Ricard Terré, maneras de sentir

La Sala Canal de Isabel II presenta su primera individual en Madrid desde los años sesenta

Madrid,

A los escépticos puede que ya no les vayan quedando dudas sobre el momento dulce que atraviesa la fotografía española en los últimos años, no solo en cuanto a jóvenes autores, sino sobre todo en lo relativo a la recuperación de figuras de décadas pasadas que hasta hace no demasiado eran desconocidas para el gran público y que, en los últimos años, están recibiendo una creciente atención, puede que tardía, pero al menos en aumento.

Entre ellos destacan los miembros del grupo AFAL (Agrupación Fotográfica Almeriense), que renovaron la fotografía en nuestro país en los cincuenta y sesenta y, ya en democracia, continuaron desarrollando una mirada social, más o menos crítica, irónica o tierna, sobre su entorno social. Hace un par de años supimos que contarían con una sala propia en el Museo Reina Sofía, gracias a la donación entonces efectuada a este centro por Pérez Siquier. Ese mismo 2016, el propio Reina Sofía participó en PHotoESPAÑA mostrando su obra y ahora, hasta el próximo noviembre y tras una nueva donación de los Autric-Tamayo, repasa el MNCARS la evolución del colectivo.

Ricard Terré. Barcelona, 1958
Ricard Terré. Barcelona, 1958

Regresando al centro del que ahora vamos a hablaros, la Sala Canal de Isabel II, que la Comunidad de Madrid destina específicamente a exposiciones fotográficas, albergó hace solo unos meses una muestra de otro de los miembros de AFAL, el esencial y directo Gabriel Cualladó. Ahora, hasta el 11 de noviembre, analiza la producción del barcelonés Ricard Terré, de la mano de la mejor conocedora de su trabajo, su hija Laura Terré, historiadora de la fotografía y comisaria de la retrospectiva.

Nos encontramos ante un fotógrafo que, al margen de que agrupara su producción en series, concibió el conjunto de su obra como un todo unido por un discurso común. Y ello pese a que la desarrolló en dos etapas separadas por trece años de inflexión: entre 1955 y 1969 y entre 1982 y 2005. El sello de su obra es la coherencia: consolidó una plástica propia y reconocible a partir de la observación de las formas de sentir, los ánimos, que nos han sido propios a lo largo de las décadas y las generaciones.

Esta es una individual muy necesaria (Madrid no acogía una de Terré desde 1962, aquella vez en el Ateneo) y su montaje, con un importante componente escenográfico, remite al aspa y la cruz tan presentes en su trabajo, de espíritu poético y humanista. Tanto que nació del contacto directo con sus modelos, ese que permite alcanzar esencias, acercarse a los centros (con ese mismo objetivo, siempre fotografió en blanco y negro). Él mismo explicó –no era un fotógrafo teórico y obviaba la palabrería, pero sí nos dio en alguna conferencia las claves de su obra– que no quería reflejar hechos concretos ni formas individuales de sentir, sino que buscaba captar el espíritu humano, en su atemporalidad y universalidad. Algunas de esas citas propias están presentes en la exposición, junto a otras ajenas que proporcionan una mirada externa a la fotografía de Terré y que inciden en esa coherencia de la que hablábamos: en las cinco décadas que separan su obra temprana de la última, no dejó de manejar un sentido profundamente íntimo en su plástica y en sus modos de trabajar.

Las tres plantas de la Sala Canal de Isabel II se dedican, cada una, a uno de los temas en los que profundizó el artista barcelonés: la infancia, la muerte (en contraste) y la celebración de los días. En esta última es donde tienen cabida la ironía y la anécdota. No obstante, algo enlaza unas y otras secciones: la atención a la historia y a la emotividad que reside en lo abandonado, sean arquitecturas industriales ya en desuso, zapatos, alfombras, tallas de santos o, sobre todo, juguetes. Se fijaba Terré en aquellos objetos a los que su uso y su propietario anterior dio alma, esquivaba lo nuevo y por eso inerte.

Tampoco le interesaban, en sus modelos humanos en procesiones y carnavales, las bellezas canónicas, sino las que transmitían, en un sentido hondo, nuestra humanidad óptima y pura en sus asimetrías. De ahí que encontrara alegría en la enfermedad y hermosura en el estrabismo, no cayendo nunca en miradas compasivas, y por eso superiores y perversas. Lo vemos en su célebre niña de comunión bizca, que captó en su inocencia, obviando su rasgo. Solía fotografiar el artista en momentos de emoción, en sus palabras: como el torero que no crea el movimiento del toro, pero lo aprovecha.

Ricard Terré. Sant Boi de Llobregat, 1955
Ricard Terré. Sant Boi de Llobregat, 1955

Un capítulo muy original de la muestra (y de la producción de Terré, que tuvo a Barcelona y Vigo como escenarios fundamentales) lo constituyen sus estatuas religiosas sin función, con un poder expresivo absolutamente iconoclasta que, como ha apuntado Terré, puede en algún sentido relacionarse con el cine de Buñuel (quizá también con Solana). Él trabajó incorporando sistemas de automatización de campanas a las iglesias, así que tuvo ocasión de fotografiar esas tallas almacenadas, deterioradas y descontextualizadas con resultados que dan pie a múltiples reflexiones, sobre nuestras creencias, sobre el paso del tiempo y sobre las muy distintas visiones que la imaginería religiosa puede generar fuera del altar. Desde planteamientos parecidos fotografió numerosos exvotos, agrupados luego en libros formados cada uno por 16 imágenes que serán muy familiares a sus paisanos de Sant Boi de Llobregat, donde se han expuesto durante años.

Ricard Terré. Olot, 1994
Ricard Terré. Olot, 1994

Como en las de Cualladó, son frecuentes en las imágenes de Terré los fondos oscurecidos y expresamente desenfocados para subrayar sus intenciones; pero también la (tan perecedera como vital) comida; con ella podría articularse una serie. Y quizá también una próxima exposición.

Como siempre en las de la Sala Canal de Isabel II, la exhibición se acompaña de un vídeo donde podréis escuchar al propio Terré durante una entrevista que se le realizó en 2008, con motivo de la realización de un documental del grupo AFAL. Es este:

 

“Terré”

SALA DE EXPOSICIONES CANAL DE ISABEL II

c/ Santa Engracia, 125

Madrid

Del 8 de septiembre al 11 de noviembre de 2018

 

 

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