La Gran Odalisca, primer Ingres en el Museo del Prado

El día 24 el centro abrirá su primera monografía en España

Madrid,

La Fundación AXA ha renovado hoy, en un acto en el Museo del Prado, su compromiso de colaboración con la pinacoteca como miembro Benefactor de su programa de grandes exposiciones durante cuatro años más. La firma ha coincidido con la instalación de la primera obra de la gran muestra sobre Ingres que el Prado inaugurará el 24 de noviembre: La Gran Odalisca.

Esta exhibición también contará con el patrocinio de AXA.

No se conserva ninguna obra de Ingres en colecciones públicas de nuestro país, de ahí la importancia de esta muestra, organizada en colaboración con el Museo del Louvre y el del artista en Montauban, que será también la primera monográfica del pintor francés en España. Nos permitirá relacionar su trabajo con los movimientos artísticos de su época (neoclasicismo, romanticismo y realismo), aunque el pintor rechazó supeditar su libertad a las directrices de estas tendencias.

Formarán parte de esta antología más de sesenta obras llegadas de fondos belgas, ingleses, norteamericanos e italianos y que prestará especial atención al virtuosismo de sus retratos: podremos ver los de Monsieur Bertin, La Condesa de Haussonville o Napoléon I en su trono imperial, y también pinturas de historia y obras de temática puramente literaria como Baño turco o la citada Gran Odalisca, que ya cuelga en una de las salas del Prado y que ha salido muy excepcionalmente de París.

Carlos G. Navarro, comisario de la exposición, ha explicado la azarosa historia de esta obra que Caroline Murat encargó a Ingres en 1813 y que formaba pareja con otro desnudo femenino que no se conserva, este frontal y dedicado a la Bella Durmiente. En la Gran Odalisca se unen el deseo de Ingres de representar un ideal de desnudo femenino con su voluntad de representar una carnalidad sin excusas, sin argumentos que justifiquen la desnudez de la modelo, su “pura sensualidad”.

La inclusión del desnudo en esta obra, y de ahí las críticas que cosechó cuando fue presentada en el Salón de 1819, obedece a un ejercicio de placer en la representación pictórica y no es fruto de la búsqueda de la expresión, a través de un cuerpo musculado y proporcionado, de la racionalidad del ser humano. De hecho en el cuerpo de la modelo podrían encontrarse fallos si atendemos a su realismo: hay quién quiso encontrar en él tres vértebras de más.

Luis XVIII sí supo apreciar la pieza y al parecer afirmó que lo único imperfecto en ella era la forma en que estaba conjugado el verbo pintar en la firma de Ingres. De hecho el monarca intentó comprar la obra, sin éxito. Se hizo con ella un banquero adinerado y de sus manos pasó por las de varios coleccionistas antes de completar las colecciones del Louvre, que la expuso frente a otro ilustrísimo desnudo, el de la Olimpia de Manet.

La Gran Odalisca de Ingres, ya en el Museo Nacional del Prado
La Gran Odalisca de Ingres, ya en el Museo Nacional del Prado

 

Desde entonces La Gran Odalisca solo ha salido de los muros del centro parisino con motivo de las dos Guerras Mundiales y en dos ocasiones más, la última en 2003, año en que formó parte de una exposición en Roma.

Para los artistas posteriores a Picasso, esta obra fue referente de un ideal de belleza y los colectivos feministas la han tomado también como imagen reivindicativa (Guerrilla Girls).

¿Qué obras acompañarán La Gran Odalisca en la sala donde hoy se ha colgado en el Prado? Roger liberando a Angélica, que también pudo verse en el Salón de 1819 y que sí adquirió Luis XVIII, un dibujo preparatorio de la Odalisca en el que se unen el dibujo al natural de la modelo y  el ya idealizado y una versión en grisalla donde plasmó sus ideas sobre La Gran Odalisca final, además de bocetos de la lucha de los monstruos que aparece en Roger liberando a Angélica.

Ingres manejaba la idea, quizá por la influencia de su amor por la música, de que la repetición era la vía más correcta para alcanzar la perfección.

 

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