Múltiples referencias, contextos, técnicas e incluso manos se dan cita en la producción del artista británico de origen egipcio Hassan Khan, que además de creador plástico es compositor e intérprete musical y viene trabajando en las más diversas disciplinas: performances, textos, fotografías, vídeos, esculturas e instalaciones. Dada su juventud (nació en 1975) tampoco establece jerarquías entre ellas, empleando unas y otras en función del lenguaje propio que demanda cada uno de sus proyectos.
Estos son, por tanto, muy diversos, pero suelen compartir trasfondo temático y modos de abordarlo: le interesan las abstracciones que pueden generarse a partir de todo sistema, económico, político o social y el desafío que supone trasladarlas a la forma del material; también las dualidades entre aquello que nos resulta conocido y lo que escapa a nuestro entendimiento y la gran densidad afectiva, y de significados, que contienen las conversaciones supuestamente banales o los gestos más sencillos. A veces los conceptos, hace hincapié Khan, no necesitan ser extensamente descritos, sino percibidos desde una actitud de apertura a la emoción.
Hasta el próximo marzo el artista presenta en el Palacio de Cristal del Retiro, de la mano del Museo Reina Sofía, “Las llaves del reino”, propuesta específica para este espacio (como todas las que aquí se exhiben). Ha tenido como punto de partida una visita al Museo del Romanticismo madrileño y su encuentro, casual, con una de las piezas de su colección: una mesa datada a mediados del siglo XIX en una de cuyas patas aparece la imagen, estereotipada, de una persona negra deshumanizada por la inverosímil posición de su cuerpo. La estética de este mueble encaja, por época y estética, con el gusto por el arte popular filipino que se difundió en nuestro país en la etapa del reinado de Isabel II.
Retomando esa visión de lo grotesco, recordando su multitud de formas y explorando la pervivencia de ese concepto hoy, cuando parece muy presente en la convulsa situación política de nuestro entorno, Khan ha querido subrayar el contraste entre el refinamiento material y técnico de esta mesa y la violencia que subyace en esa pata, enlazándolo con la seductora arquitectura del Palacio de Cristal (construido, recordamos, en 1887, para albergar la Exposición Universal de Filipinas) y el dominio de pueblos que implicaba el colonialismo (entonces aquel país era aún colonia española).
Desplegadas en este espacio encontraremos siete obras de nueva creación que remiten, como aquella mesa y, desde ese enfoque, la misma arquitectura, a la convivencia y el contraste de lo sublime y lo grotesco, lo romántico y lo vulgar, en el ayer y en el hoy. Unas y otras se relacionan entre sí a través de esas dispares referencias que el autor maneja: se trata de banderas, murales, canciones y esculturas que, en último término, remiten a las emociones y miedos propias de nuestras sociedades, enraizadas en su historia pasada.
Inician el recorrido por la exposición dos banderas dispuestas en el exterior del Palacio que contienen los títulos de las piezas que veremos dentro, entre ellas la que titula el conjunto, Las llaves del reino: un total de 16 banderas sobre mástiles, todas bordadas en sus dos caras sobre raso salvo cuatro, impresas. En ellas encontramos desde figuras burlescas y formas próximas a la caricatura a animales y trazos abstractos.
Las rodea el mural de azulejos Happy Empire, en el que encontramos animales como cerdos, vacas o un tigre, además de la mesa del Museo del Romanticismo, generados digitalmente a partir de fotografías; y también, en la nave izquierda, una canción: The Infinite Hip-Hop Song, en la que Khan, que se define como artista del sonido, ha contado con once raperos para poner voz y sonido a una sucesión de algoritmos que nunca se repite. Y nunca lo hará durante el transcurso de la exposición.
¿Por qué decimos que esta pieza, sonora, se encuentra en la nave izquierda? Porque, además de escucharla, veremos un texto escrito en vinilo en el suelo, una pareja de altavoces que la proyectan y una estructura de acero inoxidable que contiene cinco esculturas de vidrio distintas entre sí, en sus formas y colores.
Completan la exposición la escultura elaborada con flores de papel y plástico (nueva mezcla perfecta de belleza y artificialidad) Mudmountain Love Hate Flowers; la columna de metal recubierta de dorados anillos de latón Brass Column y dos series de dibujos y textos, dispuestos sobre un zócalo del Palacio, en los que el británico muestra su interés por las confluencias posible entre arquitectura y artes plásticas: Welcome Plafs y Simpler Times.
Khan llega al Palacio de Cristal del Museo Reina Sofía tras presentar su trabajo en citas como la Documenta de Kassel, la Bienal de Montreal, la de Sharjah, la Trienal del New Museum de Nueva York, la Bienal de Gwangju, la de Sidney y la de Estambul.
Hassan Khan. “Las llaves del reino”
Parque del Retiro
Madrid
Del 17 de octubre de 2019 al 1 de marzo de 2020
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