Erwin Blumenfeld: Nueva York es en color

El FOAM de Ámsterdam repasa su obra entre los cuarenta y los sesenta

Ámsterdam,

Este año se cumple medio siglo del fallecimiento del alemán Erwin Blumenfeld, uno de los mejores fotógrafos de moda de su tiempo (y también uno de los mejor pagados). En sus inicios trabajó siempre en blanco y negro, pero también fotografió en color, especialmente en la etapa en que vivió en Nueva York, entre 1941 y 1960, cuando jugó con colores primarios o con delicados blancos para cabeceras de prestigio.

A esa vertiente de su producción se dedica la muestra que, hasta el 14 de abril, le brinda el FOAM de Ámsterdam: allí se exhiben un conjunto de ochenta imágenes en color, que se complementan con algunas en blanco y negro de sus periodos anteriores en París y Ámsterdam y con revistas de moda de su tiempo y algunos filmes experimentales, también de su autoría, que se acercaban a las tendencias desde enfoques más vanguardistas que comerciales.

Erwin Blumenfeld. Pat Blake for Vogue NY, 1954 © The Estate of Erwin Blumenfeld
Erwin Blumenfeld. Pat Blake para Vogue NY, 1954 © The Estate of Erwin Blumenfeld

Hay que recordar que Blumenfend había nacido en Alemania en 1897; en 1911 realizó su primer autorretrato fotográfico, disfrazado de Pierrot y con una cámara que le había regalado su tío, y, tras ser conductor de ambulancias en la guerra, en 1918 se trasladó a los Países Bajos, donde desarrolló su primera actividad como pintor y fotógrafo (aunque asegurándose sus ingresos con la apertura de una tienda de artículos en piel, Fox Leather Goods, en una de las principales calles del centro de la capital holandesa). En ese establecimiento le sobraba un cuarto oscuro, que se convertiría en taller de experimentación fotográfica, y este comercio fue también el primer espacio donde mostró sus imágenes: colgaba sus retratos en los escaparates y no pasó mucho tiempo antes de que estos adquirieran más popularidad entre los paseantes que sus complementos en cuero.

Cuando, en 1936, su negocio quebró, Blumenfeld decidió trasladarse a París, cuya actividad artística se encontraba en boga, quedando aún lejana la II Guerra Mundial. Fue entonces cuando se inició en la fotografía puramente de moda, y en un primer momento, como adelantábamos, solo en blanco y negro; el desnudo femenino era su motivo favorito, como para tantos fotógrafos de su tiempo. Ese tema fue también el núcleo de sus experimentaciones técnicas con la doble exposición, la distorsión, la solarización y ciertos efectos químicos y precisamente esa mente abierta a novedades y riesgos hizo que, cuando la fotografía en color estuvo a su alcance, no dudase en lanzarse a ella de cabeza.

En 1941 habría de trasladarse de nuevo, esta vez por las circunstancias históricas: la ocupación de París le hizo emigrar con su familia a Estados Unidos y allí trabajaría, ya definitivamente y de forma constante, en color. Prácticamente desde su llegada a Nueva York comenzó a colaborar con Harper’s Bazaar y desde 1944 lo haría para Vogue; fue un habitual en las páginas de ambas revistas durante décadas, haciéndose reconocible por su estética única, en formas y colores.

Huyó de la frivolidad que podía asociarse a la moda en la etapa de posguerra: a través de recursos surrealistas, suscitó lecturas múltiples sobre lo que la indumentaria dice de nosotros y nunca buscó el realismo, sino subrayar los misterios que habitan en lo cotidiano. Desde sus primeros trabajos para ambas publicaciones fue consciente de que su producción no lograría perdurar por mostrar ropa bonita, sino por crear con ella imágenes icónicas. De hecho, describió su trabajo como un arte de contrabando en el territorio de la moda y Man Ray fue una de sus grandes influencias.

Alcanzó ese impacto duradero sin dejar de experimentar, tensionando en lo técnico las convenciones de un género fotográfico aparentemente convencional; además, fue uno de los primeros autores en mirar más allá del marco y realizar vídeos que seducían sin necesidad de apelar a la venta de las prendas. Pero lo que convirtió a Blumenfeld en una celebridad mundial fueron sus portadas, de una calidad gráfica sin precedentes, una iluminación inaudita y juegos de volúmenes y texturas riquísimos. En ellas, sus imágenes desplegaron todo su potencial.

En total, Blumenfeld es autor de 8.000 fotografías y más de 150 collages, algunos apenas expuestos y de corte dadaísta, vinculados a obsesiones personales varias y al sexo. Porque, no hemos de engañarnos, la plasticidad domina su trabajo: hay abstracción en muchas de sus imágenes y connotaciones personales, sexuales y políticas que, sobre todo en su primera etapa, cuando aún cultivaba el blanco y negro, lo emparentaban con el surrealismo y el teatro del absurdo. Una muestra, hace dos años, en la Osborne Samuel Gallery de Londres se titulaba, precisamente, “Erwin Blumenfeld: From Dada to Vogue”.

Cuando un cáncer le sobrevino pasados sus setenta, no quiso que él marcara sus últimos pasos: subió y bajó tantas veces las escaleras de la Plaza de España en Roma que su corazón débil no pudo resistirse al infarto.

"Erwin Blumenfeld" en el FOAM de Ámsterdam
“Erwin Blumenfeld. hIS nEW yORK yEARS” en el FOAM de Ámsterdam

 

“Erwin Blumenfeld. His New York Years”

FOAM

Keizersgracht 617

Ámsterdam

Del 15 de febrero al 14 de abril de 2019

 

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