Giorgio Morandi y otros amantes de la pintura en voz baja

El Centro José Guerrero explora la recepción de su obra en España

Granada,
Ángel Bados. Sin título,  2006. Galería Moisés Pérez  de Albéniz
Ángel Bados. Sin título, 2006. Galería Moisés Pérez de Albéniz

Giorgio Morandi se inspiró por completo en lo real para no dejar de cuestionarlo desde su mirada analítica y lenta: sus bodegones ni describen objetos ni les confieren cualidades simbólicas, únicamente, y no es un propósito menor, subrayan el lado abstracto e irreal de objetos que vemos cotidianamente, piezas en cuyos  misterios no reparamos precisamente por sernos habituales. El pintor italiano remarca su enigma al disponerlos bajo una iluminación ambigua y personal a la que nuestros ojos han de acostumbrarse superando la primera barrera del extrañamiento. Sus pinturas generan atmósferas propias en las que el espectador debe hacer el esfuerzo de penetrar, porque no le pertenecen de manera natural.

Hasta el próximo 19 de junio, el Centro José de Guerrero de Granada explora las repercusiones de la producción de Morandi en la de artistas españoles posteriores: trabajos del italiano procedentes de colecciones españolas privadas y públicas se confrontan con otros de Alfredo Alcaín  Fernando Almela, Juan José Aquerreta, Ángel Bados, Nati Bermejo, Joan Cardells, Javier Codesal, Gerardo Delgado, Juan Manuel Díaz-Caneja, Marcelo Fuentes, Miguel Galano, Jorge García Pfretzschner, Joan Hernández Pijuan, Carmen Laffón, Antoni Llena, Jaime Lorente, Fernando Martín Godoy, Santiago Mayo, Pedro Morales Elipe, Teresa Moro, José Miguel Pereñíguez, Gerardo Rueda y Cristino de Vera.

Marcelo Fuentes. New York,  1998. Colección del artista
Marcelo Fuentes. New York, 1998. Colección del artista

La mayoría de ellos tienen en común haber cultivado en algunas o en buena parte de sus obras una poética del silencio, un propósito por dar mayor relieve a las sensaciones que a las apariencias adelgazando la materia pictórica, buscando alcanzar la mayor concisión y contención posibles, haciendo las pinceladas cada vez más difusas y menos compactas, un aspecto que se evidencia fundamentalmente en las acuarelas y dibujos que forman parte de esta muestra.

En las primeras, el blanco del papel es el espacio en el que la luz se modula a través de objetos de aire casi fantasmal; en los segundos las líneas sutiles, casi nunca contundentes ni unívocas, parecen definir más los huecos, las fisuras, que los volúmenes.

Los motivos, en su mayoría de una sencillez que casi nos compromete, se expanden hacia los bordes de las obras perdiendo en el camino su definición. Si pudiésemos equipararlos a voces, transitarían de la contundencia al susurro, y de ahí el título de este proyecto, “Pintura en voz baja”.

Apostaron por la levedad buscada, la exaltación de la belleza de lo humilde, y la búsqueda de lo esencial aunque esta implicara la repetición constante de motivos, tan frágiles y simples como válidos para generar un universo en torno a ellos.

En definitiva, los autores seleccionados se acercaron a Morandi bien fuera a través de temas, formas o conceptos, y tomaron como referente un momento concreto de su trayectoria: la fase temprana en que comenzó a distanciarse de sus primeros escarceos en las vanguardias para adentrarse en el tipo de obras por las que hoy todos lo reconocemos: esas que transmiten ligereza por su luz y sus tonalidades y solidez por el peso y la atemporalidad de sus bodegones.

Cristino de Vera. Cráneo y flor blanca, 2002. IVAM
Cristino de Vera. Cráneo y flor blanca, 2002. IVAM

 

Gerardo Rueda. Bodegón de la razón, 1992. IVAM
Gerardo Rueda. Bodegón de la razón, 1992. IVAM

 

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