La greguería Las anchoas sueñan con panteón de aceituna de Ramón Gómez de la Serna da título a la nueva muestra, la décima, de los fondos de la Colección Helga de Alvear en la sede de su Fundación en Cáceres, una exposición comisariada por Chus Martínez, actualmente directora del Instituto de Arte de la Academy of Art and Design de la FHNW de Basilea, que valiéndose de esa metáfora de las anchoas que sueñan con aceituna cuando quizá debieran soñar libremente con el mar abierto nos invita a ampliar nuestras perspectivas a la hora de contemplar obras de arte, a establecer posibles relaciones entre parejas o grupos de trabajos (supergrupos, los llama ella) que a priori no se nos ocurriría enlazar, independientemente de sus formatos o temática. En definitiva, a ensanchar nuestras formas de mirar y a plantearnos cómo observar una misma obra puede depararnos una experiencia absolutamente distinta en función de su contexto, de las piezas que la rodean y que pueden dialogar con ella y activarla, o, por el contrario, sumergirla en exhibiciones que pueden resultar redundantes, como ocurre en ocasiones en el caso de algunas individuales dedicadas a artistas cuya obra generaría sensaciones más enriquecedoras al ser confrontada con la de otros.
Las cincuenta y dos obras seleccionadas por Martínez para formar parte de “Idiosincrasia”, muestra que ocupa las dos plantas superiores de la Fundación y que puede contemplarse hasta el 9 de abril de 2017, se presentan al espectador despojadas de su trasfondo teórico para que puedan ser contempladas desde la ausencia de prejuicios y la creencia de que ninguna obra debe ser sometida a una única lectura, dejando que funcionen de manera autónoma junto a otras piezas que subrayan su potencia visual, su valor conceptual, estético o formal o sus enigmas, aunque no compartan demasiados rasgos entre ellas, puede que ninguno.
El criterio de la comisaria a la hora de enlazarlas quiere ser una lanza, metafórica, contra la uniformidad, la presente en la sociedad pero también la manejada a la hora de plantear muestras de arte contemporáneo. En palabras de Chus Martínez, sin atender tanto a lecturas historiográficas o a modelos de relaciones formales e interpretativos entre las obras, esta exposición afirma simplemente la importancia de cultivar constantemente la coexistencia con la monumental diversidad que escenifica cada uno de estos trabajos. El supergrupo es un término elegido por lo que tiene, en su cercanía a la greguería, de absurdo productivo y de juego, de deseo de vivir en común, al mismo tiempo que se aleja de un sentimiento o pensamiento único de lo que la cultura ha de ser en el futuro. En este sentido, apuntó la comisaria, es necesaria la presencia, en el desempeño de profesiones como la suya, de voces disonantes, de al menos un par de compañeros o de profesionales críticos que aporten puntos de vista contrarios y que ayuden a avanzar. Porque el halago sin peros –un problema, apuntó, muy presente en España- puede resultar necesario en cierta medida pero siempre teniendo como complemento juicios que no sean tan favorables.
El criterio de la comisaria a la hora de enlazar las obras quiere ser una lanza, metafórica, contra la uniformidad, la presente en la sociedad pero también la manejada a la hora de plantear muestras de arte contemporáneo
El espíritu de la confrontación enriquecedora llega a las salas del Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear en un despliegue de obras cuya selección, como decíamos, no se ha efectuado siguiendo ningún corte histórico ni atendiendo a la diferenciación de formatos y medios. Chus Martínez, que ha reconocido el reto de trabajar a partir de una única colección, circunstancia infrecuente en su trayectoria, ha articulado a partir de ese medio centenar de piezas de Helga de Alvear grupos idiosincráticos con los que ha buscado generar ideas y actualizar posibilidades que quizá las tendencias dejaron a un lado, pero que pueden funcionar: unir a Asger Jorn y a las piezas personales y poéticas de Etel Adnan, dos artistas cuya obra podríamos considerar hoy fuera del canon, con las de Dan Flavin, figura evidentemente dentro del canon, puede y tiene que ser posible; y ese es el “esquema” expositivo que se mantiene sala tras sala: la atención al desafío de la mezcla.
La idea de escritura privada manejada por Hanne Darboven, que relaciona lo humano y lo no humano, reescribiendo nuestros vínculos irreductibles con lo animal, se completa con los proyectos con perros de Wegman, que ahondó en la teatralización de lo hiperreal en la era digital, como Carles Congost o Ed Atkins. Llegó a entrenar a perros para ser retratados por fotógrafos conforme a sus instrucciones.
Jota Castro (que, como el tiempo, destruye iconos) y George Condo (con un dibujo sobre cartón) se confrontan a una pieza de Gonzalez-Foerster en la que la artista francesa parte de nuevo de la literatura (Bioy Casares, en este caso) para relacionar lo real y lo ficticio y el tiempo y el espacio.
Hablando de espacio y tiempo, en Cáceres también nos espera un gran dibujo de Ania Soliman vinculado al psicoanálisis. Esta artista actualmente trabaja en la noción de la deconstrucción de la modernidad junto a dos gurús del yoga, buscando generar proyectos que espacialmente no se relacionen con ningún parámetro conocido (debajo de, encima de…).
Calder se contrapone a uno de los grandes de la transvanguardia, Mimmo Paladino; Martin Creed a Alberto Peral, Dubuffet a nuestro Bonifacio (cómo no se nos ocurrió pensarlo antes) y los verdes de Jorge Galindo a los de Dokoupil.
Por su parte, Salomé Cuesta está presente en “Idiosincrasia” a través de dos delicadas piezas en las que resulta decisivo el reflejo de la luz sobre los materiales. Se muestran junto a una obra textil de vivos colores y juegos de pliegues de Ángel Bados.
Seguramente una de vuestras piezas preferidas de la muestra sea la que ocupa, y podría pasar por site-specific, el patio de la Fundación. Se trata de una instalación de Haegue Yang compuesta por persianas venecianas de lamas de varios colores. Cuando esta artista surcoreana comenzó a vivir en Berlín le llamó la atención la ausencia de persianas en muchas viviendas, el poco mimo a la intimidad en relación con la cultura de su país natal. Aquel contraste le inspiró, al cabo de los años, el empleo de este elemento como uno de los ejes de su obra.
Tres apuntes más: la ampliación de la Fundación continúa en marcha; 150 obras de los fondos de Helga de Alvear se exhibirán en la Pinacoteca de São Paulo desde el 25 de junio, y la coleccionista se está esforzando en traer a España el célebre filme Manifesto de Julian Rosenfeldt, para el que Cate Blanchett recitó, caracterizada, trece manifiestos.
Por último, os recordamos que mañana, 5 de mayo, a las 18:00 horas, se celebra la primera visita guiada general a la exposición. Es gratuita, durará cerca de una hora y no requiere inscripción previa.
OTRAS NOTICIAS EN MASDEARTE: