Wall: cerca del documento, a distancia prudencial

White Cube exhibe su obra reciente

Londres,

Artista e historiador del arte, Jeff Wall es considerado una figura fundamental de la fotografía conceptual y de la Escuela de Vancouver, y su obra profundiza en las posibilidades expresivas de la figuración a partir de los modos compositivos de la historia de la pintura, los debates de la cultura contemporánea, el poder de las imágenes y los enigmas de la conducta humana.

José Lebrero apuntaba, en relación con los orígenes de su carrera, que el punto de partida de su producción es la conciencia de la no verdad del saber aparente de la que hablaba Hegel: llevada a tierra, la intuición o constatación de lo que de extraño y extraordinario hay en lo cotidiano. Por eso la teatralidad de sus escenas construidas, en las que instantes cotidianos derivan en montajes que aúnan el drama, la improvisación o la intuición. Suponen, en definitiva, la introducción de la imaginación en lo real, la creación del día a día y no su representación.

Podemos decir que el Wall fotógrafo es un pintor de historia: elige y diseña lugares, recurre a actores a los que da instrucciones concretas (a veces les demanda gestos que ha observado en pinturas, o modelos de comportamiento que obtiene de análisis gestuales) y pone en marcha sucesos dramáticos imaginados, inspirados ocasionalmente en algunos reales, como en Tropas muertas hablan, una visión tras una emboscada de la patrulla de la Armada Roja cerca de Mogor, Afganistán (invierno, 1986) (1991-1992). El artificio y la verosimilitud se conjugan en sus imágenes, en las que el tiempo se congela con resultados casi fílmicos que, sin embargo, tampoco se alejan demasiado de la concepción barroca de las imágenes en lo conceptual y lo formal, dada la presencia fundamental de lo alegórico como recurso a la hora de transmitir ciertos mensajes y la fácil equiparación de sus fotos a los tableaux vivants; muchos las entienden, de hecho, como una actualización de los mismos llevada a cabo por un artista convencido de que, en la era de la imagen digital, no es posible pintar como los grandes maestros y de que la única vía de dar continuidad al espíritu de las vanguardias es experimentar en relación con nuestro vínculo con las tradiciones. La iluminación llegó en 1977, visitando el Prado y contemplando el legado de Goya y Velázquez, sin embargo, ya de niño, al canadiense le fascinaba la pintura de Brueghel y las obras de Piero della Francesca, Miguel Ángel o Rembrandt.

Además de algunos episodios de la historia, interesan a Wall, que continúa residiendo en Vancouver y es doctor en Historia del Arte por el Courtauld Institute, las cuestiones relativas a la convivencia en los espacios públicos (racismo, pobreza, conflictos de clase y género, pobreza y exclusión cultural). En un primer momento crea y experimenta, y solo después fotografía: así, halla la manera de convertir en imagen los asuntos que le inquietan a partir de una búsqueda más interior que exterior. Aunque le apasionen los clásicos, halla influencias y respuestas en todo tipo de arte: siendo estudiante, conoció en la Vancouver Art Gallery a los expresionistas abstractos, a autores pop como Johns y Warhol o a minimalistas como Donald Judd. Y sus procedimientos son conocidos y repetitivos: trabaja en grandes formatos (a menudo 2 x 2 metros) y con transparencias que dispone sobre cajas de luz.

Jeff Wall. Parent child, 2018
Jeff Wall. Parent child, 2018

Hasta el próximo 7 de septiembre, la sede de White Cube en Mason’s Yard dedica una muestra a su obra reciente e inédita; a imágenes que, en algunos casos, abren nuevos rumbos en su producción. Destaca Parent child (2018), vista de una acera de un distrito comercial urbano en un soleado día de verano. Un hombre mira a una niña pequeña que ha decidido recostarse en el suelo como si fuera un espacio cálido, limpio y acogedor, pero ninguno de los dos traslucen impaciencia o frustración; es una de las obras de la exposición más ligadas a su anterior fotografía callejera construida desde órdenes pictóricos pero también conforme a un estilo cercano al documental.

Lo comparte con su más reciente imagen en blanco y negro, Weightlifter (2015), que llama la atención del espectador por su simplicidad. El levantamiento de objetos pesados recuerda formas de trabajo arcaicas y también la sujeción permanente de la vida a la fuerza de la gravedad.

Jeff Wall. Weightlifter, 2015
Jeff Wall. Weightlifter, 2015

Los procedimientos de duplicación (o casi duplicación) del sujeto y la imagen los encontramos en el díptico Pair of Interiors (2018), en el que cada panel presenta una pareja en una sala de estar iluminada con lámparas. No existe relación temporal entre ambas fotografías, sino un clima, un nexo suspendido en el tiempo.

Jeff Wall. Pair of interiors, 2018
Jeff Wall. Pair of interiors, 2018

En Mother of Pearl (2016) encontramos a una niña absorta en una habitación llena de muebles antiguos y recuerdos; parece cautivada por la iridiscencia de un juego de piezas de nácar, transportada quizá por su imaginación como solo en la infancia se llega a estarlo. En Recovery (2017-2018), por su parte, nos presenta Wall un parque junto al mar en una tarde de verano en un estilo decorativo plano, con colores brillantes y mínimos detalles, pero conservando la concreción de un instante temporal específico. Lo pictórico y lo fotográfico se conjugan en un friso colorista. Esta obra comparte atmósferas con Dead Troops Talk (1992) y The Flooded Grave (2000).

Jeff Wall. Mother of pearl, 2016
Jeff Wall. Mother of pearl, 2016
Jeff Wall. Recovery, 2017-2018
Jeff Wall. Recovery (fragmento), 2017-2018

Si Recovery parece una imagen detenida en el tiempo, ese mismo tiempo es una herramienta compositiva en el tríptico I giardini/ The Gardens (2017), el primer trabajo de Wall en ofrecernos una narrativa en orden cronológico. Sus tres fotografías, tituladas respectivamente Appunto/ Complaint, Disappunto/ Denial y Diffida/ Expulsion, exploran los vínculos entre dos o cuatro personajes en tres momentos distintos y en otros tantos espacios diferentes de un jardín.

En la planta baja de la White Cube encontramos cuatro fotografías de paisajes anteriores, dos de ellas mostradas al público en Londres por primera vez. La primera es Hillside near Ragusa (2007), tomada cerca de esa ciudad siciliana. Fascinado por las antiguas murallas del lugar, Wall viajó a Ragusa específicamente para fotografiarlas, desde una contemplación documental de un enclave a medio camino entre la antigüedad y la contemporaneidad. Canada, Rock surface 1 & 2 es una imagen en blanco y negro tomada en la Columbia británica y centrada en patrones geológicos naturales y Daybreak (2011) presenta un amanecer en una plantación de olivos en Israel, país al que el canadiense viajó invitado junto a otros fotógrafos extranjeros. Descubrió este tema por accidente, mientras viajaba por el desierto de Negev y se fijó en la labor de los trabajadores beduinos de la aceituna; algunos duermen a la intemperie, otros en estancias subterráneas.

Por último, Property line (2015) se tomó en California City: el artista se fijó en su planeamiento urbanístico especulativo, concebido para albergar a cientos de miles de personas, con sus necesarias infraestructuras y servicios. Ni unas ni otros llegaron.

Jeff Wall. Property line, 2015
Jeff Wall. Property line, 2015

 

Jeff Wall

WHITE CUBE GALLERY

25 – 26 Mason’s Yard 

Londres SW1Y 6BU

Del 28 de junio al 7 de septiembre de 2019

 

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