A Mat Collishaw, artista británico próximo al conocido grupo de los Young British Artists, le gusta que sus obras viajen por el mundo para poder ser contempladas y no suele diseñar piezas específicas para los lugares donde se van a exhibir, salvo contadas excepciones como la intervención que realizó en 2010 para el Victoria & Albert Museum de Londres o la de la Galería Rudolfinum de Praga, en 2018. Para su primera exposición en España el escenario escogido ha sido el Pabellón Villanueva del Jardín Botánico de Madrid, un lugar en el que, pese a no exhibirse trabajos específicos, se logra una perfecta sintonía entre el espacio y el contenido de las obras, centradas, por un lado, en la naturaleza y, por otro, en los grandes maestros de la historia del arte, desde Durero a Velázquez, a quienes se puede visitar a tan solo unos metros de distancia, en el vecino Museo del Prado.
Para este debut en España, que llega de la mano de la Fundació Sorigué, Collishaw presenta una treintena de obras, representativas de dos décadas de trayectoria, que permiten adentrarse en el oscuro universo del artista, dominado por imágenes de extraña pero cautivadora belleza. En nuestro primer contacto con esos elementos naturales vemos plantas y flores que, tras su aparente atractivo, esconden una segunda lectura en la que el artista nos habla del instinto de supervivencia y de la lucha de las especies por imponerse. La delicada Columbine (2018), inspirada en una acuarela de Durero, adquiere aquí movimiento, solo perceptible mediante la contemplación pausada. El suave balanceo provocado por corrientes de viento virtuales puede hacernos sentir una atracción casi hipnótica hacia la planta, que tras su delicadeza oculta su lado oscuro: semillas y raíces altamente venenosas. Esta misma contemplación es demandada para apreciar el mensaje lanzado en otras obras, como las pertenecientes a la serie Venial Muse, quizás uno de los conjuntos más extraños e inquietantes. Las flores, de nuevo aparentemente bellas en un primer vistazo, no lo son tanto al mirarlas de cerca; y lo mismo sucede con Insecticide (2006-2014), en las que el hermoso impacto de los colores camufla la trágica materia con la que están construidas las obras de esa serie: mariposas aplastadas y posteriormente agrandadas a una escala enorme. Sobre ellas, Collishaw dice: “Me pareció que esto era un ejemplo muy simple de cómo una obra puede representar a la muerte: petit morte […] registra un acto de violencia, pero al mismo tiempo produce algunas imágenes hermosas”.
También forma parte de este conjunto vinculado a la naturaleza Albion (2017), una de sus obras más emblemáticas y llena de simbolismos. Partiendo de la imagen del árbol centenario del mismo nombre en el bosque de Sherwood, aquel donde se dice que Robin Hood tenía su escondite, y que Gran Bretaña considera un símbolo de las grandezas de la antigua Inglaterra, Collishaw establece un paralelismo entre ese árbol anciano, que requiere de andamios y cadenas para mantenerse en pie, y la visión idealizada de la antigua Inglaterra, que quizás nunca existió y a la que ahora muchos pretenden mantener viva, en una alusión al proceso del Brexit.
La segunda parte de la muestra se inicia con The end of Innocence (2009), obra de la colección Sorigué que representa el retrato del papa Inocencio X, de Velázquez, y la interpretación que Bacon hizo de él, en un estado de constante transformación, apareciendo y desapareciendo tras una cortina de lluvia digital. Plantea la idea de lo efímero de la vida, cuestión recurrente en casi toda la producción de Collishaw. Como ya hemos señalado, la historia del arte es la otra gran referencia y fuente de inspiración para el artista, que encontró en la obra de los grandes maestros una herramienta para explorar ideas a través de sus imágenes, cuya riqueza había sido ignorada en buena medida en el siglo XX. Para él, estas imponentes obras resultan, sin embargo, estáticas y se nos muestran congeladas, por lo que su intención al trabajar sobre ellas, reinterpretarlas y dotarlas de movimiento es poner de manifiesto la trascendencia que tiene la vida.
Una forma de hacerlo es introducir movimiento con el objeto de insuflarles un aliento, un intento por tratar de devolverlas a la vida. Lo vemos muy sutilmente en Black Mirror. Hydrus y en Andromeda, y de forma más evidente en The Corporeal Audit. Las dos primeras, en las que parte de pinturas de Caravaggio y de Rubens respectivamente, Collishaw pretende acabar con el hieratismo de estas obras icónicas y crear una sensación de fluidez dentro de la pintura, que se prolonga con los sofisticados marcos de cristal de Murano negro.
Por su parte, The Corporeal Audit (2002) es una escultura en relieve negativo de un Cristo yacente, que incorpora una barra de luz horizontal colocada detrás de la obra, que a modo de escáner la recorre e ilumina, aumentando la sensación espectral de la resurrección.
En la misma sala se exhibe también una serie de pinturas titulada Expiration paintings, con las que el artista reflexiona sobre el arte en la era de la reproducción digital. Partiendo de los fondos de la colección del Museo del Prado elige una serie de obras que él reproduce solo en algunos fragmentos y que termina con unas líneas horizontales azules, rosas y amarillas, similares a las que obtenemos cuando la impresora se queda sin tinta. Lo que más puede llamar la atención aquí es la elección del punto en el que el artista ha decidido que se produzca el corte en cada una de las imágenes, que corresponde a su deseo de obligarnos a completar el cuadro en nuestra mente.
El Prado, en concreto los bodegones flamencos y españoles del siglo XVII, también le sirve de inspiración para Last meal on Death Row (2011). Al igual que en aquellas vanitas, las 13 fotografías que componen esta serie son recordatorios de lo efímero de la vida y de la certeza de la muerte, ya que estos bodegones contemporáneos representan las últimas cenas solicitadas por presos en el corredor de la muerte en una prisión de Texas.
En este capítulo dedicado a la Historia del arte hay también dos espectaculares zoótropos en 3D, obras que utilizan la técnica de la luz estroboscópica y el movimiento para crear una escena animada. Seria ludo (2016) es una bacanal en la que reina el caos mientras 180 figuras se mueven frenéticamente y All things fall (2014) se inspira en la Degollación de los Inocentes de Luca Giordano y es la forma en la que el artista representa el horror y la violencia que presente a lo largo de toda la historia de la humanidad y que ahora, con internet, ha pasado a formar parte casi de lo cotidiano. Trata de mostrar que los impulsos humanos más oscuros, sus instintos más básicos, siempre han estado ahí.
“Mat Collishaw. Dialogues”
PABELLÓN VILLANUEVA DEL REAL JARDÍN BOTÁNICO
Plaza de Murillo, 2
Madrid
Del 30 de marzo al 24 de mayo de 2019
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