Graciela Iturbide, libertad en blanco y negro

El Centro de Arte Alcobendas repasa su carrera

Alcobendas,
Graciela Iturbide. Mujer Ángel, Desierto de Sonora, 1979
Graciela Iturbide. Mujer Ángel, Desierto de Sonora, 1979

El año que viene hará diez que la Fundación MAPFRE nos descubrió en Madrid la trayectoria de la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide, ganadora además, hace justo medio siglo, del prestigioso Premio Eugene Smith y en 2008 del que concede la Fundación Hasselblad sueca.

Aquella exposición ha itinerado después a numerosas ciudades sembrando el interés por la artista y ahora, contando con préstamos de la propia Fundación MAPFRE y de la Galería Rafael Ortiz sevillana, y coincidiendo con la celebración de PhotoEspaña, el Centro de Arte Alcobendas repasa hasta agosto la trayectoria de esta autora, que, tras un primer deseo frustrado de dedicarse a la literatura, se formó en el Centro de Estudios Cinematográficos de su país, al final de la década de los sesenta, y también de la mano de la gran figura de influencia en fotógrafos mexicanos posteriores: Manuel Álvarez Bravo. Él le recomendó fijarse sobre todo en la pintura, aprender de sus composiciones.

Las imágenes de Iturbide, que decidió dedicarse en exclusiva a la fotografía en 1974, están estrechamente ligadas a la mujer, al indigenismo y a la naturaleza, pero sobre todo impresionan por conjugar poesía y valor documental, una rara unión que seguramente hizo posible su buen conocimiento de los paisajes, los ritos populares mexicanos (prehispánicos y católicos) y la vida cotidiana de las gentes que retrató.

Entre las series que llevó a cabo en su país, próximas incluso al simbolismo, podemos subrayar las dedicadas a las mujeres independientes de Juchitán, en Oaxaca, y a los indios Seris, pero sería injusto vincular su producción únicamente a los trabajos que llevó a cabo en México, los Méxicos diversos que pasaron por su objetivo, porque también fotografió a lo largo y ancho del mundo, sobre todo en Estados Unidos, Italia, India o Madagascar, pero también en España. El viaje no ha sido, analizando su carrera, una anécdota, sino una dinámica de trabajo imprescindible, una fuente inagotable de aprendizaje y de inspiración. Otra fueron, ya sabéis, los pájaros, que siempre le han fascinado quizá por ser el más evidente emblema de una libertad que ella siempre ha anhelado. Con ellos se identificó: Soy un pájaro y no lo soy. Soy una mujer y luego un pájaro. O un pájaro y luego una mujer. No importa. Y algo de pájaro tiene también su modelo más célebre, La mujer ángel, presente en Alcobendas.

Aunque, como decíamos, Álvarez Bravo fue su primer maestro, Iturbide también se dejó influir por el humanismo de la mirada de Brassäi, Diane Arbus, Robert Frank y Christer Strömholm y se fijó en aquellos fotógrafos que a la hora de elegir encuadres huían de lo obvio sin caer en lo anecdótico, como Cartier-Bresson o Francesca Woodman. Fueron sus referentes a la hora de gestar un lenguaje propio, que ha transitado a medio camino entre lo cotidiano y lo chamánico dando lugar a metáforas inesperadas, a atmósferas que, según José María Díaz-Maroto, la aproximan al realismo mágico.

Tras cada una de sus fotos existe un proceso de confianza: una relación más que cercana, de convivencia, con sus modelos, un vínculo que ella considera esencial a la hora de lograr una buena fotografía. Desde sus inicios trabaja en blanco y negro; aprendió a fotografiar así de Alvarez Bravo y nunca ha abandonado las sombras porque, en su opinión, permiten abstraer la realidad, mientras que el color la distorsiona y no puede representar la vida cuando resulta demasiado vivo. Por la misma razón, tampoco recurre a trucajes ni intervenciones digitales; cree que las fotos se toman, no se hacen.

Coincidiendo con la presentación de esta exhibición en el Centro de Arte Alcobendas, de carácter retrospectivo, Iturbide recoge el quinto Premio Internacional de Fotografía que concede esta institución. Es posible que no sea la última vez que pase por este espacio, porque continúa en activo; para ella la fotografía es una tarea irremediable, ya que la entiende como un medio para conocer la vida y el mundo.

Por cierto, si queréis conocerla mejor y os gusta el cómic, sabed que hace pocos meses vio la luz una biografía suya en forma de historieta: Iguana Lady. La vida de Graciela Iturbide, a cargo de la escritora Isabel Quintero y el ilustrador Zeke Peña.

Hay más pájaros en Alcobendas que los de Iturbide esta primavera: también hasta agosto y en el marco de PHotoEspaña, Juan del Junco presenta su proyecto reciente Never-ending Handbook. Guía de las aves de mi mundo, centrado, una vez más, en la exploración de los vínculos entre la fotografía y los métodos de investigación científica aplicados a la fauna, sobre todo los de la ornitología. Las aves forman parte, no solo de la obra, también de la vida de este fotógrafo andaluz desde la infancia, y en esta serie dedicada a las que moran en Andalucía ha trabajado desde los parámetros del fotolibro y la narración, rozando las características de una publicación científica pero a una distancia prudencial.

 

 

“Graciela Iturbide. Fotografías”

CENTRO DE ARTE ALCOBENDAS

c/ Mariano Sebastián Izuel, 9

Alcobendas

Del 23 de mayo al 25 de agosto de 2018

 

 

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