Hace unas semanas repasábamos en El rebobinador en qué consistía el pensamiento romántico: el abandono de la razón como camino del acierto, la fascinación por la noche, por la naturaleza menos domesticada y lo medieval, la búsqueda del compromiso político y humano aunque trajera consecuencias trágicas…
Desde el pasado 25 de octubre, el Museo del Romanticismo de Madrid nos enseña cómo se vestía cuando así se pensaba: dedica una muestra a la moda romántica y expone veintidós trajes tanto masculinos como femeninos, la mayoría procedentes de sus fondos. Con el fin de contextualizarlos en el arte de su tiempo, no se exhiben unidos sino diseminados por las salas del centro.
El comisario del proyecto es Eloy García de la Pera y el objetivo de la exhibición, titulada “La moda romántica”, poner de relieve como la importancia creciente de la moda en la vida cotidiana, en la mentalidad y en los gustos de la sociedad decimonónica (sobre todo en los de la burguesía) fue un fenómeno de primer orden. Hay que tener en cuenta que fue entonces cuando triunfaron los primeros grandes sastres con firma propia, surgieron las primeras revistas de moda, y tanto hombres como mujeres (sobre todo ellas, sí) cayeron en la tentación de adaptar su vestuario a los cambios de temporada y sus tendencias.
En definitiva, fue en el Romanticismo cuando comenzó la fiebre por la ropa, con fashion victims e influencers incluidas, a quienes recordamos por testimonios de época y por retratos (como los goyescos). Aunque, a diferencia de en nuestro tiempo, los amantes de la moda veían entonces bastante limitada su libertad: reglas rígidas determinaban sus prendas en función del momento y el lugar. De ahí que esta muestra del Museo del Romanticismo haga hincapié en los distintos, y muy delimitados, usos sociales del traje: los había aptos para el día a día, para pasear, para acudir a bailes o para hacer visitas y asistir a actos de carácter religioso o político.
Podemos contemplar en el museo de la calle San Mateo fracs, levitas y chalecos de caballero, trajes femeninos de paseo, goyescos, de baile o de novia e incluso modelos infantiles, para que nuestra visión sea más global.
“La moda romántica” hace hincapié, además, en la evolución del traje en España desde comienzos del s XIX hasta el final del reinado de Isabel II y también en la del canon de belleza en cuanto a lo que a la silueta femenina se refiere: desde el traje imperio propio del neoclasicismo hasta las voluminosas y poco discretas faldas de los años 1860, ahuecadas con crinolinas, pasando por la austeridad de la década del vestir en los cuarenta o el desarrollo del busto y las mangas abultadas de los años 30. Lo que son las cosas, en ese mismo periodo el traje masculino apenas cambió.
La exposición puede visitarse hasta el 5 de marzo de 2017 y se acompaña de visitas-taller, charlas y visitas guiadas.