Una de las colecciones galardonadas este año con el Premio A que concede la Fundación ARCO fue la atesorada por Eduardo y Mariana Hochschild, una de las más amplias de Perú y la única que se centra, casi en exclusiva, en la creación actual desarrollada en ese país, aunque la pareja también posea un importante conjunto de pintura religiosa fechada entre los siglos XVII y XX y ricos tejidos precolombinos.
Hasta el próximo abril, la Sala Alcalá 31 nos muestra, bajo el comisariado de Octavio Zaya, una selección diversa de estos fondos: obras contemporáneas realizadas por 43 artistas (de los cerca de noventa representados en la colección) escogidas para introducir al público en la diversidad de intereses, formatos e intenciones por los que se ha conducido el arte peruano en las últimas tres décadas. Se trata de pinturas, esculturas, dibujos, fotografías, vídeos, instalaciones, obra gráfica y proyectos híbridos en cuya presentación se ha optado por no aplicar criterios lineales ni cronológicos para subrayar conexiones conceptuales, relaciones estéticas o de significado entre las piezas.
También es esa la razón de que Zaya haya optado por dejar fuera de la exposición trabajos de creadores que resultan fundamentales al hablar de la evolución de la creación contemporánea peruana y latinoamericana, pero que no se encuentran representados en la colección Hochschild con sus trabajos de mayor alcance, como Jota Castro, Raura Oblitas, Aldo Chaparro, Franchy o Sergio Zeballos. Sí pueden contemplarse en Madrid obras de otros creadores bien conocidos en nuestro país, por haber expuesto en galerías españolas o formar parte de colecciones institucionales, como Martín Chambi, Milagros de la Torre, Sandra Gamarra, Fernando Bryce, Andrade Tudela o Raimond Chaves; también de José Sabogal o Teresa Burga.
Acentuando tanto los vínculos entre unas y otras obras como sus diferencias a la hora de abordar asuntos comunes, se exhiben obras que estudian el indigenismo, la cultura amazónica, el pasado peruano o la globalización desde ineludibles aproximaciones al informalismo, el minimalismo, el arte conceptual o la abstracción geométrica, pero también desde enfoques claramente actuales, como los ligados a la clasificación archivística, la arquitectura o el revisionismo histórico.
Dado que la crítica de arte peruano generada en el propio país es de momento escasa y que muchos jóvenes artistas aún no han contado con el respaldo de las galerías limeñas, la Colección Hochschild se ha venido consolidando como referencia para el conocimiento de la creación peruana reciente, pese a que comenzó a gestarse hace menos de una década, en 2009. También ha supuesto un impulso decisivo para la visibilidad, dentro y fuera de las fronteras peruanas, de los creadores del país. Tres artistas constituyen, según José Villacorta Chávez, el cimiento de estos fondos y resultan fundamentales en la labor de los nuevos artistas peruanos: José Sabogal, que fuera cabeza del movimiento indigenista en las primeras décadas del siglo pasado; Fernando de Szyszlo, pionero en la abstracción peruana, y Tilsa Tsuchiya, ampliamente representada en la colección y autora de una producción sugerente en la que dialogan lo sensual y lo espiritual.
Pero en “Próxima parada”, la muestra de Alcalá 31, destaca poderosamente otra tríada: la formada por Regina Aprijaskis, Jorge Eduardo Eielson y Teresa Burga, quizá quienes, de manera más clara, han sabido tomar distancias del arte moderno peruano para iniciar otros caminos no necesariamente alejados de lo local, aunque lo contemplasen desde sus márgenes.
Aprijaskis se inició en la pintura figurativa y el costumbrismo de la mano de Sabogal y Camilo Blas, pero tras residir durante casi veinte años en Estados Unidos cambió su rumbo hacia la abstracción geométrica. Trabaja con bandas de color que remiten a topografías espaciales.
El arte de Burga ha sido conceptual y experimental desde los sesenta: ha ahondado en la relación de lo femenino con el ámbito doméstico y en los códigos y esquemas que materializan esas relaciones, y Eielson, ligado a la llamada Generación del 50, es quizá la principal figura de la abstracción peruana. Sus dos obras en Alcalá 31 lo conectan con el Informalismo y Rothko pero también con su propia producción poética.
Próxima Parada. Artistas peruanos en la Colección Hochschild
c/ Alcalá 31
28014 Madrid
Desde el 21 de febrero al 16 de abril de 2017
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