Luces, líneas y texturas. La Fundación Loewe se ha sumado este año a PHotoEspaña presentándonos la primera muestra en España de Lucía Moholy, que además de fotógrafa fue historiadora y escritora y que, por permanecer a la sombra de László Moholy-Nagy, con quien se casó en 1921, no ha sido reconocida hasta las últimas décadas.
Antes de su matrimonio, Moholy, nacida en 1894 en Praga y formada en Historia del Arte y en Filosofía, había trabajado como editora para diversas publicaciones, y tras él colaboró con Lászlo en la elaboración de sus experimentaciones fotográficas y sus trabajos teóricos. A raíz de la incorporación a la Bauhaus del húngaro, en 1923, Lucía documentó como fotógrafa las actividades del centro y el resultado de aquel trabajo fue excepcional. Gropius, entonces director de la escuela, valoró sus fotografías al punto de utilizarlas para documentar la actividad del centro, promover su filosofía y sus principios estéticos.
Lucía retrato a sus compañeros de la Bauhaus, fotografió el interior y el exterior de sus departamentos, primero en Weimar y luego en el edificio de Dessau (documentó su construcción), y también los productos que salieron de sus aulas, resaltando la funcionalidad de sus diseños.
Aquellas imágenes (una selección de las mismas, 48, son las que hasta el 30 de agosto pueden verse en la Fundación LOEWE bajo el comisariado de María Millán) aparecieron en su momento en las publicaciones oficiales de la Bauhaus y en prensa y muestran la audacia de Lucía Moholy a la hora de retratar tanto personas como objetos y espacios; también prestó atención a momentos cotidianos, fiestas y reuniones.
Abundan en su producción, ligada a la Nueva Objetividad, los primeros planos, que contrastan con fondos casi anodinos para captar con toda precisión las expresiones de sus modelos, los ángulos apenas vistos, el juego con los claroscuros y los contrastes, las distorsiones ópticas…en definitiva, la ruptura de los convencionalismos, una aproximación a la abstracción. El resultado genera tensión y un dinamismo que se adelantaría al desarrollo de la fotografía en los últimos años treinta y en los cuarenta.
Con el fin de potenciar el claroscuro y favorecer la riqueza y complejidad visual de sus imágenes, llegó a intervenir en ellas pintándolas tras el revelado, y para lograr que en sus obras se apreciase la riqueza cromática de blancos, negros y grises trabajaba con luz natural y prefería los días sin sol.
En 1933, tras el ascenso del nazismo, Lucía, checa de origen judío, escapó de Alemania hacia Gran Bretaña pasando por Praga, Viena y París; tras llegar a Inglaterra recaló en Estados Unidos y más tarde se afincó en Zürich donde colaboró con distintas publicaciones y, no solo eso, llegó a publicar, utilizando un pseudónimo, literatura de índole expresionista, y también trabajó en los ámbitos de la crítica y la educación. Durante aquellos años se dedicó además a recuperar sus negativos anteriores, que habían estado dispersos desde que dejó Berlín.
OTRAS NOTICIAS EN MASDEARTE: