Las matemáticas sensoriales de Oswaldo Maciá

A Oswaldo Maciá comenzamos a conocerlo hace casi quince años: en 2003 presentó en el Museo Reina Sofía “Algo pasa por encima de mi cabeza…”, un proyecto concebido a modo de sinfonía a partir de la trasposición del canto de los pájaros a una melodía orquestal. Entonces ya podíamos comprobar el interés de este artista colombiano por el desarrollo de los procesos sensoriales y por las formas menos elaboradas y conocidas de adquirir conocimiento: las subliminales.

Desde entonces han sido frecuentes sus exploraciones de las relaciones entre nuestros sentidos (es un amante de la sinestesia) y de las paradojas y nuevas analogías que podemos obtener de esos vínculos, y esos intereses quedan también patentes en “Ecuaciones”, la muestra que el CAAM de Las Palmas le dedica hasta junio y que comprende una selección de instalaciones elaboradas a partir de esculturas realizadas en las últimas dos décadas a partir de imágenes y sonidos, objetos y olores; esto es, de lo material y lo inmaterial.

Nos encontramos ante trabajos que cuestionan hasta qué punto podemos fiarnos de nuestros sentidos a la hora de percibir la realidad exterior, de obtener información sobre nuestro entorno y de tomar dicha información como fuente de conocimiento.

En sus palabras: Como seres humanos que somos, nos gusta pensar que sabemos. ‘Lo sé’ es una expresión cómoda. No saber resulta incómodo. Es el inicio de un problema. En mi trabajo aspiro a suscitar preguntas que no puedan despacharse ni descartarse con un simple ‘Lo sé’. Esa expresión aniquila las preguntas y es la antítesis de la creatividad o el progreso. La vista, nuestro sentido primordial, debe evitarse. El mundo visual se encuentra saturado de un simbolismo simplista, fácilmente reconocible y discutible con lo que ‘se sabe’. La visión está llena de ‘lo sés’. En mi trabajo, el elemento visual debe contemplarse como un dispositivo enmarcador. La vista es el pedestal que sostiene la obra para que el público la experimente.  

Maciá, que reside en Londres, se considera fundamentalmente escultor aunque no lo sea en el sentido canónico del término: sus piezas enlazan con la poesía, la música y la filosofía, pues su estudio de nuevos lenguajes para lo escultórico trasciende el ámbito de las artes plásticas.

En Las Palmas recibe al espectador La fábula del viento, creada específicamente para la Sala San Antonio Abad. Se trata de una composición circular acusmática que quiere introducir al espectador, alegóricamente, en un espacio de mar y viento subrayando todo el valor metafórico de estos elementos en lo relativo a idas y regresos, viajes y permeabilidad de las ideas. ¿Acusmática por qué? El asunto viene de Pitágoras, que enseñaba a sus alumnos oculto por una cortina para que su presencia no les distrajese.

Con el sonido y el olfato juega, en la planta alta, Bajo el horizonte: una bañera nos sirve para reflexionar sobre su línea incomensurable y sobre su valor como punto que calibra el potencial de nuestra vista; y en el patio se presenta Volucrario, un conjunto de una decena de impresiones sobre lienzo que representan aves ya extinguidas o en proceso de estarlo. Maciá las ha tomado de bestiarios y con ellas homenajea a los autores de los tratados medievales dedicados a pájaros.

 

A la hora de plantear esta pieza le sirvió de inspiración el libro Jardin de Santé de Jean de Cuba, un médico francés que, en el s XV, describió en este volumen más de un centenar de aves atendiendo a los rasgos que les asignaban los clásicos.

Esta exposición canaria le llega a Maciá tras presentar, el pasado 3 de febrero en Bogotá, la escultura pública sonora Escenario en construcción, con la que ganó un concurso convocado por el Ayuntamiento de la capital colombiana con ese fin.

 

Oswaldo Maciá. Ecuaciones (Esculturas olfativo-acústicas)

CAAM. CENTRO ATLÁNTICO DE ARTE MODERNO

Los Balcones, 11

35001 Las Palmas de Gran Canaria

Del 9 de febrero al 18 de junio de 2017

 

 

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