Óscar Seco: formas de literatura fantástica, en la Galería T20

Murcia, 18/12/2023

Espectros, figuras y escenarios próximos a la literatura fantástica y alusiones al cómic y al cine, sobre todo al de ciencia ficción, pueblan las pinturas del artista madrileño Óscar Seco, que se caracterizan además por su vocación híbrida: aúnan referencias a su memoria personal y a la histórica con sucesos y lugares que podrían remitir a un futuro imaginable.

Muchas de ellas, de hecho, serían carteles perfectos de ciertos filmes, y dan fe de su interés por lo catastrófico teñido de ironía, un asunto muy presente tanto en sus lienzos como en sus maquetas y vídeos: se ha fijado en cómo los sucesos convulsos han transformado el curso de la historia y en cómo han dejado huella en la cultura y las artes, pero en lugar de abordarlos desde un análisis más o menos riguroso se ha acercado a ellos relacionándolos lúdicamente con personajes tomados de novelas, relatos fílmicos, viñetas o de la propia historia; ejemplo de este último caso fue una serie centrada en la Guerra Civil española en la que hizo convivir a personajes reales involucrados en ella con superhéroes o monstruos de serie B japonesa. No siempre esas catástrofes tienen que ver con enfrentamientos bélicos; también, sobre todo en los últimos años, ha prestado atención a las agresiones humanas al medio natural, en forma, por ejemplo, de aves que se estrellan como misiles. En cualquier caso, quien conozca los cómics de Marvel y DC, el cartelismo de las vanguardias rusas o la literatura de Arthur C. Clarke, H. G. Wells, Ray Bradbury o Ballard pensará que fácilmente las composiciones de Seco podrían ilustrarlos.

La muestra más reciente del madrileño tiene nuevamente al humor y a la tragedia como asuntos centrales, ya desde su mismo título, y puede verse en la Galería T20 de Murcia desde el pasado 15 de diciembre: #vamosamorirtodos reúne piezas que parten de material teóricamente trivial, y a menudo reapropiado, como punto de arranque; este autor busca dar relevancia a lo supuestamente banal como postura tanto estética como política ante la tematización marcada, y tampoco establece, por esa misma razón, jerarquías en su iconografía. En las piezas de las que consta esta última serie vuelven a convivir escenas de inspiración barroca, héroes de tebeo, monstruos fílmicos, imágenes de guerra y criaturas diversas que ya forman parte habitual del lenguaje de Seco, junto a diversos signos con los que unos y otras dan lugar a metáforas; no habrá, sin embargo, en esos recursos, misterio ni hermetismo, sino puro espíritu lúdico sin nostalgia ni doblez. Forman parte de una amalgama de motivos y experiencias en los que caben lo simbólico y lo cotidiano.

La energía que desprenden estas imágenes tiene mucho que ver con las referencias múltiples de este artista, aunque en estos trabajos recientes destaca una: la del Pop Art de los sesenta y la frescura de los códigos de Richard Hamilton o Roy Lichtenstein; apelando a ellos y haciendo suyo lo más cercano y lo ilusorio o imaginado, plantea Seco su propia reflexión sobre el rol ambiguo del creador en el momento actual, en el que es posible acceder fácilmente a un número inmenso de fuentes pero los símbolos continúan manteniendo su poder pasado.

Las capas de significado que podemos encontrar en su producción son muy diversas, y la espontaneidad de estas obras, solo engañosa: detectaremos en sus escenarios crónicas ficticias de la sociedad de hoy basadas en ideas familiares despojadas de su contexto, y por tanto cotidianamente extrañas; el espectador deberá ser capaz de identificar esas mutaciones y extraer de ellas sus propias conclusiones, que no pasarán, necesariamente, por el hallazgo de un discurso definido o una línea argumental, imposible de dilucidar entre un zigzag apabullante de microsucesos.

Pese a esa disparidad y multiplicidad de puntos de atención, que parece replicar las del bombardeo visual de los medios de comunicación de masas, Seco busca dar espacio aquí a lo onírico y lo irreal; reclamar un lugar para lo que no tiene un mensaje para nosotros, lo que no irrumpe a través de las pantallas y nos estimula en otros campos, allí donde sí nos quedan cosas por ver.