Un Heliogábalo como anarquista coronado junto a los disciplinantes de Goya, atrevidos ídolos que dialogan con joyas de bronce y plata de la colección del Museo Lázaro Galdiano o más de medio centenar de acuarelas que retratan figuras de gesto estupefacto y se disponen junto a las pinturas de este centro y en sus escaleras, desafiando nuestra capacidad de observación para diferenciar, sala a sala, qué obras atesoró el coleccionista navarro y cuáles ha creado Enrique Marty. Son algunas sorpresas del primer capítulo de “Reinterpretada I”, una valiente propuesta puesta en marcha por Rafael Doctor para ofrecer al público lecturas contemporáneas de las obras expuestas en la que fuera residencia de José Lázaro Galdiano. La iniciativa tendrá continuidad en el futuro con la participación de otros artistas españoles.
MARTY DENTRO Y FUERA DEL MUSEO Y EN UN CATÁLOGO INTERVENIDO
El proyecto de Marty, fruto de su concepción de todo arte como contemporáneo y de un trabajo minucioso de documentación y estudio de la historia del Museo Lázaro, de su edificio, colecciones, y de la figura de su fundador, no sólo sorprenderá al visitante dentro del Museo, también desde sus propios muros exteriores, donde se exhiben 16 lienzos de gran tamaño inspirados en pinturas, o fragmentos de ellas, de los fondos de la Fundación, y en la figura de José Lázaro, a quien se hace dialogar con el entramado iconográfico que reunió a su alrededor. Nunca hasta esta muestra se habían presentado propuestas artísticas en estos muros: Marty ha apostado por asumir los riesgos de expandir el museo a la calle y llevar su obra también a quienes no han pensado entrar en él: viandantes y conductores contemplarán estas piezas, en acrílico sobre lienzo, como parte de su paisaje cotidiano hasta el próximo 5 de enero. Constituyen una invitación para adentrarse en sus salas y también una propuesta, directa y radical, de sacar el arte de su hábitat habitual.
Además de mostrarnos su visión del aquelarre, no como mera escena goyesca, sino como ritual que, en sus distintas formas, es parte del día a día, y de aludir al macho cabrío como tótem del museo, el creador salmantino ha buscado transmitirnos en estos lienzos su personal visión del Lázaro Galdiano a partir de las obras del centro que más le llaman la atención. Entre sus alusiones figuran El Bosco, Teniers, Eugenio Lucas y fundamentalmente Goya, que obsesiona a Marty como fascinó a Lázaro.
En estos trabajos, el artista ha subrayado además la querencia del coleccionista navarro por los retratos, sobre todo por los ajenos (se los imagina conviviendo en las salas y dándose miedo unos a otros), y ha individualizado el estilo en cada lienzo para adaptarse al de la pintura original en que se basa.
Ya en el interior del museo nos esperan esculturas, cuadros de interior, ídolos en vitrinas y ágiles acuarelas que tendremos que descubrir insertas en los fondos del museo y subrayando la riqueza de los mismos. No encontramos ninguna copia directa, sino reinterpretaciones personalísimas nacidas de observar, contextualizar y pensar a fondo las piezas versionadas hasta “devorarlas”.
El primero de los trabajos de Marty para el interior del Lázaro es el irónico conjunto escultórico Creciendo en cuatro estados, que alude a los techos bajos de su primera casa y que estará presente en dos de sus próximas exposiciones en Salamanca y Bruselas; tras él llegan tres versiones de Étant donnés de Duchamp que abordan el sentido de la vida y la muerte, una reflexión muy presente en las colecciones del museo y en el propio hecho creativo; un Zeus cuyo rostro es devorado por un cuervo como símbolo de la decadencia europea, el citado Heliogábalo como anarquista coronado inspirado en un ensayo de Artaud, pinturas camaleónicas que producen fascinación y estupor y que sólo pueden distinguirse de las que ofrece el museo en una contemplación lenta (el uso de marcos semejantes hace que la infiltración sea mayor) y 36 ídolos, figuras y objetos dispuestos en vitrinas que nos hablan de un pasado histórico y una mitología negros y salvajes y que remiten, como el resto de las obras, al Teatro de la Crueldad del propio Artaud y a su comprensión de la obra de Goya no como mera representación del mundo, sino como un tratado sobre él.
Destaca de nuevo en el interior el Aquelarre contemporáneo que sustituye al de Goya, actualmente en Boston, donde Enrique Marty, respetando la composición del original, vuelve a hacer patente su asociación de la figura telúrica del Macho Cabrío con la protección del Museo, representándolo como un demiurgo o gran jefe al que rendir pleitesía y equiparándolo, sólo en ese sentido, al propio Lázaro Galdiano.
No encontramos ninguna copia directa, sino reinterpretaciones personalísimas nacidas de observar, contextualizar y pensar a fondo las piezas versionadas
El tercer eje de “Reinpretada I”, tras los muros exteriores intervenidos del Museo Lázaro Galdiano y las piezas de Marty expuestas en su interior, lo encontramos en el catálogo de la exposición, que cuenta con una tirada exclusiva de 400 ejemplares, la mitad con dibujo del salmantino en la portada. Si lo queréis, podéis entrar en el sorteo de un ejemplar averiguando en qué salas se encuentran, camufladas, pareciendo y no pareciendo pertenecer a ese lugar, las obras de esta artista y rellenando la hoja adhoc que ha preparado el centro. Una pista: no llevan cartelas explicativas.
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