La radice del Domani: nuestros pasados romanos

Los becados por la Academia de España en Roma en 2017-2018 exponen en la Real Academia de San Fernando

Madrid,

Han devorado Roma con los ojos, con los pies y con todos los sentidos, según Ángeles Albert, directora de la Real Academia de España en la capital italiana, y el fruto de esa experiencia de los 23 artistas e investigadores becados por esta institución en 2017-2018 se ha materializado en proyectos que, como viene ocurriendo en los últimos años, se expanden más allá de las artes plásticas para acercarse a la moda, la música, el teatro o el cómic.

Una parte, pequeña pero representativa, del trabajo desarrollado en torno al templete de San Pietro in Montorio por estos autores podemos verlo, desde mañana, 7 de junio, al 14 de julio, en dos salas de otra Real Academia, la de Bellas Artes de San Fernando, en una muestra “La radice del Domani”, comisariada por el arquitecto, becado también en su día en Roma, Jesús Donaire.

El título de la muestra (en castellano, La raíz del mañana) hace referencia a la ciudad de las siete colinas como origen de nuestra cultura, como meca a la que cada año, desde hace casi siglo y medio, acuden artistas y pensadores esperando reinterpretar esos lazos. También cuentan con larga tradición sus posteriores exposiciones en España, de importancia vital cuando no proliferaban las posibilidades de conocer en nuestro país los desarrollos artísticos del resto de Europa.

La apertura reciente hacia nuevas disciplinas ha contribuido a que la Academia española, y esta convocatoria, queden convertidas en un laboratorio de referencia de lo que nuestros creadores pueden producir. Todos llegan a Roma con un proyecto más o menos definido entre manos, aquel con el que son escogidos, pero todos, asimismo, terminan ampliando posibilidades y pensando en otros registros una vez que se asientan allí. Raro es el caso en que estas residencias no han supuesto claros pasos adelante, cuando no transformaciones profundas, en las carreras de los becados.

Repasamos a continuación sus propuestas, en el orden aproximado en que las encontraréis en la exhibición de la Academia, y la primera es teatral.

Ana Zamora, fundadora de Nao d’Amores, colectivo de profesionales que investiga y pone en escena teatro medieval y renacentista, ha celebrado el quinto centenario de la edición italiana de la Propalladia, compendio de obras de Torres Naharro, autor extremeño que escribió casi toda su producción teatral en Roma pero al que muy pocas veces se ha llevado a las tablas.

Más que desarrollar un trabajo estríctamente académico, ha buscado Zamora referentes para reivindicar el rico, y abierto, panorama teatral de la Italia de principios del siglo XVI y también nuestro teatro prebarroco. Entiende que la razón del olvido relativo de Torres Naharro es precisamente nuestra tendencia a interpretar su obra desde la poderosa tradición barroca, y no desde el contexto italiano del teatro popular que él conoció. El fruto de esa labor ha sido Comedia Aquilana, obra coproducida con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que continúa en gira y cuyo vestuario ha sido premiado en los Max.

Santiago Pastor es uno de los arquitectos representados en la muestra. Su propuesta se llama Restauro de puentes romanos (siglos XIX y XX): ha analizado los sistemas constructivos de los puentes sobre el Tiber, comparándolos con los españoles contemporáneos e investigando así los conflictos entre lo antiguo y lo moderno, entre la funcionalidad y la monumentalidad.

El vallisoletano Abel Paúl, compositor de amplia trayectoria, trae a San Fernando La escucha itinerante, parte de un ciclo de cuatro piezas musicales, escrita cada una de ellas para un espacio concreto de la Academia romana. Sus compases tienen cierta relación con descripciones de De Architectura, el tratado de Vitruvio, y en conjunto proponen un recorrido sonoro por las salas del edificio.

María Teresa Chicote es una de las dos investigadoras italianas entre los becados. Su proyecto se llama Los Marqueses de Villena y el Papado (1445-1529). Manipular la memoria histórica a través del arte y parte de dos premisas básicas: que la noción de memoria histórica puede llevarse a otros terrenos distintos a los habituales y que la combinación de imagen y palabra permite obtener resultados más interesantes en cualquier estudio. Recopiló primero fotografías y testimonios visuales relacionados con monumentos nacidos del auspicio de los Marqueses de Villena en los siglos XVI y XVII y después la bibliografía existente sobre ellos; a continuación, visitó a menudo el Archivo Secreto del Vaticano para localizar los documentos que tuvieran que ver con las fundaciones religiosas de los Marqueses y con sus relaciones diplomáticas con la propia Santa Sede. Por último, aunó el estudio de documentación y monumentos para lograr profundizar en los motivos de la construcción de estos y visualizarlos en su estado original.

Javier Hontoria, recientemente nombrado director del Museo Patio Herreriano de Valladolid, también fue uno de los becados. El además crítico de El Cultural investigó sobre la figura de Gianfranco Baruchello, artista fundamental del siglo XX en Italia, menos conocido fuera de sus fronteras. Su trabajo tiene que ver con diversas corrientes, pero no puede adscribirse a ninguna; Hontoria lo analizó desde un punto de vista curatorial y organizó en torno a él una exposición en la Academia romana.

Roberto Coromina. Iam tandem Italiae fugientes prendimus oras
Roberto Coromina. Iam tandem Italiae fugientes prendimus oras

El proyecto más colorista de la exhibición corrió a cargo del zaragozano Roberto Coromina y se llama Iam tandem Italiae fugientes prendimus oras. Se trata de un políptico inspirado en los antiguos cuadernos de viaje: consta de una sucesión de lienzos cuadrados cuyas medidas se corresponden con las de las ventanas de su taller romano: 45 x 45 centímetros. Llevó a cabo una cada día, durante nueve meses, esto es 273 piezas (en la muestra no veremos todas) y las vacías se corresponden con los días que no pintó.

El motivo es siempre el mismo: un círculo generador de infinitas posibilidades, que alude al Panteón, la astronomía o la misma historia de la pintura. Pero sus tonalidades tienen que ver con momentos vitales: los colores cambiaron, y se hace muy evidente, a raíz de la muerte de su hermana.

Elena Trapanese es la otra investigadora italiana becada. Ella se ha centrado en la recuperación y puesta en valor del material visual, radiofónico o periodístico conservado en los archivos romanos y vinculado a los exiliados españoles en Italia tras la Guerra Civil. Ha encontrado –y nos enseña– imágenes inéditas de una exposición de Picasso en Valle Giulia en 1953 y también ha podido terminar una publicación dedicada al exilio romano de María Zambrano, así como un conjunto de rutas, literarias o románticas, de los lugares por donde pasaron Alberti, María Teresa León, familiares de Azaña, la propia Zambrano, etc.

La pamplonesa Miren Doiz es bien conocida por los atentos al arte joven en nuestro país. Ella también pasó por Roma el año pasado y nos presenta aquí “Reediciones”, un trabajo que tiene que ver con anteriores proyectos sobre sus propios catálogos y sobre lo adecuado o no de descontextualizar las obras de arte reproduciéndolas.

En esta ocasión, ha trabajado con las nociones de reproductibilidad, alteración y ausencia de contexto para alumbrar una obra nueva: se ha servido de catálogos publicados por la Academia como material de instalaciones que conectan su labor con la de anteriores becados, pero que ante todo llaman la atención sobre el carácter residual del catálogo como objeto.

A continuación, encontraremos grandes fotografías dedicadas a parejas italianas de tango: son obra de la bilbaína Leire Mayendía, en el marco de su proyecto Fuimos. Por un lado, ha explorado la influencia de la inmigración italiana en Argentina en la construcción social del tango; por otro, la fascinación por esta música en Italia. Plantea, además de un vídeo, siete escenas en las que ha acentuado la profundidad mediante procedimientos digitales y la composición del suelo.

La música regresa con Nuria Núñez y El sueño del señor Rodari. Se trata de una ópera para niños inspirada en la obra, literaria y pedagógica, de Gianni Rodari y que también tiene mucho de concierto interactivo. Llegó a interpretarse en el Templo de Bramante, con una cuidada escenografía.

El cine también ha formado parte de esta edición de las becas. La venezolana María Gisèle Royo nos ofrece Auspicia, un filme que nace de su contacto con el resto de los residentes y que tiene que ver con la caída fortuita de un árbol en la Academia que dejó a la vista sus raíces.

Se trata de un largometraje nacido de su investigación sobre los rituales de los augures para otorgar el poder y de la puesta en relación de estos con los pasos que todos seguimos a la hora de tomar decisiones importantes. Atención a los estorninos.

Y, de nuevo, arquitectura. María Esteban Casañas, en Barroco computacional: una reinterpretación contemporánea del ornamento arquitectónico en Roma, se centró en la cúpula de la iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane de Borromini para desarrollar, a partir de ella, varias versiones en 3D, unas más recargadas y otras menos. Se trata de ornamentos computacionales, reinterpretados a través de sistemas paramétricos: se extrapola el ornamento barroco a la contemporaneidad.

En la Sala de los grabados de Goya en la Academia encontraremos el proyecto que mejor dialoga con ellos: Una vida de mosca de Javier Sáez Castán, autor de cómics e ilustrador. Su propuesta cruza los géneros entre la historieta, la historia natural y el folleto turístico, notas a las que Roma sumó lo metafísico.

Trabajó sobre manteles de pizzerias, un material muy delicado, y la presentación en una vitrina deja ver fallos y pegados con celo, aspecto muy interesante, por lo que aportan en cuanto a dimensión temporal, que se perderán cuando esta obra desemboque en una publicación, intención primera del artista. Sáez Castán confía en regresar a Roma para dar a este proyecto un último empujón.

Javier Sáez Castán. Una vida de mosca
Javier Sáez Castán. Una vida de mosca

En la segunda sala habilitada en la Academia para esta exposición veremos las dos últimas pinturas que Álvaro Negro realizó en Roma, junto a una cruz y dos piezas más pequeñas. El título de su propuesta ya avanza su tema: La presencia pictórica como motivo. Se ha fijado este autor gallego en cómo clásicos como Giotto, Cimabue o Fra Angelico hicieron posible la correspondencia en su obra entre lo corpóreo y lo espiritual; ha observado doradas palas de altar y la penumbra de las iglesias para pintar inspirándose en ese limbo donde la vibración de la luz causa registros inesperados.

En Roma también se ha interesado Negro por la historia del arte en paralelo que ofrecen los marcos como elemento metapictórico que es, a su vez, límite pictórico.

La ecuatoriana Milena Rossignoli es autora del proyecto más claramente vinculado al arte povera en esta exhibición: Excurtiare. Ha trabajado con telas dejadas a la intemperie para transmitir a partir de ellas la idea del paso del tiempo; ha reproducido, con forja y de nuevo tela, una ventana del claustro de la Academia, y a través de una piedra alude a las esencias de Roma. El resultado del conjunto, que se completa con vídeo, es estéticamente muy potente.

La abulense Julia de Castro, por su parte, presenta La retorica della puttane. Partiendo de la obra del mismo título de Pallavicino (que le costó al autor su decapitación), entendió que la palabra de las prostitutas genera un rechazo mayor que su actividad o sus cuerpos, por eso ha querido que las escuchemos, centrándose en las que lo son voluntariamente y haciéndonos pagar por ello.

Angela Bonadies ahonda en el valor estético de la grieta en Una opera al giorno, serie de fotografías inspiradas en trabajos de Alighiero Boetti en las que sugiere cómo simples líneas o fronteras, aparentemente anecdóticas, implican modos de mirar, de percibir luces y espacios, de forma distinta.

Inma Herrera. Magnetismo en transición. Ribera-Tiépolo. Sublimiore loco sacrificium
Inma Herrera. Magnetismo en transición. Ribera-Tiépolo. Sublimiore loco sacrificium
Miguel Leiro. CIvitá
Miguel Leiro. CIvitá

Inma Herrera ha explorado en Magnetismo en transición los estadios que forman parte de la producción de una imagen a partir de la obra de un italiano que conoció España y la de un español que conoció Italia: Tiépolo y Ribera. Inspirándose en su imaginería barroca y partiendo de los procesos del aguafuerte, ha entrecruzado el grabado con la escultura, el vídeo y la instalación, asimilando tinta y piel y generando sugerentes vínculos entre lo que vemos y lo que no.

La propuesta pictórica de Miguel Marina, La X no marca el lugar, destaca por su sutileza. Como Sáez Castán, él también trabajó sobre los frágiles manteles de pizzeria en obras necesariamente delicadas basadas en sus caminatas, exploraciones y descubrimientos romanos, en forma de marcas, huellas, estratos.

Esta vez, la vertiente del diseño la representa entre los becados el gallego Miguel Leiro, licenciado justamente en Diseño Industrial. Presenta Civitá, un proyecto inspirado en el triclinium romano y en el patrimonio de la dinastía Julio-Claudia. Los objetos aquí presentes remiten, por un lado, a los valores sociales y artísticos de aquella etapa del Imperio Romano; por otro, conectan con el mundo moderno.

Hace poquito fichamos a Juan Baraja y entonces nos habló de su trabajo en Il Corviale, un edificio de vivienda pública romano que no dio los frutos en principio planificados, pero sí ha dado otros. Las fotografías de este autor toledano también están dominadas por la sutileza: es evidente su atención a los detalles, al cariz poético de los materiales, del impacto de la luz en ellos, de la geometría y del color en un ambiente del que sería más fácil destacar su rudeza. Estas imágenes tienen ecos pictóricos.

Ponen punto y final a la muestra las propuestas de Javier Arbizu y Cecilia Molano. El primero, en Neomedievo, ha articulado un proyecto entre lo pictórico y lo escultórico que relaciona las estéticas y filosofías medievales con las contemporáneas: lo que une nuestros asombros y misterios. El acero es plegado y convertido en geometría y las esculturas, que podrían parecer fragmentos hallados en ruinas, corresponden a un brazo de Julia de Castro y a los pies de Milena Rossignoli. La segunda ha compuesto un proyecto escénico sobre la relación entre escritura, cuerpo e imagen basándose en El artículo de las luciérnagas de Pasolini, en el que estos insectos se conciben como luces de resistencia, pequeñas, frente a la cegadora luz de la cultura de masas. En Roma desarrolló pases performativos que se recrean ahora en la Academia de San Fernando.

Cecilia Molano. Luciérnagas
Cecilia Molano. Luciérnagas

 

“La radice del domani. Real Academia de España en Roma”

REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN FERNANDO

c/ Alcalá, 13

Madrid

Del 7 de junio al 14 de julio de 2019

 

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