Nada es igual en los espacios expositivos intervenidos por la artista norteamericana (nacida en Austin y residente en Nueva York) Sarah Oppenheimer. Sus proyectos son fruto de la intersección de sus conocimientos sobre arte, arquitectura, filosofía y ciencia cognitiva y transforman casi por completo nuestra percepción del entorno donde se presentan.
El más reciente se llama S-281913 y se presenta en el Perez Art Museum de Miami hasta el 30 de abril del año que viene. Ha introducido elementos de cristal giratorios que parecen transparentes y que, a la vez que intensifican las cualidades sensoriales de la arquitectura de este museo, diseñado por Herzog & De Meuron, crean una acentuada sensación de vacío en su interior. Reorientan el techo, parecen disponer el suelo en un plano vertical y subrayan la importancia del sistema de iluminación del museo a la hora de percibirlo (al centro y a las obras que contiene), aspecto en el que el público no siempre repara.
Además, cuando estos cristales giratorios se colocan en paralelo entre sí ofrecen una amplia vista de la bahía de Biscayne, introduciéndola en el interior del PAMM y poniendo de relieve la relación de la arquitectura del centro con su entorno urbano.
Más allá de sus valores formales, la propuesta de Oppenheimer quiere provocar una reflexión: llamar la atención del espectador en relación con la sobrecarga de información visual a la que estamos sometidos y la necesidad de crear lugares o momentos neutros, ajenos a ese “ruido de imágenes”.
Toda la producción de Oppenheimer está destinada a ampliar nuestro conocimiento sobre los procesos mentales y físicos complejos que intervienen en nuestra contemplación, rápida o lenta, de los espacios, a extender las formas posibles de comprender y experimentar los lugares que habitamos.
Precisamente ahora, que la luz azul de pantallas de televisión, ordenadores y smartphones parece ser la gran mediadora de nuestra visión del mundo, la artista nos recuerda que incluso nuestras miradas más cotidianas hacia el entorno pueden, y quizá deban, ser objeto de cuestionamiento y crítica. Que no hay una única forma de ver.
