Oscar G. Rejlander y los primeros gestos

El Getty Center dedica una retrospectiva a este fotógrafo pionero

Los Ángeles,

La reina Victoria y el príncipe Alberto, Charles Darwin, Lewis Carroll y Julia Margaret Cameron tuvieron algo en común, más allá de ser coetáneos: compartieron devoción por Oscar G. Rejlander, fotógrafo británico de origen sueco que se contó entre los pioneros de su medio, aunque muy a menudo su trayectoria se haya pasado por alto.

El Getty Center de Los Ángeles ha querido por eso brindarle una antología, la primera que se le dedica hasta la fecha; una exposición abierta hasta junio que subraya el peso de sus imágenes a la hora de que hoy consideremos la fotografía como un arte (fue un maestro en la captación de emociones y psicologías) y también sus experimentaciones audaces con las tempranas técnicas de la imagen fija.

Se exhiben en Los Ángeles 150 fotografías que dan fe de la gran variedad de géneros que cultivó Rejlander, desde paisajes y retratos hasta alegorías, y se completan con pinturas, dibujos y grabados, porque no se ciñó este autor a la cámara. Nos dejó, además, escritos que nos hablan de un modernísimo pensamiento creativo (aseguraba que es la mente del artista, y no la naturaleza de sus materiales, lo que convierte una obra en arte) y abordó problemáticas de la representación que permanecen vigentes hoy: sus fotos tienen siglo y medio de vida, pero, según muchos expertos, presagiaron avances propios, prácticamente, de la era digital.

Oscar Rejlander. Estudio de manos, 1856. National Gallery of Canada, Ottawa
Oscar Rejlander. Estudio de manos, 1856. National Gallery of Canada, Ottawa
Oscar Rejlander. El primer negativo, 1857. Musée d’Orsay, Paris. Photo © RMN-Grand Palais / Art Resource, NY / Patrice Schmidt
Oscar Rejlander. El primer negativo, 1857. Musée d’Orsay, París. Photo © RMN-Grand Palais / Art Resource, NY / Patrice Schmidt

Nacido en Suecia en 1813 y fotógrafo ya en su país, Rejlander se mudó a Londres en 1862 e hizo crecer su negocio con la ayuda de su esposa, Mary Bull, que trabajó con él en sus estudios. Alcanzó reconocimiento (y sustento) sobre todo a partir de sus retratos de la alta sociedad británica; tanto sus clientes como la crítica elogiaron su habilidad con la iluminación y la naturalidad, la aparente espontaneidad, de la expresiones de sus modelos. Entre ellos estuvieron el citado Darwin y los poetas Alfred Lord Tennyson y Henry Taylor y guio en sus primeros pasos con la cámara a Charles Lutwidge Dodgson (Lewis Carroll, que además de narrador fue matemático) y a Julia Margaret Cameron.

Sin embargo, desde los inicios de su carrera, interesó mucho a Rejlander lograr captar en sus esencias a la gente común, las capas sociales medias y bajas. Buena parte de sus imágenes de ellos son pretendidamente domésticas e ilustran con ternura y humor las relaciones familiares; decimos pretendidamente porque se trata de escenas recreadas en su estudio con modelos y mobiliarios elegidos ad hoc tras patear las calles fijándose en niños, vendedores ambulantes, floristas y demás transeuntes. En aquellos paseos obtenía, además, composiciones y temas para sus posteriores imágenes de taller, que algunos estudiosos han comparado con las de fotógrafos de calle del último medio siglo por su voluntad de captar lo cotidiano.

Hablábamos al principio de sus experimentaciones técnicas: en 1863 construyó un estudio-túnel con hierro, madera y vidrio. Los modelos se situaban en su final, la parte más abierta y luminosa del estudio, mirando hacia la zona más oscura, donde se encontraban la cámara y el fotógrafo, este casi invisible. Así, las pupilas de los fotografiados se expandían, permitiendo una mayor expresividad. Parece que él mismo tenía talento para el gesto exagerado, y cayendo en ellos ayudaba a sus retratados a dejarse llevar; tanto fue así, que algunas fotos de Rejlander llegaron a ilustrar el estudio La expresión de las emociones en el hombre y los animales de Darwin, publicado en 1872.

Pero si por algo ha pasado este autor a los anales de la historia de la fotografía ha sido por su manejo de la técnica de impresión combinada; lo vemos en su obra Two Ways of Life o Hope in Repentance, de 1857. Destaca por su gran tamaño y por lo ambicioso de su producción, que supuso la impresión coordinada de más de 30 colodiones húmedos separados sobre negativos de vidrio, un proceso que llevó más de tres días. La imagen representa una intrincada alegoría de dos filosofías de vida opuestas: vicio y virtud; en su parte derecha encontramos a un hombre sabio guiando a otro más joven hacia una vida virtuosa de trabajo, estudio y fe y en la izquierda a un segundo joven tentado por el deseo, el juego, el ocio y el vicio. Parece que el Príncipe Alberto colaboró con el fotógrafo en la concepción de esta obra y él y la reina Victoria adquirieron tres versiones de la misma para su colección artística.

Fuera de la Familia Real inglesa, las opiniones fueron encontradas: algunos fotógrafos profesionales consideraron la obra un tour de force técnico y otros, los aficionados, la entendieron, no solo artificial, también… inmoral. Aún así, es uno de los mejores ejemplos de impresión combinada de este periodo.

Oscar Rejlander. Two Ways of Life (Hope in Repentance), 1857. Moderna Museet, Estocolmo
Oscar Rejlander. Two Ways of Life (Hope in Repentance), 1857. Moderna Museet, Estocolmo

Hoy en día, el debate sobre si la fotografía puede considerarse arte está absolutamente obsoleto (como merece), pero en tiempos de Rejlander y en Gran Bretaña cosechaba opiniones enconadas. El fotógrafo se mostró favorable a su concepción como arte independiente y también subrayó que este medio podía servir de ayuda a pintores o escultores al facilitarles el trabajo con modelos en vivo: un sustrato de imágenes desde el que dibujar o esculpir después. Él mismo facilitó a muchos referencias visuales, gracias a la variedad de poses y disfraces que encontramos en sus fotos, a sus primeros planos de manos, pies o expresiones faciales. Sabemos que pintaron a partir de sus obras, por ejemplo, George Frederic Watts o Fantin – Latour (otros se mostraron reacios).

En realidad, la influencia fue mutua: la pintura repercutió decisivamente en la elección de temas por parte de Rejlander, que llegó a imitar el estilo de algunos pintores y a recrear él mismo las figuras que aparecían en sus composiciones, de ahí que encontremos en algunas de sus imágenes actores y modelos haciéndose pasar por madonnas, discípulos o por san Juan Bautista.

No le dio tiempo, sin embargo, a hacer todo cuanto quiso: cuando comparo lo que he hecho con lo que creo que debo hacer, me considero un aficionado después de todo, un principiante, dijo.

 

Oscar Rejlander. Enchanted by a Parrot (Mary Rejlander?), hacia 1860. Talbott Hillman Collection, Nueva York
Oscar Rejlander. Enchanted by a Parrot (Mary Rejlander?), hacia 1860. Talbott Hillman Collection, Nueva York

 

“Oscar Rejlander. Artist Photographer”

THE GETTY CENTER

1200 Getty Center Dr

Los Ángeles

Del 12 de marzo al 9 de junio de 2019

 

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