Lo que revelan y ocultan las tablas flamencas de don José

El Lázaro Galdiano muestra los resultados de una exhaustiva investigación sobre su pintura flamenca de los siglos XV y XVI

Madrid,

El Bosco no solo creó quimeras a partir de animales, también de plantas, y la pintura flamenca de la colección Lázaro Galdiano tiene aún mucho por contar.

El Museo abre al público el día 17 una muestra estructurada a lo largo de sus tres plantas en la que nos invita a conocer tablas de los siglos XV y XVI oriundas de Flandes que por razones de espacio o conservación no se exhiben habitualmente al público y también a profundizar en los tres años de estudio y hallazgos que en torno a ellas, las que forman parte de la colección permanente y las que no, han realizado la comisaria jefe del centro, Amparo López, y el profesor de la Universidad Libre de Bruselas Didier Martens.

Como fruto de ese trabajo, arduo porque en muchos casos no existía documentación ni bibliografía, la mitad de las obras examinadas cuentan ahora con nuevas atribuciones y una decena han sido restauradas en el proceso, por eso la muestra se acompaña de un catálogo razonado donde nos presentan las novedades, un volumen que se completa con un interesantísimo estudio del botánico Eduardo Barba sobre las plantas que aparecen en ellas.

Lo ha recalcado Martens: el Lázaro Galdiano no responde al modelo convencional de los museos españoles; este centro, y en eso se asemeja al Bellas Artes de Bilbao, no cuenta con fondos de procedencia conocida, llegados a veces tras una desamortización, sino que se acerca a los museos americanos por estar integradas sus colecciones por obras compradas en el mercado del arte internacional cuyo, origen, por tanto, puede no ser claro.

Las tres salas que acogen la exposición remiten a focos fundamentales de producción artística en Flandes, donde estas obras nacieron: a las Escuelas de Brujas y Bruselas (tercera planta), a la de Amberes (en la segunda) y a ‘s-Hertogenbosch, porque El Bosco y quienes en él se fijaron protagonizan la sala de la exposición en la primera planta.

Adriaen Isenbrant.  Virgen de la leche. Museo Lázaro Galdiano
Adriaen Isenbrant. Virgen de la leche. Museo Lázaro Galdiano
Gerard David. Virgen con el Niño. Museo Lázaro Galdiano
Gerard David. Virgen con el Niño. Museo Lázaro Galdiano

El recorrido es extenso. Si lo comenzamos por la tercera planta, nos recibirá una Madonna de Gerard David: tras examinar el dibujo subyacente, se ha comprobado esa autoría. La tradición reza que procede de La Rioja, y es posible que sea así, porque la pintura flamenca alcanzó gran difusión en el s XVI y sus tablas lograron un importante éxito comercial.

Junto a ella veremos dos tablas también religiosas de un discípulo de Memling (discípulo que no seguidor, porque es evidente que conocía a fondo su estilo) y comparten con ellas vitrina trabajos de Adriaen Isenbrant: tres Vírgenes con niño, dos de ellas con paisaje al fondo, que sabemos que José Lázaro compró en los años veinte. Y fue uno de los primeros coleccionistas en adquirir su obra de forma sistemática, tanto que Martens ha calificado al Galdiano como pequeño museo Isenbrant.

En la segunda planta destacan media docena de tablas, muy elegantes, del llamado Maestro de las Medias Figuras, un artista que trabajó en serie y de cara al mercado (seguramente el español), sin un destinatario conocido. De sus seis obras aquí, dos, más pequeñas y muy delicadas, las veréis en vitrina y no colgadas: una Virgen con niño y otra Virgen en oración. La capacidad de este pintor para introducir variaciones sobre un mismo tema y esquivar la repetición roza el virtuosismo.

Su vecino de sala es el Maestro Johannes, un artista de Brabante del que solo conocemos su nombre de pila y el de su mujer (María Hoesacker), que trabajó en el entorno de Amberes a principios del siglo XVI y que es autor de un retablo, hoy en el Museo de Ávila. Produjo imágenes de iconografía bastante compleja, y una es La visión de la descendencia de Santa Emerencia en Monte Carmelo. Santa Emerencia era la madre de Santa Ana y visitaba a menudo ese lugar.

Johannes ilustra, de manera libre, una leyenda según la cual la santa contó a los frailes carmelitas del Monte que su madre quería casarla en contra de su voluntad y estos tuvieron una visión: la de su descendencia creciendo de las ramas de un árbol (Santa Ana, la Virgen María y Jesús).

Maestro Johannes. La visión de la  descendencia de  santa Emerencia en  Monte Carmelo, primer tercio del s XVI. © Museo Lázaro  Galdiano
Maestro Johannes. La visión de la descendencia de santa Emerencia en Monte Carmelo, primer tercio del s XVI. © Museo Lázaro Galdiano

Entre las obras que ya se exponían en el Lázaro Galdiano destaca un tríptico de Quentin Metsys, con la novedad de que ahora podemos verlo por delante y por detrás: se trata de un Descendimiento de la Cruz, y su estructura conserva la fábrica original, con sus biseles y marcos de ranura de roble y con una incisión en forma de W en la tabla central. El rostro es representativo de los que este pintor solía aplicar a Cristo.

Y entre los trabajos que han sido restaurados coincidiendo con esta presentación podemos citar la peculiar Sagrada Familia del Maestro del Papagayo, especial por las expresiones poco complacientes de la Virgen y san José junto a su hijo y por el bodegón que tienen delante. Es muy semejante a una Virgen con Niño que conserva el Kustmuseum de Basilea, muy probablemente del mismo autor.

El Bosco. Meditaciones de san Juan Bautista (fragmento), hacia 1495. Museo Lázaro Galdiano
El Bosco. Meditaciones de san Juan Bautista (fragmento), hacia 1495. Museo Lázaro Galdiano

Estos maestros de Brujas, Bruselas y Amberes aún tienen mucho que decir (y los estudios emprendidos por Martens y Amparo López seguirán en marcha), pero quien seguramente atrapará más miradas en el Lázaro Galdiano será El Bosco (e hijos artísticos). Una de las salas de la primera planta reúne sus célebres Meditaciones de San Juan Bautista, de autoría confirmada y muy querido, tras los trece años que costó recuperarlo después de cederlo para una exposición en Rotterdam, en 1936; La coronación de espinas, obra de un seguidor, y La visión de Tondal, también restaurada para la ocasión y probablemente salida de su taller.

La primera, Meditaciones de San Juan Bautista, misteriosa por su contenido y delicadísima por su ejecución, fue realizada por encargo de un donante: radiografías y reflectografías encontraron su rastro bajo la misteriosa planta junto al santo. Y esa planta también guarda su misterio: Eduardo Barba ha llegado a la conclusión de que se trata de una quimera formada por, más o menos, una decena de especies: espinas de rosa, sello de Salomón, hojas de lúpulo, majuelo… y otras más extrañas que, según este botánico, prueban el buen conocimiento del artista de la naturaleza de su entorno.

Hay más: en la versión de La coronación de espinas – según la dendrocronología, la más antigua de las existentes, copia directa del original bosquiano hoy en la National Gallery – encontramos una original lavanda copiada del natural. Se ha descubierto que esta pintura, ahora restaurada, procede de los Carmelitas Descalzos de Salamanca.

Y en la enigmática La visión de Tondal, síntesis de múltiples referencias iconográficas, de un sueño iniciático y de los siete pecados capitales, conviene que nos fijemos en la hojarasca que rodea al hombre-montaña: remite a los paisajes arquitectónicos del Jardín de las Delicias.

¿Interesados? Pronto el Museo Lázaro acogerá un congreso en el que historiadores del arte debatirán sobre todo lo que han contado y pueden contar las tablas flamencas de su colección.

 

“Una colección redescubierta. Tablas flamencas del Museo Lázaro Galdiano”

MUSEO LÁZARO GALDIANO

c/ Serrano, 122

Madrid

Del 17 de noviembre de 2017 al 25 de febrero de 2018

 

 

 

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