Quizá algunos recordéis su nombre: Felipe Cohen obtuvo en 2016 el premio Illy SustainArt en la edición de ARCO de aquel año por Tiempo Perdido, un proyecto irónico formado por esculturas y collages con los que generaba trampantojos que atrapaban al espectador.
Ahora, este artista de São Paulo, interesado en generar ilusiones ópticas a partir del arte encontrado, presenta en la sala Ivorypress su primera muestra individual en nuestro país: “Broken Light”. Puede visitarse hasta noviembre, y su centro lo constituye la serie Light, formada por pinturas sobre madera llenas de sutileza en su cromatismo y en sus formas entrelazadas.
En el fondo, lo que en estas geometrías de tonalidades ocres presenta Cohen es una peculiar forma de paisaje, reinterpretado en los trazos finos que dispone sobre la superficie de este material cotidiano. Las líneas rectas apelan al rigor, y las vetas de la madera a lo propiamente orgánico en la naturaleza, como explica el autor: Mi principal objetivo era retratar la naturaleza como un campo de constante indeterminación y cambio, generado mediante sistemas. La construcción de la geometría y la repetición de módulos triangulares proporciona control y rigor, mientras que la apropiación de la naturaleza orgánica de las vetas de madera y el proceso con acuarela hace visible las marcas naturales del material, creando un efecto evocador, menos gráfico.
Se trata de trabajos situados a medio camino entre la escultura y la pintura que surgen a partir de materiales casualmente hallados y que este brasileño procura exhibir alternando usos actuales y de etapas pasadas. Al margen de esos métodos de exposición, es patente la influencia en ellos de artistas brasileños como Volpi, Oiticica, Barsotti o Willys de Castro, que también crearon planos improbables derivados de la observación del entorno, de la luz que rebota. En Cohen, esa luz queda entrecortada en los módulos de una madera fragmentada.
Pero también podemos atisbar en estas obras la geometría severa de algunos paisajes de Giorgio Morandi o el silencio de sus naturalezas muertas: su minimalismo y su depuración son extremos. Nada puede sobrar aquí. Se da igualmente en estas piezas una relación tenue entre abstracción y figuración: cuando parece que vamos a encontrar una imagen nítida de algún motivo tomado del plano real, este se deshace en juegos lineales y geométricos. El sol que se va a poner en el mar, limpio y abstracto, es puramente formal.
Desde 2013, Cohen ha presentado diversas individuales en Brasil y Portugal: en la Capela do Morumbi de São Paulo, la Galleria Millan de la misma ciudad y la Kubikgallery de Oporto, que lo llevó a ARCOmadrid.
Felipe Cohen. “Broken light”
c/ Comandante Zorita, 46-48
Madrid
Del 12 de septiembre al 3 de noviembre de 2018
