La madurez de Victoria Civera

Moisés Pérez de Albéniz expone su obra reciente

Madrid,
Victoria Civera. Boreal, 2015
Victoria Civera. Boreal, 2015

La primera muestra de 2016 en la Galería Moisés Pérez de Albéniz está dedicada a la pintura reciente de la artista valenciana Victoria Civera: pinturas realizadas en su mayoría sobre metal o collages sobre aluminio y lona en los que de nuevo funde la abstracción y la figuración. Transmiten recogimiento, una atmósfera íntima y priman los grandes formatos, aunque también encontramos objetos de menor tamaño, piezas en madera o plástico y pequeñas planchas.

La exhibición lleva el título de “Boreal”, permanecerá abierta hasta el 23 de marzo y se estructura en tres bloques: el correspondiente a Exterior, con paisajes vistos y concebidos desde fuera y paisajes habitados por figuras en tránsito vital que observan y se autodescubren; Refugio, que, como su nombre indica, incluye lugares de reflexión o recogimiento donde habitan “luciérnagas encerradas y oscuras piedras del deseo e ilusión boreal” y un tercero protagonizado por la obra Eje Polar, una columna que atraviesa el espacio vertical de la película y que aparece sobre un círculo con material de espejo.

Victoria Civera. Doble vacío, 2015. Saro
Victoria Civera. Doble vacío, 2015. Saro

La exposición habla, así, del adentro y del afuera, en el propio cuerpo y en el paisaje, de lo privado y lo ajeno, la soledad en medio de la comunicación, la necesidad de un lugar donde meditar.

La pintura es la base de la producción artística de Civera, que también ha trabajado en otros lenguajes. Se formó en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, donde, junto a Juan Uslé, experimentó con la fotografía, el fotomontaje y el happening. Más tarde se volcó en la realización de pinturas de estilo neoexpresionista y, ya en los años ochenta, aumentó de manera considerable el tamaño de sus obras.

Tras un periodo en el que cultivó el Simbolismo Abstracto, se instaló Civera en Nueva York en 1987, de nuevo con su marido Juan Uslé, con quien trabajó en proyectos que alternaban la fotografía, el fotomontaje y la pintura.

Allí, en Estados Unidos, sus planteamientos plásticos experimentaron cambios significativos; su pintura comenzó a desarrollarse en pequeños formatos y prestó una mayor atención al espacio. En cuanto a cromatismo, viró hacia tonos sutiles, colores apagados y una iconografía abstracta, que concedió a su producción intimidad.

Victoria Civera. Tan lejos, 2015
Victoria Civera. Tan lejos, 2015

En esta fase, sus pinturas evolucionan hacia lo objetual e incorporaron materiales como el yeso, el algodón, el lino, la seda o el terciopelo, además de objetos con los que formuló un nuevo canal de comunicación. Trabajó entonces también en los ámbitos de la escultura y la instalación.

Ya en los noventa no abandonó la pintura pero sí se centró en la creación de instalaciones basadas en la utilización de objetos de uso cotidiano.

 

 

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