Settecento, el camino hacia la modernidad

CaixaForum Zaragoza muestra obras de maestros italianos de los Museos Nacionales de Berlín

Zaragoza,
Settecento. Obras maestras de la pintura italiana de los Staatliche Museen zu Berlin
Settecento. Obras maestras de la pintura italiana de los Staatliche Museen zu Berlin

Solo pasará por Zaragoza, pero tenemos bastante tiempo para disfrutarla, desde hoy hasta el 3 de noviembre. CaixaForum Zaragoza presenta, bajo el comisariado de Ángel Aterido y en colaboración con Gemäldegalerie, la muestra “Settecento. Obras maestras de la pintura italiana de los Staatliche Museen zu Berlin”, una muestra que nos propone viajar a la Italia que transitaba entre el Barroco y el Neoclasicismo, una etapa de intensos cambios en lo artístico y lo social bien representada por obras de este periodo a cargo de grandes maestros en los Museos Nacionales de Berlín.

Desde esa pinacoteca alemana han llegado a Zaragoza cuarenta y cinco obras de autores como Francesco Guardi, Canaletto, Giuseppe Maria Crespi y Giovanni Battista Tiepolo. La razón de que la Gemäldegalerie albergue estos ricos fondos de pintura italiana es la pasión de los monarcas prusianos del s XVIII por el arte de ese país (también de Francia): además de adquirir algunas de sus mejores piezas, encargaron la realización de otras. Más tarde, en el s XIX, los responsables de este museo completaron aquellas colecciones con nuevos trabajos comprados atendiendo a un criterio histórico.

Canaletto. La iglesia de Santa Maria della Salute vista desde el Gran Canal de Venecia. Antes de 1730. © Volker-H. Schneider
Canaletto. La iglesia de Santa Maria della Salute vista desde el Gran Canal de Venecia. Antes de 1730. © Volker-H. Schneider

VEDUTE, RETRATOS, GRANDES HISTORIAS Y FE

La exposición de CaixaForum (que tiene su contrapartida en la participación de Obra Social La Caixa en un proyecto sobre el Siglo de Oro en nuestro país que este verano podrá contemplarse en la Gemäldegalerie) está vertebrada en cuatro secciones de carácter temático en las que quedan representadas, de forma breve pero muy selecta, las principales corrientes de la pintura italiana del s XVIII: las vistas urbanas o vedute, las representaciones de figuras humanas, la pintura histórica y también la religiosa.

Francesco Guardi. La Piazzetta di San Marco, en Venecia. Hacia 1760
Francesco Guardi. La Piazzetta di San Marco, en Venecia. Hacia 1760

Ya sabéis que, en realidad, hablar como tal de Italia en el periodo del Settecento es inapropiado, porque aún no se había llevado a cabo la unificación y el país se encontraba fragmentado en dieciocho estados independientes con sus propias capitales, ciudades, por cierto, orgullosas de su identidad y con una fisionomía urbana propia. Ese contexto es el que explica la proliferación de las vedute, que tuvieron en Guardi y Canaletto a sus principales representantes y que alcanzaron gran éxito entre quienes viajaban a Italia entonces, incluidos los artistas del Grand Tour.

Estas vistas alcanzaron desarrollo en todas las ciudades italianas, pero fue en Venecia donde adquirieron una mayor fama. Como los viajeros del Grand Tour estaban especialmente interesados en las ruinas antiguas y el conocimiento del clasicismo, recrearon en sus vistas imaginarias arquitecturas y naturalezas pintorescas con elementos reales y no reales.

En cuanto a los retratos llevados a Zaragoza, destacan los encargados por una burguesía en ascenso en el s XVIII. Su entrada en la escena del mercado artístico conllevó la introducción de fórmulas menos ampulosas que las barrocas, más sencillas y directas, también de ambientes cotidianos y privados y de escenas galantes que hay quien relaciona con el Rococó francés.

Comenzaba a no ser así, pero en esta etapa aún se concedía mayor prestigio a los autores capaces de representar grandes historias que a los que inmortalizaban instantes anecdóticos, aparentemente más banales.

Fue común la plasmación de asuntos bíblicos, mitológicos o literarios basados en textos de autores reconocidos, tanto en el formato de la pintura de caballete, como en decoraciones murales de carácter monumental tanto en palacios como en templos.

Y en cuanto a las imágenes religiosas expuestas en CaixaForum Zaragoza, hay que subrayar que estas trascienden su carácter narrativo. Algunas se destinaron a espacios sagrados, pero otras formaron parte de las galerías de los coleccionistas y los distintos emplazamientos para los que se crearon determinaron sus características.

En el conjunto de las obras que forman parte de esta muestra, es interesante fijarnos en las diferencias de estilo dadas por el lugar de procedencia de los artistas: contrasta, por ejemplo, el equilibrio de las composiciones realizadas en Roma a principio de siglo con el marcado dinamismo de las que se ejecutaron en Venecia a mediados del XVIII.

 

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