La vida de Anna o cómo no torcerse cuando vienen curvas

20/06/2017

La vida de AnnaDe Europa del Este nos viene llegando en los últimos años un cine de realismo social austero en las formas, directo en el lenguaje y bien denso y atrevido en los contenidos: Rumanía venía despuntando con fuerza gracias a Cristian Mungiu, Calin Peter o Corneliu Porumboiu. Desde el otro lado del mar Negro, desde Georgia, recibimos ahora la primera película de la directora Nino Basilia: La vida de Anna, un depurado y soberbio ensayo sobre las dificultades de mantener la ética y la estética cuando la vida se empeña en no ponernos nada fácil, en empinarse cada vez más un día detrás de otro.

Anna es una joven cualquiera que parece sometida al reto del santo Job. Huérfana, se encarga de cuidar a su abuela con síntomas de demencia y a un hijo autista del que su padre ha evadido responsabilidades porque dice no ser capaz de mirarlo. Su trabajo fregando platos y limpiando casas apenas le permite llegar a fin de mes y ella sueña con escapar de sus circunstancias-cárcel emigrando a Estados Unidos. Pero si su día a día es un castigo, el deseo de marcharse se los traerá mayores: sin rozar la avaricia, rompió el saco.

En el camino de su desdicha, Anna trata de mantenerse íntegra sin sucumbir al dinero fácil, al robo fácil también, y a las dádivas con trampa, y rebelándose contra un sistema de ayudas sociales que exige la indigencia extrema para tener derecho a cierta protección. Pero la cadena de maltratos de la vida de los que Anna es víctima tiene inevitablemente consecuencias y quien se cobra su precio es el pretendiente de ella, siempre a la puerta de su casa para recibir su desprecio o su crueldad y para hacer lo que Anna le pide. Apenas escuchamos su voz, pero él viene a recordar al espectador, como el pobre que llama a su puerta para recibir lo que caiga con una excusa distinta cada vez, que siempre hay quien recoge las hojas que otro arrojó, que la desgracia de esta mujer es incontestable pero que aún las hay peores. Cada una con sus consecuencias, las emocionales y las materiales, porque ambas le interesa a Basilia que sean retratadas.

Las aristas de la vida de Anna, luchadora constante por seguir adelante, madre y nieta paciente las más de las veces y maltratadora psicológica ocasional; los gestos vergonzosos de su ex pareja por limpiar su conciencia, el reflejo de las trampas de las mafias de la inmigración y, en general, del abuso infligido al pobre por quien cree que todo se compra con dinero hacen de esta ópera prima un filme sabio que deja entrever con bastante nitidez que cualquier transformación social pendiente debe conllevar una transformación ética.

Hay mucho de humanista y de contundente en esta película, en la que no sale nunca el sol y casi todos optan por la supervivencia a cualquier precio, hasta que acaba con un rayo de esperanza.

 

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