La Anunciación de Fra Angelico vuelve a irradiar luz y misticismo

Tras su restauración, la obra recupera su color y Gabriel su ala original

Madrid,

La Anunciación de Fra Angelico es uno de los grandes iconos del Museo del Prado, tanto que, como ha señalado esta mañana el director adjunto de conservación de la pinacoteca, Andrés Úbeda, está presente en todos los repertorios y en las publicaciones sobre la colección del Museo, por pequeñas que estas sean. Hoy, es noticia además porque, tras un año en el Taller de Restauración, la obra vuelve a verse en su esplendor al recuperar toda la luminosidad que irradiaba cuando fue pintada por el artista florentino alrededor de 1425. Como ya os hemos contado en alguna ocasión con motivo de los eventos relacionados con el Bicentenario del Prado, una de las exposiciones más esperadas este año es, precisamente, la que se le dedicará a Fra Angelico y a los maestros del primer Renacimiento en Florencia, motivo por el que La Anunciación ha pasado por el taller. Ha sido posible gracias al patrocinio de los American Friends of the Prado Museum y de los Friends of Florence, cuya generosa colaboración ha permitido aportar los 150 mil euros necesarios para acometer los trabajos de restauración de esta y de algunas otras obras, no del Prado, que también formarán parte de esa gran muestra que abrirá sus puertas el próximo 28 de mayo, como Virgen con Niño y querubín de Michele da Firenze, la terracota de Donatello Virgen con Niño en trono, con dos ángeles y profetas, o Trinidad de Gherardo Starnina.

La Anunciación y la expulsión de Adán y Eva del jardín del Edén (después de la restauración) FRA ANGELICO Temple y oro sobre tabla, 190,3 x 191,5 cm; 162,3 x 191,5 cm c. 1425-26 Madrid, Museo Nacional del Prado
Fra Angelico. La Anunciación, hacia 1425-1426. Detalle del ángel y la bóveda, después de la restauración.

Aunque el estado general de conservación de La Anunciación era bueno y tanto la pintura como el soporte eran estables, su aspecto estaba oscurecido, con un tono ajeno a la finura y transparencia de la pintura original. Por tanto, el primer objetivo era devolverle la luz y el color ensombrecido por el paso del tiempo, que ocultaba la grandiosidad de esta obra maestra. Tras un estudio en profundidad que ocupó el primer mes de trabajo, se inició el proceso de limpieza de esas capas grises de polución acumuladas sobre la pintura y la eliminación de retoques en óleo de otras épocas. En esa fase tuvo lugar un descubrimiento muy relevante y crucial para que hoy podamos ver la obra tal y como fue pintada en su día por Fra Angelico. Este afectaba a una de las alas del ángel, que había sido modificada en una restauración llevada a cabo en los años cuarenta del siglo pasado por Jerónimo Seisdedos para tapar una grieta en el soporte. Los repintes aplicados entonces en toda la grieta ocultaron elementos completos de la composición, desde el borde superior de la obra, en la parte de la arquitectura, pero sobre todo en el ángel, cambiando la forma del ala, del brazo y de parte de su túnica rosa. De todo ello, lo mas evidente a simple vista es el ala delantera, que dejó de ser curva y sinuosa, como su pareja, para pasar a ser una línea recta completamente vertical. Ahora ha podido ser reconstruida conforme a su diseño original porque al eliminar esos repintes antiguos aparecieron algunos restos de oro, que han hecho posible interpretar correctamente su forma y restituirla. Junto a la recuperación del traje de la Virgen, que también había sufrido algunos repintes, la del dibujo del ala ha sido el momento de mayor trascendencia en todo el trabajo de restauración, que por otro lado ha devuelto a la vida cada uno de los detalles que componen la obra.

La restauración ha sido realizada por Almudena Sánchez, con la colaboración de Gemma García, especialista en dorados. Gracias a su experiencia y a las novedosas y sofisticadas técnicas y materiales de los que hoy se dispone, se ha podido llevar a cabo un trabajo preciso y seguro sobre una obra que es muy delicada por estar realizada al temple, siendo por tanto sensible al empleo de soluciones acuosas para la eliminación de capas de suciedad y de barnices. Es por ello que, como ha explicado Almudena Sánchez, fue necesaria la utilización de un gel de silicona que actúa como vehículo del medio acuoso, permitiendo remover la capa de suciedad sin que ello produjeran ningún daño en la fina capa de pintura. Así, mediante un proceso lento y progresivo, se ha logrado recuperar el brillo y luminosidad de los colores, en especial el espectacular azul lapislázuli, la laca roja y el verde malaquita y, por supuesto, de los dorados del nimbo, de las alas de Gabriel y de los rayos que salen de las manos de Dios.

Por otro lado, la limpieza también permite apreciar con mayor claridad el preciosismo y minuciosidad con los que Fra Angelico pintó detalles como el pelo de la barba de Adán y las pestañas o las cejas de la Virgen y del ángel, posiblemente ejecutadas con un pincel de muy pocos pelos y sin apenas materia pictórica. Este trabajo de precisión revela su esfuerzo por representar la realidad y pone de manifiesto su condición de miniaturista. La luz blanca que envuelve la escena llenándola de misticismo, y que contrasta con la de la estancia en segundo plano, es otro de los elementos que ahora pueden apreciarse en toda su intensidad.

La Anunciación y la expulsión de Adán y Eva del jardín del Edén (antes de la restauración) FRA ANGELICO Temple y oro sobre tabla, 190,3 x 191,5 cm; 162,3 x 191,5 cm c. 1425-26 Madrid, Museo Nacional del Prado

La Anunciación y la expulsión de Adán y Eva del jardín del Edén (después de la restauración) FRA ANGELICO Temple y oro sobre tabla, 190,3 x 191,5 cm; 162,3 x 191,5 cm c. 1425-26 Madrid, Museo Nacional del Prado
Fra Angelico. La Anunciación y la expulsión de Adán y Eva del jardín del Edén (antes y después de la restauración). Museo Nacional del Prado, Madrid

 

 

 

Una respuesta a “La Anunciación de Fra Angelico vuelve a irradiar luz y misticismo”

  1. Alfyl

    Acabo de ver el cuadro y estoy en shock porque, desde mi punto de vista, estas obras de arte tan importantes requieren que se respete el paso del tiempo por ellas. Una cosa es limpiarlas y otra lo que acabo de ver. Recomiendo llevar gafas de sol para no deslumbrarse con los dorados. Lo he vivido como la perdida de una de las obras de arte que más me gustaban del Museo, le han quitado toda la delicadeza.

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