A finales del año pasado os avanzamos que la Fundación Juan March había iniciado las obras de remodelación del Museo de Arte Abstracto de Cuenca, fundado hace justo medio siglo por Fernando Zóbel, Gustavo Torner y Gerardo Rueda.
El pasado 3 de junio, esta institución presentó la primera fase de esa reforma, que pretende racionalizar los espacios del centro y devolver la mayor parte de ellos a sus usos iniciales. La renovación ha afectado a una parte del edificio del Mesón Casas Colgadas, propiedad del Ayuntamiento de Cuenca, que ha cedido el uso del antiguo comedor de la última planta del mesón a la Fundación Juan March. El resto continuará acogiendo un espacio de restauración.
Al exterior no se modifica nuestra percepción de los edificios, y la morfología interior y las conexiones ya existentes entre las distintas plantas y sedes se han transformado sutilmente para mejorar la accesibilidad, los recorridos y la funcionalidad museística. Escalas y proporciones tampoco se han modificado.
En lo fundamental, la intervención desarrollada hasta ahora ha consistido en la apertura de una nueva sala y la reordenación optimizada de los espacios del centro que ya estaban abiertos al público. En cuanto al primero, se trata del mencionado del antiguo comedor del Mesón de las Casas Colgadas, ganado para mostrar los fondos del Museo. Gracias a la ampliación, podremos ver en Cuenca lienzos de mayor tamaño, tan propios de la tradición abstracta, y nuevas esculturas: obras de Elena Asins, Eduardo Chillida, José Guerrero, Josep Guinovart, José María de Labra, Jorge Oteiza, Gerardo Rueda, Susana Solano, Soledad Sevilla, Gustavo Torner y Fernando Zóbel.
Por otro lado, en lo relativo a la reordenación y modernización de los espacios abiertos al público, hay que subrayar la reconversión de las salas dedicadas hasta ahora a muestras temporales en espacios multiusos, tras recuperar sus vanos para que se adentrase por ellos la luz natural de la hoz del Huécar. En un pequeño auditorio se celebrarán diversos actos y actividades y en algunos de estos espacios también se instalará una biblioteca y el archivo y centro de documentación del Museo.
Junto al centro de documentación se dispondrá un taller donde se desarrollarán los programas educativos del centro y el último de los espacios del recorrido del Museo será un nuevo espacio ampliado y acondicionado técnicamente en cuanto a iluminación, humedad y temperatura para destinarse a exposiciones temporales.
En cuanto a accesos, el Museo cuenta desde ahora con una nueva entrada principal y con otra con acceso directo a la Sala Multiusos y al taller del programa educativo, además de con una librería-tienda mejorada y con aseos más modernos.
En paralelo, la Fundación March acaba de presentar la nueva edición, corregida y aumentada, del catálogo del museo conquense; la reedición bilingüe, en colaboración con la Harvard University Press, del libro de Fernando Zóbel Cuenca: Sketchbook of a Spanish Hill Town (publicado por primera vez en 1970) y un portfolio conmemorativo del cincuentenario con una selección de facsímiles de los cuadernos de viaje de Zóbel.
¿Qué resta de la renovación del Museo hasta noviembre? Los resultados de la intervención en los espacios del Museo destinados hasta ahora a servicios y que se dedican de nuevo a uso museográfico podrán verse desde ese mes, una vez cerrada la exposición “Arte sonoro en España, 1961-2016” que podremos visitar entre el 16 de junio y el mes de septiembre y que ocupará el centro por completo.
El 4 de noviembre el Museo presentará reordenada y ampliada su colección en todos los nuevos espacios, antes de uso privado y administrativo; además de la nueva sala con vistas a la hoz del Huécar –habilitada a partir de un antiguo almacén y que muestra parte de la viguería sustentante de las casas colgadas– que acogerá muestras de gabinete, los espacios con restos históricos, antes “escondidos” al visitante (artesonado, “cueva”) –remodelados y abiertos de nuevo al público–, acogerán las más de 2000 obras de la biblioteca donada por Zóbel a la Fundación Juan March (restauradas y catalogadas) y serán destinados a la exhibición de obra gráfica y de pequeños formatos de artistas de la colección, integradas en el recorrido de la colección permanente; también acogerán obras de diferente formato que completarán exposiciones temporales; y servirán para informar sobre la historia del Museo.
Las más de 600 piezas de la colección de dibujo, obra gráfica y libros de artista del Museo –que por la falta de espacio y condiciones han sido custodiadas desde hace años en la sede de la Fundación en Madrid– volverán al Museo.
En noviembre se presentará también el portal “Zóbel/50 años del Museo de Arte Abstracto Español”, un portal de conocimiento aún en construcción, alojado en la web de la Fundación, que recogerá la digitalización del fondo bibliográfico especial de Zóbel, los diarios y las más de 18.000 páginas de los cuadernos de dibujo de este artista, el archivo histórico del Museo, su fondo fotográfico, una cronología documentada del centro desde sus orígenes hasta hoy, el archivo de prensa, el archivo de artistas abstractos españoles, los libros de firmas del Museo desde 1966 y toda la documentación de apoyo a la investigación sobre el centro, su historia y la del arte abstracto español.
LOS INICIOS DEL MUSEO
El interés por el arte abstracto no fue temprano en España, ya que los artistas de nuestro país insertos en las primeras vanguardias se mantuvieron fieles a la figuración y la atapa de expansión internacional del arte abstracto coincidió con la dictadura, que no lo vio con buenos ojos. Cultivar la abstracción a finales de los cincuenta era, por tanto, algo más que adoptar una estética: suponía tomar postura y correr con unas consecuencias.
Casi todos los artistas representados en el Museo de Arte Abstracto, durante los años cincuenta, que era su etapa de formación, residieron en el extranjero, y a la hora de dar proyección crítica y social a su obra, se agruparon para realizar exposiciones y publicaciones colectivas.
Cinco de esos grupos fueron Dau al Set en Barcelona, El Paso en Madrid, Parpalló en Valencia, Gaur en Vitoria y el colectivo fundador del Museo de Arte Abstracto Español en Cuenca, reunido en torno a Fernando Zóbel, Gustavo Torner y Gerardo Rueda y responsable de la creación del Museo de Arte Abstracto Español.
Fernando Zóbel, que había nacido en Manila, era conocedor tanto del expresionismo abstracto americano como del informalismo europeo. Desde 1955, año en que comenzó a viajar por España, se interesó por el trabajo de los entonces incipientes artistas abstractos de nuestro país, y cuando se instaló definitivamente aquí, en 1961, les animó a continuar su labor adquiriendo obra suya. Llegó un momento en el que su colección personal tenía suficiente entidad y coherencia, tanto como para plantearse mostrarla al público.
Ayudado por los propios artistas, logró que el ayuntamiento de Cuenca les cediera parte de las Casas Colgadas, que acababan entonces de ser restauradas, como sede del museo. Este se inauguró en 1966.
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