Doisneau, escultores y esculturas

El Musée Rodin de Meudon recuerda el paso del fotógrafo por los talleres de grandes artistas

París,

El taller fotográfico de Robert Doisneau en Montrouge no estaba demasiado lejos del Musée Rodin de Meudon, y al fotógrafo a veces le gustaba hacer posar allí a sus modelos, lejos del bullicio de Paris. Seis meses antes de morir, el 25 de septiembre de 1993, eligió la Villa des Brillants, donde este centro tiene su sede, para retratar a Philippe Druillet, diseñador con el que había colaborado en la realización de la historieta animada Paris de fous. Aquel fue su último proyecto y él no pudo estar presente cuando llegó a publicarse, en 1995.

Aquellas imágenes de Druillet, no obstante, han sido el punto de partida en la organización de la exposición “Robert Doisneau, sculpteurs et sculptures”, que puede verse en el citado Musée Rodin hasta el próximo 22 de noviembre. La familiaridad de Doisneau con este espacio ha llevado a los comisarios Hélène Pinet y Cyrielle Durox a plantearse los fuertes lazos que también unieron al fotógrafo con importantes escultores de su tiempo y con la escultura misma, y esos vínculos quedan reflejados en esta muestra a través de una treintena de imágenes, algunas icónicas y otras inéditas.

Varias las realizó Doisneau como parte de reportajes o por encargo, otras fueron fruto de encuentros accidentales o amistosos, y entre los artistas que pasaron por delante de su cámara podemos citar a Arp, Canonici, César, Giacometti, Hajdu, Hernandez, Henri Laurens, Parpan, Tinguely, Niki de Saint Phalle o Voisin.

La obra de Rodin no gozaba, en los años posteriores a la II Guerra Mundial, de la popularidad con la que hoy cuenta, y Doisneau, como la mayor parte del público, apenas conocía más trabajos suyos que El Pensador. Fue en 1950, en un reportaje en la fundición Rudier, cuando empezó a mostrarnos el proceso de elaboración, precisamente, de una réplica del Pensador y de sus formas emergiendo del molde o de la pieza siendo fijada a su base. Años más tarde, fotografiaría en varias ocasiones esta misma escultura en los jardines del museo dedicado al escultor, con los Inválidos al fondo. Y junto a esta obra, vestido de negro e imitando su célebre postura, posó Druillet para Doisneau en 1993. Se cerraba el círculo.

Hombre de ciudad ante todo, a Doisneau le gustaba fotografiar las esculturas que adornaban o daban nombre a plazas y jardines públicos, ensayando con ellas enfoques originales y poniendo a prueba el sentido del humor que es característico de su producción: lo hizo captando, sin previo aviso a los responsables, la instalación de esculturas de Maillol en el Jardín de las Tullerias. No tienen precio, por lo picante, las que retratan a Dina Vierny dirigiendo las operaciones.

 

 

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