Luis Gordillo y la imagen nutricia

El Museo UNAV entabla diálogos entre su obra pasada y reciente

Pamplona,

Según Luis Gordillo, la muestra individual que desde ayer le dedica el Museo Universidad de Navarra, “Memorándum”, es la más ambiciosa sobre su carrera hasta ahora: bajo el comisariado de Sema D’Acosta, propone un diálogo entre sus trabajos más recientes, varios inéditos, y obras emblemáticas anteriores, y sobre todo posibilita un acercamiento al modo en que el sevillano se enfrenta al hecho creativo y a su atención a los caminos en que fotografía y pintura pueden retroalimentarse. En los procesos de este autor, las imágenes en construcción van definiéndose a partir de configuraciones internas a su vez paulatinamente gestadas; se sirve de la fotografía, ya desde los setenta, para buscar respuestas a cuestiones concretas surgidas mientras pinta, especialmente en relación con el color, y esos métodos han ido ganando peso con el tiempo, hasta convertirse en un ámbito de experimentación particular.

Aunque reúna piezas pasadas y actuales, no se ha planteado “Memorándum” como una antológica al uso sino como una exhibición muy libre, en relación con las propias maneras de trabajar de Gordillo, que ha hecho de la reinvención continua su sello, dejándose inspirar por un elenco muy variado de imágenes, desde las propias del cómic a otras tomadas de catálogos. No se estructura, el recorrido, conforme a criterios cronológicos sino más bien dialécticos, desde el propósito, en palabras de D’Acosta, de descubrir aspectos sintácticos y estructurales que sirvan para entender los modos de funcionamiento del artista, su manera de enfrentarse al hecho creativo con desprejuicio y máxima libertad, colocando siempre en primer lugar un tipo de praxis experimental que permite muchos desarrollos abiertos.

Luis Gordillo. Desojado, 2020
Luis Gordillo. Desojado, 2020

El recorrido, por tanto, tiene mucho de escenográfico y se pretende que el espectador adquiera en él un rol activo a la hora de desentrañar las tensiones y lazos susceptibles de surgir entre los trabajos del artista en relación mutua, atendiendo a una perspectiva doble: una, más amplia, de los temas más habituales en su carrera mediante la presentación de grupos de obras afines y otra que debe partir de la observación minuciosa de los desafíos y exploraciones nacidos en su estudio. Su manejo del color, la composición y la forma tiene como fin último generar sensaciones en profundidad.

José Luis Gordillo. Serie Luna, 1977
Luis Gordillo. Serie Luna, 1977

Aunque nuestros pasos por “Memorándum” han de ser libres, el Museo nos propone iniciar la visita contemplando Caras, Carotas, asunto este habitual en sus pinturas, fotografías y piezas gráficas que tuvo origen en 1963, en un collage fotográfico que sería su piedra de toque para elaborar una primera serie dedicada a cabezas en la que ya se vislumbraba su interés por estas como símbolo de nuestra psicología y centro de nuestros padecimientos.

La conocida serie Luna (1977), uno de sus proyectos fundamentales de los setenta, nace de la exploración en torno a un único motivo: la forma de la cara sin gesto de un personaje, cabeza que tendría más adelante idas y venidas varias en sus pinturas y fotos de aquel tiempo: conjuntos como Lábil (1974) y Nueva York (1975) o las series Blandas (1976) tienen su germen en el extraño individuo protagonista de Baño Dúplex (1974). Gordillo fotografió su cara en blanco y negro y colocó encima un cristal sobre el que fue dibujando y borrando distintos gestos.

A continuación nos esperan los proyectos en los que ha trabajado en el pasado confinamiento, en su taller de Guadarrama y ya pensando en esta exposición, a la que se ha referido Gordillo como un juego voluptuoso. Entre las pinturas, dibujos y collages de esta etapa destacan Chorus o Paolo Uccello; la primera serie consta de cuatro imágenes iguales que desprenden musicalidad; las que componen la segunda ofrecen narrativas diversas y acordes más físicos. A Pamplona también han viajado conjuntos realizados desde los 2000, esquivos a etiquetas, en cuanto a sus soportes, y a la reiteración.

En su proceso creativo podremos detenernos mejor a través de las propuestas derivadas de construcciones sumatorias. Trabajaba Gordillo en el recubrimiento con lonas de los andamios del Puente Romano de Córdoba, por encargo de la Junta de Andalucía, cuando sobre una prueba a tamaño real del proyecto cayeron, en su estudio, varios cuadros. El resultado le llevó a reflexionar sobre las tensiones derivadas de esa confluencia inesperada de imágenes y, desde entonces, aprovechando las posibilidades de las tecnologías digitales, ha trabajado a menudo con ese soporte, las lonas, para llevar a cabo dibujos o texturas de cuadros aumentados, por ejemplo en Cirugía esquimal o Martirologio cromático (2006).

Luis Gordillo. Paolo Uccello Four, 2020
Luis Gordillo. Paolo Uccello Four, 2020
Luis Gordillo. Cirugía esquimal, 2006
Luis Gordillo. Cirugía esquimal, 2006

Fijado el fondo artificial sobre el muro, sitúa encima uno o varios cuadros que transforman su fisionomía: lo vemos en Gentlemen’s stoicism, Gentlemen’s sensuality y Gentlemen’s ambiguity (2007).

La dualidad, el tránsito hacia direcciones aparentemente opuestas, es otra constante en su trabajo, nacido de labores tan intensas y sufridas, a veces, como expansivas otras. Gordillo se ha referido a esos contrastes como pintura horizontal/pintura vertical: hallándose ensimismado en la interioridad de un cuadro, dilucidando, puede que durante meses, cuestiones ligadas al color, el volumen o la profundidad, disecciona cada paso como un cirujano. A esa pintura lenta la llama vertical; en la horizontal, los procesos son más fluidos y menos esforzados.

En la Torre del Museo pamplonés veremos series que prueban con claridad evidente la esencia dinámica de su producción, derivada en parte de la convivencia de técnicas y soportes y de su citada retroalimentación. Fotografías, recortes de prensa, viñetas o cuadernos de dibujos infantiles, fragmentados y mezclados, pueden ser sustrato de sus obras, en contaminación perpetua, como, por otro lado, es propio de toda la cultura del siglo XX (y XXI).

Justamente en el inicio de nuestro siglo, el uso de cámaras digitales se generalizó y su empleo también tuvo consecuencias en el trabajo de Gordillo, que tomó con ellas instantáneas de su taller en distintos momentos para imprimirlas después. Si, en los setenta, el punto de partida de sus obras podían ser cientos de dibujos, hoy lo son imágenes que, además, interviene manualmente, y no en pantalla, solapándolas, recortándolas, pegándolas o manchándolas.

Y tampoco hemos de olvidarnos del ordenador, que ha permitido al sevillano investigar infinitas posibilidades combinatorias, derivas de tramas y subtramas, explosiones visuales en múltiples direcciones.

Luis Gordillo. Tríptico Payseyes, 2016
Luis Gordillo. Tríptico Payseyes, 2016

 

 

Luis Gordillo. “Memorándum”

MUSEO UNIVERSIDAD DE NAVARRA

Campus Universitario

Pamplona

Del 3 de febrero al 12 de septiembre de 2021

 

Comentarios