Lucía Vallejo, envolver lo que no ha de volver

La Galería Pilar Serra exhibe su obra por primera vez

Madrid,

 

Lucía Vallejo Garay. Cage, 2016
Lucía Vallejo Garay. Cage, 2016

Pliegues, curvas y sombras; la bilbaína Lucía Vallejo Garay crea, a partir de telas, pinturas expandidas que logran su tridimensionalidad desde el doblez. Ha presentado su obra en la Galería Maior, Distrito Cuatro (hasta su cierre) y Tabacalera y en ferias como ARCO, Art Cologne o Pulse New York, y este verano se estrena en la madrileña Galería Pilar Serra, que el 28 de junio abrió al público “Envolver lo que no ha de volver”.

Podemos considerar sus trabajos como pintura expandida, aunque quizá esa denominación recurrente no se ajuste ya a paños donde las fronteras entre disciplinas quedan completamente difuminadas: se retuercen y pliegan hasta convertirse en objetos de formas aparentemente independientes; nada nos hace pensar ya en cuadros más allá de la disposición de estas obras en la pared o su vertebración sobre cuerpos rígidos que, cuando son de madera, parecen bastidores deconstruidos, tan sujetos como las telas al dinamismo y la acción.

Y, sin embargo, y es una paradoja, resulta más posible encontrar en estas obras ecos de las caídas de telas de Van der Weyden, Van Eyck, Zurbarán o Caravaggio, Fra Angélico y El Greco que resonancias a escultores, sobre todo cuando conciben como neutrales sus materiales de trabajo.

De la exhibición de Pilar Serra forman parte ocho trabajos recientes en los que únicamente ha empleado tonalidades blancas y negras. Inevitablemente remiten a la melancolía, a la muerte, a los vacíos que dejan las ausencias -vacíos que las telas parecen intentar arropar – y por ello también a su reciente proyecto “Memento Mori” en Tabacalera.

Lucía Vallejo. Instalación Pantoja de la Cruz, 2016
Lucía Vallejo. Instalación Pantoja de la Cruz, 2016

Si fue empeño habitual de la escultura pétrea ceñir las telas al cuerpo logrando la naturalidad del viento o el agua, y Bernini o Sanmartino se esforzaron por insuflar aliento vital a la materia inerte; la propuesta de los artistas que, como Vallejo, cultivan la llamada pintura expandida parece ir en sentido contrario, procurando que sea el tejido (lienzo de lino, algodón o arpillera), el que adquiera las cualidades sólidas y contundentes de la piedra y sus ecos monumentales, sin renunciar por ello a la vida que suscitan las arrugas, la inmediatez y la captación de instantes detenidos que sugieren.

En sus obras se alterna lo que no tiene forma definida y lo geométrico, lo rígido y lo plástico, lo que evoca movimiento y lo que permanece estático. Y, en palabras de Óscar Alonso Molina, en algún momento del recorrido veremos flotar una gorguera o cuello de lechuguilla, y unas golillas de muñeca asociadas, flotando en el vacío, sobre fondo oscuro… Se trata de una pieza de singular efecto escenográfico, que se desliga con ello del conjunto seleccionado con su inmediata alusión a un cuerpo ausente marcado claramente por un cuello y unas manos inexistentes (gorguera y puños mantienen entre sí una relación previsible con respecto a la posición que ocupan en un cuerpo humano erguido).

 

 

“Lucía Vallejo. Envolver lo que no ha de volver”

GALERÍA PILAR SERRA

c/ Santa Engracia, 6 Bajo Centro

28010 Madrid

Del 28 de junio al 29 de julio de 2017

 

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