Klimt, Schiele y la revolución en la piel

Una muestra en el Museo de Bellas Artes de Boston repasa su relación a partir de dibujos de ambos

Boston,
Gustav Klimt. Preliminary Drawing for Allegory of Sculpture, 1889
Gustav Klimt. Preliminary Drawing for Allegory of Sculpture, 1889

No compartieron generación, porque Gustav Klimt nació veintiocho años antes que Egon Schiele (los mismos que duró la vida de este), pero sí fallecieron casi a la vez, en 1918. Por eso justo este año, conmemorando ese centenario, itinera internacionalmente una exposición que repasa, a través de dibujos, sus mutuas relaciones y lo mucho que, influencias al margen, ambos pintores austriacos tuvieron en común, fundamentalmente en sus representaciones del cuerpo, provocadoras en los inicios de siglo, intimistas, inesperadas y expresivas.

Es sabido que Klimt y Schiele se conocieron en 1907 y que entablaron entonces una relación de admiración y afecto mutuos que les llevaron a defenderse cuando uno y otro fueron atacados por motivos parecidos, y también que abordaron a menudo temáticas semejantes (a partir de ellas se estructura la exposición: retratos, desnudos, naturaleza, alegorías) con una frescura e inmediatez que sigue fascinando hoy. Pero también que esa común voluntad de explorar el cuerpo humano como escenario sentimental, apartándose de caminos ya explorados y convenciones y haciéndolo desde el naturalismo y la emoción, la desarrollaron desde enfoques estéticos distintos: los dibujos de Klimt nos llaman la atención por su delicadeza, los de Schiele por su audacia. Si el primero solía trabajar en papel como proceso preparatorio de posteriores pinturas, el segundo consideraba sus dibujos obras acabadas y autónomas, y los vendía –cuando podía– como tal.

La muestra cuenta con sesenta dibujos cedidos por la Albertina vienesa, muchos raramente prestados, de ahí la gran oportunidad de su presentación en el Museo Pushkin de Moscú (hasta el pasado enero), en el Museo de Bellas Artes de Boston, que acoge la exhibición hasta mayo, y la Royal Academy de Londres (a partir de noviembre).

Se inicia con trabajos tempranos de la etapa de formación de cada artista. Tras un curso introductorio de dos años en la Kunstgewerbeschule de Viena, que comenzó a los catorce años, Klimt recibió una beca para continuar estudiando en la Fachschule für Zeichnen und Malerei, una escuela técnica de dibujo y pintura en la que permaneció hasta 1883. Le fue muy útil, en todos los sentidos: se dio a conocer y recibió encargos importantes para decorar edificios en los alrededores de Viena, en proyectos en los que ya dejó testimonio de su habilidad en las texturas, representando cabellos suaves, pieles firmes, telas más o menos rígidas o livianas.

Entretanto, el talento precoz de Schiele lo convirtió en el alumno más joven entonces de la Akademie der Bildenden Künste (la Academia de Bellas Artes) cuando accedió a ella con solo 16 años, en 1906. De la muestra forma parte un retrato de hombre barbado del año siguiente en el que el artista, aún adolescente, dotaba de fluidez a esa barba, hacía erizado el bigote y peinaba cuidadosamente los cabellos. Durante su formación, parece que él permaneció atento a sombreados y modelados.

Egon Schiele. Seated Female Nude, Elbows Resting on Right Knee, 1914
Egon Schiele. Seated Female Nude, Elbows Resting on Right Knee, 1914

No pasó mucho tiempo antes de que uno y otro se alejaran del academicismo y sus dibujos comenzaran a gozar de una tensión y una energía muy originales, patentes sobre todo en desnudos paulatinamente menos conservadores y más cercanos a la representación de impulsos internos. El Retrato de un viejo calvo de Klimt, de 1895, es inquietante: el tono blanco ilumina la cabeza del anciano y da un brillo enigmático a sus ojos desenfocados. Esta obra y su Retrato de una niña, realizado el mismo año, le sirvieron como estudio para una alegoría dedicada a las experiencias que apareja el amor duradero. Si tenéis curiosidad, sabed que forma parte de los fondos del Wien Museum.

Su desafío de lo establecido sirvió indudablemente de ejemplo para Schiele, pero mientras que a Klimt no le interesaban los autorretratos y prefería centrarse en los de sus modelos femeninas, el segundo entendía todos los cuerpos, el suyo incluido, como sujetos de evaluación artística. Muy probablemente los llevó a cabo compulsivamente, y algunos, como el Autorretrato desnudo de 1910, parecen constituir luchas del artista consigo mismo. Se trata, en este último caso, de una obra llena de energía: su cabello oscuro se eriza, electrificado; un ojo se abre y otro se cierra, frunce las cejas y marca sus labios carnosos en una expresión facial tan dramática como difícil de interpretar.

La acentúa su piel púrpura y azul y, sobre todo, su cuerpo demacrado, mucho más delgado que el real de Schiele, sobresaliendo teatralmente de una sábana blanca que evoca el brillo interno: la energía radiante de todos los seres vivos que fascinaba al artista.

Bajo parámetros parecidos retrató el pintor a niños de clase trabajadora; seis ejemplos de esos dibujos pueden verse en Boston y en ellos el color antinatural y enfermizo de la piel o las manos descomunales contradicen el encanto aparente en una observación superficial.

Volviendo a sus desnudos, hay que mencionar que es quizá en este género donde se evidencian los mutuos intereses de ambos austriacos por la experiencia física humana y sus urgencias. Pueden agitar, y fueron muy condenados por ellos, impulsos voyeuristas: es difícil mirar hacia otro lado ante estas composiciones de cuerpos nunca idealizados, a veces flotantes. Los de Schiele en alguna ocasión nos intrigan con omisiones inesperadas: en The Pacer (1914) una mano tensamente curvada sostiene algo invisible hacia lo que se dirige la mirada.

Ya sabéis que la controversia los acompañó: el naturalismo de los cuerpos, la traslación al lienzo de sentimientos considerados indecorosos… les valieron acusaciones de obscenidad y pornografía y se ha escrito mucho sobre las tres semanas que Schiele pasó en la cárcel acusado de inmoralidad. Tres de los dibujos que hizo entre rejas, en abril de 1912, forman parte de la exposición: se trata de obras audaces que sugieren poesía y desesperación.

Con menor frecuencia, ambos se inspiraron también en la naturaleza (vegetal). De Schiele se exhiben dos dibujos de crisantemos de 1910, que muestran dos etapas de la vida de esta flor, y también el paisaje es un elemento importante de su posterior Casas antiguas en Český Krumlov (1914), el lugar de nacimiento de su madre y donde el artista vivió brevemente en el verano de 1911, mientras buscaba distanciarse de la vida urbana vienesa.

La última sección de la muestra se dedica a sus retratos, que a ambos les valieron ganancias y contactos. Sobre todo a Klimt, pero este fue generoso y, tras el encarcelamiento de Schiele, que le dejo devastado, presentó a este a la familia Lederer: uno de sus miembros, Erich, sería uno de sus principales coleccionistas.

Gustav Klimt. Embracing couple, 1901
Gustav Klimt. Embracing couple, 1901

 

 

“Klimt and Schiele: Drawn”

MUSEUM OF FINE ARTS, BOSTON

465 Huntington Avenue

Boston

Del 25 de febrero al 28 de mayo de 2018

 

 

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