Jenny Holzer y el lenguaje que no describe

El Museo Guggenheim muestra obra pasada e inédita de la artista

Bilbao,

No es mal fecha, este Día Mundial de la Poesía, para acercarnos a la obra de Jenny Holzer, que la ha introducido en su producción, junto a referencias críticas a la política y a la historia reciente, desde que en los setenta comenzara a sorprender a los paseantes de Nueva York con sus Truismos, crípticos escritos sin firmar que pegaba en las calles y que podían suscitar reflexiones abiertas.

Mañana, 22 de marzo, el Museo Guggenheim Bilbao abrirá “Lo indescriptible”, una retrospectiva que repasa la producción de esta artista estadounidense desde aquellas iniciativas callejeras hasta sus instalaciones más recientes, que buscan que el público se involucre en la reflexión sobre los espinosos asuntos a los que apunta desde su minimalismo verbal (los abusos de poder, la violencia contra las mujeres, el drama global de los refugiados, la memoria, la muerte, el sexo…) y que suelen relacionarse con los museos o espacios públicos que las albergan. Por eso, varios de los trabajos que formarán parte de esta antología han sido creados ex profeso para el centro bilbaíno y textos de poetas nacionales e internacionales, haciendo hincapié en los vascos, se proyectan desde ayer y hasta el 30 de marzo en la fachada del Guggenheim, generando en torno a ellos actos públicos nocturnos. Obras, también, de nueva creación serán diversas pinturas, dispositivos robotizados y proyecciones lumínicas.

Hay que recordar que esta muestra no supone la primera vez de Holzer en Bilbao: de los fondos del Guggenheim, desde sus inicios, ha formado parte otro de sus proyectos específicos: Instalación para Bilbao (1997), una pieza instalada en su Atrio y formada por nueve columnas luminosas de más de doce metros de altura. Desde hace un año, ese proyecto se acompaña de otro que la artista donó: Pareja de Arno, obra de 2010 compuesta por una pareja de bancos de piedra con inscripciones íntimas sobre el dolor y la ausencia.

Al margen de materiales, ubicaciones y formatos, las instalaciones de la americana tienen en común su dimensión social y pública y su uso del lenguaje como medio expresivo fundamental: lo utiliza en leds, placas y pinturas, pero también en camisetas. Sus obras adquieren sentido cuando el transeunte, no ya el visitante avisado del museo, tiene acceso a sus textos y vertebra sus propias lecturas e interpretaciones de los mismos: a ese proceso de recepción en el que ella queda en segundo plano es al que Holzer concede toda la relevancia y el valor.

La exhibición se inicia con aquellos Truismos: centenares de declaraciones de solo una frase escritas entre 1977 y 1979, afirmaciones semejantes a aforismos que plantean ideas filosóficas o políticas a menudo contradictorias. Tras pegarlos en pósters en los muros de Manhattan, Holzer los presentó en ropa, gorras, suelos, bancos y letreros electrónicos, llevando al mobiliario urbano y a nuestra indumentaria habitual afirmaciones tan aparentemente sencillas como controvertidas al ser interiorizadas, porque desmontan costumbres, supuestas verdades y creencias sin ofrecer, claro, tranquilizadores puntos de anclaje alternativos. La artista los concibió pensando en el espectador urbano y veloz: algunos son aptos para ser asimilados en segundos, otros admiten infinito detenimiento.

Desde 1979 y hasta 1982, esos Truismos dieron paso a sus Ensayos incendiarios, que comparten espacio con los primeros en el Guggenheim. Se trata de textos impresos sobre papel de colores que también pegó en varios espacios públicos de Nueva York y que presentan influencias de manifiestos de todo tipo, desde los artísticos a los políticos pasando por los religiosos. En un principio, cada uno de esos ensayos constaba de cien palabras articuladas en veinte líneas que defendían, con tono contundente, posturas diversas. A Holzer le interesaba la capacidad de estas frases para advertir del peso y los mecanismos de la propaganda y la manipulación, quizá también de la necesidad de profundos cambios sociales.

Jenny Holzer. Memorial Bench II: Eye cut by flying glass… (detalle), 1996. Cortesía de la artista © 2019 Jenny Holzer, member Artists Rights Society (ARS), NY/VEGAP Foto: Erik Sumption
Jenny Holzer. Memorial Bench II: Eye cut by flying glass… (detalle), 1996. Cortesía de la artista © 2019 Jenny Holzer, member Artists Rights Society (ARS), NY/VEGAP Foto: Erik Sumption

La muestra avanza mostrándonos sus textos sobre sarcófagos (se trata de la serie Lamentos, en la que describió en primera persona los padecimientos de enfermos del sida o introdujo fragmentos sobre el dolor de la guerra de Anna Świrszczyńska) y sobre bancos de piedra. Tras su uso de este material, hay razones poderosas y de nuevo tienen que ver con el espectador, también con lo que el medio tiene de mensaje: Aprecio y confío en lo efímero e incorpóreo, y en la roca firme. Llegué a la piedra como material cuando empecé a hacer exposiciones en galerías. No quería que la gente tuviera que permanecer en pie para leer mis textos en letreros electrónicos. Quería que estuviera cómoda y se tomara su tiempo para observar. Así que pensé en proporcionarles bancos, y se me ocurrió que podía escribir en los asientos y que los bancos debían ser de piedra. Cuando las palabras están grabadas en piedra, se pueden tocar, se pueden leer con la mano, y quizá podrían percibirse de forma distinta a cuando están escritas en papel. El mármol y el granito congelan el tiempo, mientras que los letreros electrónicos y las proyecciones comunican de un modo diferente. Pensé que las hileras de bancos podían hacer que la gente se imaginara salas de espera, tribunales de justicia, hospitales e iglesias, para bien y para mal.

Jenny Holzer. ll fall, 2012. Cortesía de la artista © 2019 Jenny Holzer, member Artists Rights Society (ARS), NY/VEGAP Foto: Joshua White/JW Pictures
Jenny Holzer. All fall, 2012. Cortesía de la artista © 2019 Jenny Holzer, member Artists Rights Society (ARS), NY/VEGAP Foto: Joshua White/JW Pictures

También veremos en el Guggenheim dibujos, acuarelas o letreros esmaltados, pintados a mano, que evocan los presentes en áreas urbanas y rurales pero ofrecen mensajes en absoluto oficiales, en un muestrario de piezas que da fe de la diversidad de técnicas que Jolzer ha empleado, aunque asociemos constantemente su nombre a esos letreros electrónicos en los que podemos encontrar desde observaciones nacidas de la contemplación reposada del mundo hasta advertencias, desde instrucciones hasta hondos cuestionamientos de nuestros usos individuales y colectivos en lo referente a la psicología, la política o el mero comportamiento social. Los primeros textos que Holzer escribió específicamente para estos letreros electrónicos fueron los de la serie  Supervivencia, que sugerían toda la mordacidad y concisión posibles al proyectarse en espacios como Times Square.

Una de las obras nuevas de la artista que forman parte de la antología bilbaína es la pieza de led robotizada y suspendida en el techo THERE WAS A WAR, que se exhibe aquí rodeada por bancos pétreos, algunos tumbados, que sugieren destrucción. De ese montaje forman parte los de la Pareja de Arno y otros grabados con textos de la serie sobre la paz y la guerra Erlauf y de Bajo una roca, Viviendo y la citada Supervivencia. Al plantear este proyecto, Holzer se nutrió de relatos y entrevistas diversos de las víctimas de la guerra siria.

Los siguientes trabajos expuestos continúan hablándonos de violencia sexual y abusos bélicos. Podremos contemplar otra instalación led robotizada y reciente, I WOKE UP NAKED , que ofrece testimonios de supervivientes de agresiones sexuales en un sistema de carriles electrónicos que bordea una sala al completo y que nos los presenta, bien ordenados, bien de forma imprevisible y Purple, sucesión de letreros de leds curvos que remiten, por su forma, a costillas humanas y que proyectan textos tomados de Lustmord, una serie de los noventa dedicada a la violación como arma de guerra. Es interesante que los ofrecen desde una triple perspectiva: la de la víctima, la del delincuente y la del observador.

Colgada, como THERE WAS A WAR, en el techo, nos espera SWORN STATEMENT, otra pieza electrónica cuyos mensajes denuncian la impunidad de los militares acusados de abusos contra los detenidos en la guerra de Afganistán, y se despliega a lo largo de casi siete metros el panel de leds que compone Ram, obra en la que Holzer se refiere a las relaciones entre estructuras físicas y lenguaje a través de mensajes de voz (de nuevo tomados de Anna Świrszczyńska) a distintas velocidades, ritmos que ella considera el equivalente cinético de la inflexión en la voz. La mayor parte de los trabajos expuestos, como vemos, tienen que ver con lo que apenas puede expresarse velbalmente, llamando Holzer nuestra atención sobre las limitaciones del lenguaje, pero quizá esa lectura se haga más patente en esta última obra: los textos de Świrszczyńska están tomados de su libro Budowałam Barykade, en el que recordaba cómo, durante tres décadas, no fue capaz de escribir sobre su experiencia como enfermera durante el Alzamiento de Varsovia, en la II Guerra Mundial. Otros fragmentos del mismo libro se proyectarán sobre la fachada del Guggenheim.

Los huesos dispuestos junto a SWORN STATEMENT y Ram son humanos; Holzer comenzó a emplearlos en los noventa, asegurándose de su origen ético. Se rodean de cintas adhesivas plateadas en las que vemos escritos desesperanzados textos de Lustmord.

Cierran esta retrospectiva pinturas de su serie Redaction Paintings, aún en proceso y dedicada a los documentos desclasificados conforme a la Ley de Libertad de Información estadounidense (ella los reproduce en óleo sobre lino, haciendo hincapié en lo censurado), acuarelas realizadas sobre los bocetos de trabajo en papel de calco de la serie de pinturas anterior y una sala de inspiración.

En ella encontramos dibujos atesorados por la artista y algunas piezas prestadas por otras colecciones que dan fe de los autores y temas que han inspirado a Holzer a lo largo de las últimas cuatro décadas. Entre sus referentes destacan Louise Bourgeois, Paul Thek, Alice Neel y George Grosz.

Jenny Holzer. Ram, 2016. Cortesía de la artista y Hauser & Wirth © 2019 Jenny Holzer, member Artists Rights Society (ARS), NY/VEGAP Foto: Collin LaFleche
Jenny Holzer. Ram, 2016. Cortesía de la artista y Hauser & Wirth © 2019 Jenny Holzer, member Artists Rights Society (ARS), NY/VEGAP Foto: Collin LaFleche

 

 

“Jenny Holzer. Lo indescriptible”

MUSEO GUGGENHEIM BILBAO

Avenida Abandoibarra, 2

Bilbao

Del 22 de marzo al 9 de septiembre

 

 

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