Fue hace veinticinco años, en 1993, cuando la Fundación Botín puso en marcha la primera edición de Itinerarios, becando anualmente a ocho artistas internacionales para que desarrollaran nuevos proyectos de investigación cuyos frutos se expusieran en la sala de exposiciones de la Fundación (ahora en el Centro Botín) al año siguiente. Ya son casi doscientos los creadores nacionales e internacionales galardonados en esta convocatoria, y en su edición de 2017 (se han convocado, hace unas semanas, las Becas de Artes Plásticas correspondientes a este año) los afortunados fueron Irma Álvarez-Laviada, Elena Bajo, Josu Bilbao, Felipe Dulzaides, Alex Reynolds, Pep Vidal, Rafa Munárriz y Leonor Serrano Rivas. Dulzaides, nacido en La Habana, es esta vez el único autor internacional seleccionado y a Munárriz y Serrano Rivas podéis conocerlos un poco mejor en nuestra sección Fichados.
Los ha seleccionado un jurado formado por Ibon Aranberri, Lorena Martínez de Corral, Bárbara Rodríguez Muñoz y Wilfredo Prieto entre más de 700 solicitudes llegadas de medio centenar de países. Sus trabajos, según Benjamin Weil, director artístico del centro Botín y comisario de “Itinerarios XXIV”, tienen en común, pese a la disparidad de sus técnicas y de las localizaciones diversas en las que se han realizado, una voluntad de traspasar las fronteras convencionales del lenguaje artístico a la hora de expresar aquello que no se dice y no se ve, además de un tratamiento del espacio y del tiempo muy afín al manejado por la generación de jóvenes artistas a la que los seleccionados pertenecen: convierten el espacio en parte esencial de sus proyectos, reflexionan sobre las fronteras y, a menudo, proponen al espectador su participación en experiencias físicas en las que el tiempo real es más que un simple componente. Esa forma de abordar lo presente tiene, según Weil, lecturas más ricas si las interpretamos al calor de nuestro contexto, justo en un momento en el que pasamos cada vez más tiempo ante pantallas que, además de actuar como herramientas de comunicación, ejercen también una función intermediadora.
Existe al menos otra conexión más entre los proyectos de los ocho elegidos: su atención a fragmentos de realidad que suelen pasar desapercibidos y el propósito de llamar la atención sobre ellos al público.
Una de las artistas que de forma más clara ha incorporado la noción de tiempo a su trabajo ha sido la gijonesa Irma Álvarez-Laviada. Presenta en Santander Reversibilidad y utopía, el fruto de una residencia en el Instituto del Patrimonio Cultural de España: se trata de un proyecto multidisciplinar en el que cobran protagonismo tanto la materia como la relación entre la posible reversibilidad del tiempo y los procesos de apropiación de las obras de arte.
La artista registró en el IPCE la restauración minuciosa de un Ecce Homo de Ribera a través de vídeos y fotografías, y a partir de ellos generó diversas piezas que forman ahora una instalación y que remiten a teorías complejas sobre lo inacabado del arte y la relevancia del juego perceptivo a la hora de completar lo invisible.
Las comunidades con más antiguas raíces de Américas Latina y las repercusiones que la economía de explotación tiene en su forma de vida y en sus tierras han sido el eje del estudio de Elena Bajo en Urania´s Mirror, otro registro: el de las voces de estas sociedades indígenas y sus mecanismos de resistencia en tiempos de globalización. Su punto de partida fue un proyecto español de energía eólica en el Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca, que ha servido a Bajo para cuestionar las bondades medioambientales de este tipo de parques.
El proyecto de Josu Bilbao se llama esàk-esà y está vinculado a la cultura vasca. Ese término, en euskera, hace referencia tanto a la idea de desahogarse como a nociones espaciales, y el artista, que entiende el trabajo en la escultura como gimnasia del espacio en expansión, ha dispuesto en el suelo piezas metálicas oxidadas, trozos de plástico, lonas, volúmenes de tierra, cemento y arena para plantear cómo las convenciones no dotan de espacio a la libertad sino a la destrucción.
En su producción anterior, Dulzaides, por su parte, ha explorado el impacto de la poesía en nuestra interioridad. La obra que ahora nos muestra en el Centro Botín, Deja tu tono en el mensaje, consta de distintas intervenciones en el paisaje sonoro de su ciudad, La Habana, a partir de las melodías y ruidos característicos de los afiladores del barrio de Santa Catalina. Lo sonoro fue el inicio de lo visual: esta obra consta de fotografías, pinturas y un vídeo en el que dialogan los sonidos urbanos y los tradicionales.
Rafa Munárriz siempre ha trabajado con el espacio, subrayando sus condicionamientos y posibilidades, y en el Centro Botín expone Bloqueo relativo, un proyecto desarrollado en São Paulo e inspirado en los bloqueos que el navarro encontró en sus movimientos por esta ciudad brasileña. Una puerta metálica grande y pesada levita sobre el suelo de la sala entablando relaciones paradigmáticas entre la ligereza y la pesadez, el tránsito y el impedimento, y sugiriendo que no hay una sino muchas formas de entender el urbanismo.
Alex Reynolds, que está viviendo un año expositivo espléndido, fue elegida por A Fox Comes In, una exploración de los sonidos de la hospitalidad en el cine, y Leonor Serrano Rivas por The dream follows the mouth (of the one who interprets it), una videoinstalación en la que presenta dos movimientos escultóricos entrelazados en los que se solapan la figura y el fondo con las herramientas del tarareo y la danza. En este proyecto continúa estando muy presente lo coreográfico y lo teatral, elementos fundamentales de la obra de la malagueña. Hasta tal punto se mimetizan los personajes del vídeo con el fondo que se convierten en objetos.
Por último, Pep Vidal, que se formó en Matemáticas y Física, ha llevado al Centro Botín El árbol y las vacas, una instalación formada por varias esferas de PVC hinchables, blancas y de distintos tamaños. Su forma supone la pura neutralidad, pero el título intrigante (el lenguaje) nos conduce a adivinar su sentido a través de un proceso de abstracción.
“Itinerarios XXIV”
Muelle de Albareda, s/n
Jardines de Pereda
Santander
Del 13 de marzo al 3 de junio de 2018
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