Isabel Baquedano y la pintura como destino

La primera retrospectiva de la artista llega mañana al Museo de Navarra y al MUN

Pamplona,

Tras su paso por el Museo de Bellas Artes de Bilbao hasta la pasada primavera, mañana se presentará en el Museo de la Universidad de Navarra y en el Museo de Navarra (en coproducción) “De la belleza y lo sagrado”, la primera muestra exhaustiva en analizar la obra de la artista, justamente de la tierra, Isabel Baquedano, fallecida hace dos años y dueña de una de las trayectorias más singulares en el ámbito de la pintura española de la segunda mitad del siglo XX.

Impulsora en los sesenta de la llamada Escuela de Pamplona, sus habituales exposiciones en Madrid y en el País Vasco le valieron el reconocimiento de la crítica especializada, aunque ella nunca quiso aproximarse a la popularidad, optando por no firmar ni fechar sus obras, y ese alejamiento intencionado de la notoriedad, en pos del ejercicio esencial de la pintura, explica parcialmente el desconocimiento de su producción entre el gran público. Con esta retrospectiva se quiere contribuir a paliarlo.

Isabel Baquedano. "De la belleza y lo sagrado". Museo Universidad de Navarra y Museo de Navarra
Isabel Baquedano. “De la belleza y lo sagrado”. Museo Universidad de Navarra y Museo de Navarra

Se han reunido cerca de un centenar de pinturas y cincuenta dibujos, casi todos prestados por la familia de Baquedano o por coleccionistas particulares, y se han agrupado en series con el fin de poner de relieve los asuntos que más interesaron a la artista, cuya carrera fue un relato de evolución y búsqueda en relación con la propia elaboración mental de la pintura, con las emociones como punto de partida.

Formada en la Escuela de Artes y Oficios de Zaragoza y en la de Bellas Artes de San Fernando madrileña, Baquedano obtuvo en 1957 por oposición la plaza de profesora de Dibujo y Modelado en la Escuela de Artes y Oficios de Pamplona, donde, hasta 1988, llevó a cabo una intensa labor docente que contribuiría a atraer hacia rumbos modernos a las nuevas generaciones de artistas.

Sus primeros trabajos se enmarcaron en una figuración realista, bajo la influencia de Antonio López, aunque permaneció atenta al Pop Art en su etapa de auge. Tras imprimir a sus imágenes un poderoso componente social, evolucionó hasta plantear composiciones de trasfondo simbólico, paisajes urbanos y escenas cotidianas y autobiográficas que progresivamente darían paso a temas y tonalidades tomados del mundo clásico o la historia sagrada (era Baquedano persona profundamente religiosa).

También concienzuda: sus compañeros de profesión cuentan que borraba una y otra vez tratando de alcanzar un sentido genuino de la creación que identificaba con la mayor sobriedad posible, tanto material como conceptual. Buena conocedora de la historia del arte, tuvo asimismo como referentes a autores del Quattrocento como Piero della Francesca, pero también a contemporáneos como Edward Hopper, con el que compartía interés por plasmar la soledad cotidiana del individuo de nuestro tiempo. Tampoco permaneció ajena a movimientos como el poscubismo, el informalismo, la nueva figuración, el expresionismo o el realismo social, tamizando sus rasgos desde un estilo personal y adoptando normalmente el pequeño formato.

Aparentemente humilde y depurada en lo estilístico y expresivo, la obra de Baquedano destaca por su destreza técnica pero, sobre todo, por situar al espectador ante misterios que trascienden lo visible. En ese esfuerzo intelectual, los bodegones le servían como relativo descanso; pintados del natural, fueron muy habituales en sus inicios y a través de ellos proponía muy personales visiones de lo real. En la mayoría de los casos, se trata de pequeñas piezas llenas de luz, pero hay alguna excepción, como Mesa (1979), que llevó a cabo a partir de imágenes tomadas en el comedor del Hotel Internacional de Canfranc. Como a tantos autores, ese medio, la fotografía, le ayudaba a componer sus pinturas.

Esta década de los setenta fue justamente un periodo de plenitud vital para la artista, que se sumergió en sus atmósferas íntimas: pintó autorretratos, retratos de familia o de amigos y también piezas concebidas como homenaje al mismo acto de pintar. En algunas de ellas se alejó especialmente de convenciones figurativas. como en el retrato de Mayte Baquedano y su hija Mafi, dispuestas de espaldas frente a un fondo ciego.

Podremos contemplar, asimismo, sus templos y enclaves griegos, que por evocar las sensaciones que le suscitaron en sus viajes ofrecen ciertas conexiones con el romanticismo alemán (llegó a autorretratarse entre ruinas clásicas o a convertir sus fragmentos en alegorías de su propia incertidumbre) y también escenas circenses de composiciones variadas y obras de temas bíblicos (anunciaciones, expulsiones del Paraíso, huidas a Egipto, sacrificios de Isaac), que ella consideraba las historias más verdaderas.

En el fondo, no obstante, su propia vida e inquietudes fueron el gran sustrato de su trabajo, exponente evidente (quizá extremo) de aquella espiritualidad.

La presentación de la muestra en el Museo Universidad de Navarra se acompañará de una masterclass de Ángel Bados (su comisario junto a Miriam Alzuri) y de un concierto a cargo de Raquel Andueza & La Galanía en el que se interpretarán composiciones de Barbara Strozzi, Francesca Caccini y Teresa Catalán. El Museo de Navarra, por su parte, ha preparado una mesa redonda con discípulos de Baquedano y una conferencia de Adelina Moya. En ambos centros, además, habrá visitas guiadas y talleres, para familias y escolares.

 

Isabel Baquedano. “De la belleza y lo sagrado”

Del 10 de septiembre de 2020 al 10 de enero de 2021

 

MUSEO UNIVERSIDAD DE NAVARRA

Campus Universitario

Pamplona

 

MUSEO DE NAVARRA

c/ Santo Domingo, 47

Pamplona

 

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