios que casi se vaporizan y alzan el vuelo. Por otro, vemos un documental hecho en tres partes y montado con material digital de libre acceso. En él, hay una primera aproximación a la historia del cable desde la instalación de los primeros telégrafos; una segunda pieza que básicamente nos propone una reflexión sobre las cámaras en Internet y una tercera que abre un nuevo camino hacia el estudio de la ecología en relación con la fabricación de los dispositivos tecnológicos, en el que ya está trabajando la artista. En su conjunto, un stream de imágenes aparentemente inconexas entre sí, todas directamente conectadas con la realidad personal de la artista pero al mismo tiempo sincronizadas con el flujo de datos permanente que nos envuelve.

Esta exposición, que ha sido comisariada por Moritz Neümuller, no solo nos muestra la trayectoria de Tanit Plana, una de las fotógrafas más interesantes de su generación (la que comparte con Juan Valbuena, David Jiménez o Matías Costa, que también estarán presentes en la programación futura de esta sala), sino que ha permitido a la propia artista hacer una relectura de su obra y contextualizarla en el ámbito de la fotografía contemporánea.

 

“Tanit Plana. Es lo que es”

SALA CANAL DE ISABEL II

C/Santa Engracia, 125

Madrid

Del 21 de marzo al 19 de mayo de 2019

 

 

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