Doce consejos de expertos para lograr (quizá) una aceptable trayectoria como artista

Phaidon publica Akademie X: Lessons in Art + Life

Madrid,
AKADEMIE X. Lessons in Art + Life
AKADEMIE X. Lessons in Art + Life

No es ninguna sorpresa para nadie, y tampoco para muchos de vosotros, que los inicios de la carrera de cualquier artista joven (dando por hecho que esa carrera tenga continuidad) son más que difíciles y están sembrados de trabajos precarios, presentaciones de dossieres a becas y premios, en la mayoría de las ocasiones, con poca fortuna e intentos de abrirse hueco en un exclusivo mercado en el que la competitividad es feroz.

Como también muchos conocéis por experiencia, no hay apenas atajos en el camino, pero nunca está de más recurrir a consejos quizá inspiradores de quienes sí han logrado hacerse un hueco. Para quienes aspiráis a convertiros en artistas consolidados, Phaidon ha publicado recientemente Akademie X: Lessons in Art + Life, un volumen que recoge testimonios de treinta y seis creadores que han alcanzado el reconocimiento internacional, entre ellos Marina Abramovic, Olafur Eliasson, Miranda July, Neo Rauch, Dara Birnbaum o Richard Wentworth.

Sus sugerencias tienen a veces un carácter práctico, relacionado con la gestión de la compra y venta de obras o de las relaciones profesionales que se establezcan, y en otras ocasiones se relacionan con los procesos de creación y de aprendizaje, la educación artística a seguir o “tareas” que ayudan a la hora de impulsar la creatividad.

La bloguera Lorena Muñoz-Alonso, artífice de SelfSelector, ha seleccionado para artnet doce de las pistas más valiosas recogidas en Akademie X para trazar una carrera artística coherente y, en lo posible, exitosa. Su texto completo podéis leerlo aquí, y dado su interés, lo resumimos en castellano para vosotros:

Sanford Biggers advierte de que el artista aspirante a vivir de su trabajo rara vez va a tenerlo fácil. El primer consejo puede ser disuasorio pero se trata de un aviso a navegantes: “si quieres una vida normal, consigue un trabajo normal”.

Dan Graham subraya cuatro actitudes a evitar en su opinión: la consideración, desde los ochenta, del arte como una carrera profesional al uso en lugar de como una pasión, necesariamente experimental; la obsesión por hacer de todo artista una estrella en el mercado, la tendencia a valorar el arte atendiendo a fundamentos académicos y a problemáticas definidas y la enseñanza únicamente del arte contemporáneo que aparece en las publicaciones de prestigio.

Katharina Grosse hace hincapié en la importancia para el artista de tener claros los propios objetivos y de reflexionar, a la hora de pensar con qué galerías le gustaría trabajar, sobre qué tipo de éxito quiere alcanzar: el financiero, el crítico o la fama. Ella afirma sentirse más cercana a los marchantes que le ofrecen desafíos que a los que no, y cuenta que no fue representada por ninguna galería hasta los 35. En definitiva, keep calm and stay focused.

Carol Bove menciona la importancia del juego, de que los creadores dispongan de un espacio donde experimentar y divertirse sin ningún propósito de fondo. El de artista es un trabajo que requiere capacidad de disfrute.

Charles Gaines hace hincapié en la ética. Recuerda que, aunque en este mundo no haya demasiadas reglas, el arte no está exento de responsabilidad moral y no debería caer en la ilegalidad, el racismo, la homofobia, el sexismo o la violencia.

Miranda July invita a no poner esperanzas fantasiosas en el futuro, a no despreciar los baches o errores ridículos del pasado y a centrarse en el presente. Recuerda al artista, aunque el consejo sirva para cualquier otra persona, que nuestra vida de hoy es tan real (e importante) como la del futuro y que hay que centrarse en el presente y afrontarlo tal cual es. Su lado aburrido u oscuro es precisamente la causa de que el arte exista y sea necesario.

Wangechi Mutu invita a no ponerse límites; cree que puede elaborarse arte con cualquier cosa, con o sin medios económicos, sea cual sea el contexto cultural del creador y los materiales o espacios de los que disponga. Resumiendo: no hay excusas para no hacer arte.

Michelle Grabner recuerda que detrás de todo aparente fracaso hay un encuentro con otra parte de nuestra creatividad, y que es contraproducente trabajar con el éxito como meta, aunque tampoco debemos pensar de antemano que no vamos a lograrlo. Actitud.

En esa línea, Michael Smith invita a los nuevos artistas a no convertirse en los peores enemigos de sí mismos. Ante la falta de inspiración o las dificultades, les recomienda seguir intentándolo, centrarse en sus puntos fuentes, ser paciente y no esperar descubrir América, porque, poco a poco y con trabajo, algo bueno saldrá. No hay peor mal que enfrentarse a la autoprofecía de que uno es un fraude antes de tiempo.

Tania Bruguera, como podíamos esperar de ella, invita a los jóvenes creadores a que la decisión de dedicarse al arte nazca del compromiso, con el propio arte y con la sociedad, y que no sea fruto de tendencias pasajeras o de estrategias curatoriales para llenar espacios.

El consejo de Thomas Lawson, que a él le encantaría aplicarse  si pudiera volver a la juventud, es triple: viajar más y más a menudo para conocer a fondo qué se cuece artísticamente hoy; tratar de conocer, antes que nadie, qué ideas mueven la creación hoy y cuáles son cosa del pasado y tomarse el tiempo necesario para entablar contactos con personas interesantes, tejer redes.

Por último, Stephanie Syjuco invita a los artistas a dejar de crear lo que todo el mundo llama “arte” y ella califica como simple mercancía para centrarse en poner en pie su propia y personal obra, a encontrar su camino.

En fin, mucha suerte.

 

 

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