Markus Lüpertz, nuevo salvaje

El Musée d´ Art Moderne de París presenta su primera retrospectiva francesa

Markus Lüpertz. Retrospective

MUSÉE D´ ART MODERNE DE LA VILLE DE PARÍS 11 Avenue du Président Wilson, 75116 Paris, Francia Del 17 de abril al 19 de julio de 2015

París,
Markus Lüpertz. Schwarz Rot Gold I - dithyrambisch, 1974, Kunstmuseum © ADAGP, Paris 2015
Markus Lüpertz. Schwarz Rot Gold I – dithyrambisch, 1974, Kunstmuseum © ADAGP, Paris 2015

Nacido en 1941, Markus Lüpertz inició su trayectoria artística a comienzos de la década de los sesenta, en un clima marcado, a nivel internacional y en Alemania, por la Guerra Fría y por la preponderancia del Expresionismo abstracto y el Pop Art de sello americano. Junto a A.R Penck, Georg Baselitz o Jörg Immendorff, decidió dejar un lado estos movimientos y abrir un camino propio que tuvo sus primeras representaciones, en 1964, en una serie de pinturas que calificó como “ditirámbicas”, término tomado de Nietzsche que también dio nombre a su Manifiesto ditirámbico en 1966. Proponían un retorno a la figuración sin perder rasgos abstractos: se trata de lienzos de gran formato, formas simplificadas y detalles magnificados en los que trató además de introducir innovaciones formales.

Los artistas citados, y también Anselm Kiefer o Sigmar Polke, se engloban normalmente en un colectivo denominado Neue Wilden (nuevos expresionistas o nuevos salvajes) que apostaron por trabajar, desde nuevos puntos de vista figurativos, temas como el paisaje o la figura humana y también por ofrecer al público una reflexión desde el arte de la convulsa historia reciente de su país.

Según Johannes Gachnang, en los pinceles de Lüpertz el término ditirámbico “llamaba la atención sobre un valor suplementario, un excedente de energía, de irradiación o de vitalidad que era capaz de agregar a sus cuadros”, en los que encontramos un cromatismo fundamentalmente oscuro y con un enorme valor expresivo.

A finales de los sesenta, esos trabajos de gran formato comenzaron a incorporar tonalidades más vivas, composiciones más complejas y un cada vez mayor número de referencias a la historia contemporánea, sobre todo la alemana, buscando enfatizar su objetividad. Cascos, flechas, caracoles y campos de trigo dan lugar a emblemas militares presentados a modo de vanitas mortuorias.

Ya en los ochenta, Lüpertz recurrió a figuras mitológicas y temas relacionados con la antigüedad y a préstamos visuales de grandes maestros como Poussin, Goya y Courbet para tratar de configurar su relectura personal del arte moderno y establecer un diálogo único entre la pintura y la escultura (que compaginó), la abstracción y la figuración, el pasado y el presente. Corot, Picasso, Matisse, Max Ernst y Giacometti, y también el arte barroco, son otros de sus referentes.

Markus Lüpertz. Kopf, 1981. © ADAGP, Paris 2015
Markus Lüpertz. Kopf, 1981. © ADAGP, Paris 2015

Entre 1980 y 1990, el alemán llevó a cabo un conjunto de esculturas mitológicas inspiradas en la estatuaria griega o la escultura votiva de los etruscos, alejadas en lo técnico de los procedimientos básicos de la escultura. Partió del modelado en cera o en yeso para, posteriormente, tallar las figuras y definir sus formas antes de fundirlas.

El uso de ambas técnicas se hace visible al espectador en el resultado final, que aúna la precisión del modelado con la espontaneidad de la talla, y es por esa razón por la que sus esculturas, a menudo policromadas con una energía de tintes expresionistas, transmiten una fuerte, y polémica en las interpretaciones de los críticos, noción de corporeidad.

Durante veinte años, entre 1988 y 1999, Lüpertz fue rector en la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf y su producción ha tenido un importante peso entre generaciones más jóvenes de pintores y escultores. Tras protagonizar amplias exposiciones en toda Europa (en España ya le han brindado retrospectivas el Museo Reina Sofía, el IVAM de Valencia o, más recientemente, el Museo de Bellas Artes de Bilbao), el alemán llega ahora a París. Su Musée d´ Art Moderne ofrece hasta el 17 de julio una antología compuesta por 140 trabajos representativos de su carrera, desde sus series de los sesenta hasta la reciente Arcadia, de 2012.

Esta última, como anuncia su título, vuelve a los orígenes; su obra realizada en los 2000 se compone de torsos o figuras masculinas desnudas, que retoman motivos de su primer repertorio, como el caracol, y de pinturas de paisajes que Lüpertz ha visto desde su estudio en Berlín. En ellos también incorpora desnudos masculinos de espaldas y alusiones a la estatuaria clásica griega.

No busca tanto representar el mundo sino reflexionar sobre él, generando para ello nuevas imágenes que, manteniendo un lenguaje contemporáneo, quieren alcanzar la trascendencia del arte clásico.

 

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