Ramón Pichot y la auténtica bohemia

CaixaForum Lleida repasa su pintura de Barcelona a París

Lleida,

Tras su paso por el MNAC barcelonés hasta el pasado enero, CaixaForum Lleida presenta, hasta el próximo verano, “Ramon Pichot. De Els Quatre Gats a la Maison Rose”, una retrospectiva dedicada al artista que vivió en su infancia en uno de los edificios de la calle Montcada que hoy albergan el Museo Picasso y que el autor del Guernica recordaría en Las tres bailarinas, retratándolo junto a su viuda, Germaine, y su amigo Casagemas, en 1925, tiempo después de haber muerto el primero en París.

Para cerrar de entrada el capítulo sentimental, recordamos: Germaine rechazó a Casagemas, ante su negativa este intentó matarla sin lograrlo, consigo mismo sí lo consiguió y Germaine (Laure Gargallo) se casó años después con Pichot, con quien vivió hasta la muerte de él.

La exposición repasa la carrera de Pichot, breve pero destacada en el desarrollo del modernismo catalán, a partir de los tres escenarios fundamentales donde se desarrolló: la Barcelona más proclive a esa corriente, a finales del siglo XIX; el París de comienzos del XX, donde viajó por primera vez en 1896; y Cadaqués, la localidad donde veraneó y se encontró con sus amigos artistas; fuentes, ellos y el paisaje, de su inspiración.

Ramón Pichot. Cala Nans, Cadaqués, hacia 1900. Colección particular
Ramón Pichot. Cala Nans, Cadaqués, hacia 1900. Colección particular

Son aproximadamente medio centenar los trabajos que reúne esta exposición entre pinturas, dibujos y grabados, el mayor número de obras de Pichot reunido hasta ahora en una muestra que, por primera vez, nos aproxima en su complejidad a la producción de un artista al que conocemos poco y, en buena medida, gracias a su relación con Picasso.

Lo fue también de Mir y de Nonell, con quienes formó parte de la Colla del Safrà, y de Ramón Casas y Santiago Rusiñol, los padres del modernismo. Con algunos de ellos compartió charla y paredes en Els Quatre Gats y, como tantos creadores de su generación, se dejó seducir por París como tierra prometida de libertad. Justo en 1900 preparaba su primera individual en la ciudad, pero a diferencia de la mayoría de sus compañeros, él decidió quedarse en Montmartre y, de hecho, formó parte del histórico Salón de Otoño de 1905 y su obra se exhibió en la misma sala que la de los fauves, que hasta entonces no tenían ese nombre.

Cuando se instaló en Francia, parece que Pichot dejó a un lado sus inicios en Barcelona y olvidó, hasta cierto punto, la ciudad donde nació, pero no ocurrió lo mismo con Cadaqués, el lugar de veraneo habitual de su familia. Fue su refugio, una de sus fuentes de inspiración y el lugar que le permitía encontrarse con amigos queridos, como Picasso, Derain y Dalí; se dice, de hecho, que el de Figueras descubrió el impresionismo a través de las pinturas tempranas de Pichot que colgaban en la casa de su familia. A pesar de que el del artista fue uno de los primeros clanes en veranear en esta localidad, parece que, el paso de las generaciones, no hizo a los Pichot perder su fama de bohemios y estrafalarios. Los pioneros.

Su estilo cambió en París, pero mantuvo su fidelidad a algunos temas predilectos: los retratos, los paisajes de Cadaqués, las escenas de género…

La pintura fue su medio habitual de trabajo, aunque no el único: ilustró libros de Marquina o Rusiñol, como Fulls de la vida, desde cierta óptica simbolista, y también llevó a cabo carteles y grabados (sobre todo aguafuertes, en boga en París). Empleando esas técnicas evolucionó en el mismo sentido en el que lo hizo en sus lienzos: desde el modernismo del que se empapó en Barcelona en su primera juventud hasta la tendencia decorativista que conoció en París en el primer cuarto del siglo pasado.

Ese tránsito de escenarios y tiempos se manifestó, como decimos, en su estilo, no tanto en los temas que cultivó, pues mantuvo su fidelidad a algunos predilectos: los retratos, los paisajes de Cadaqués, las escenas de género… Curiosamente, dejó a un lado Barcelona pero no su gusto por la vida en los pueblos españoles, sus costumbres y sus gentes, quizá en relación con su amor por Cadaqués y su fascinación por Granada. Esa querencia por lo popular – que no apareja, en su caso, un tratamiento tradicional del género – junto con su gusto por el color, son seguramente las notas características del conjunto de su producción.

Como para tantos artistas de su generación residentes en París, la irrupción de la I Guerra Mundial supuso un punto y aparte en su carrera: él dibujó -y no abundan, en este sentido, los testimonios de artistas españoles- el sufrimiento de los civiles que tuvieron que huir de sus casas bombardeadas.

Pero cuando, tras la contienda, el optimismo propio del periodo de entreguerras atrapó París, él también se dejó llevar por ese espíritu, coincidente con el surgimiento del surrealismo a las puertas de su casa, y en 1923 se asentó Pichot en la llamada Maison Rose, donde Germaine gestionaba un restaurante. Quizá os suene: llegaron a pintarlo Rusiñol y Maurice Utrillo. En su primera planta instaló su taller y su casa fue nuevo lugar de encuentro para artistas hasta que el pintor murió solo dos años después, a causa de una tuberculosis.

Tras presentarse en Lleida, esta muestra viajará a CaixaForum Girona.

Ramón Pichot. Retorno de las barcas, hacia 1910. Artur Ramón Art
Ramón Pichot. Retorno de las barcas, hacia 1910. Artur Ramón Art

 

“Ramón Pichot. De Els Quatre Gats a la Maison Rose”

CAIXAFORUM LLEIDA

Avinguda de Blondel, 3

Avinguda de Madrid, 4

Lleida

Del 16 de febrero al 22 de julio de 2018

 

 

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