Daniele Buetti: crueles mosaicos

Daniele Buetti. Oh boy oh boy_VII_C, 2010

El artista suizo expone en la Galería Bernhard Knaus una de sus últimas series, Oh boy, oh boy

Frankfurt, 30/08/2012


“Oh boy oh boy”

BERNHARD KNAUS FINE ART

Niddastrasse 84 60329

Frankfurt / Main

Del 31 de agosto al 20 de septiembre de 2012

Si algo caracteriza la producción de Daniele Buetti, artista suizo nacido en 1955 cuya obra forma parte de colecciones como las del Kunstmuseum de Berna, la Kunsthaus de Zürich, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia o la Maison Europeenne de la Photographie de París, es su heterodoxia. Autor de vídeos, acciones e intervenciones directas en la calle y, sobre todo, de composiciones fotográficas muy peculiares, ha convertido sus intencionadas modificaciones de anuncios publicitarios en iconos críticos de la creación contemporánea suiza.

Lleva estudiando los signos y códigos del consumismo moderno desde finales de la década de los ochenta y la reflexión estética que generó en torno a ellos le llevó a elaborar modificaciones de modelos con cicatrices que nos hablaban de la perversidad del discurso dominante sobre belleza o el mercado.

Sin moralizar ni trivializar, transita de forma convincente por la cuerda floja entre el espectáculo, la ironía, la abstracción y la belleza, al tiempo que nos ofrece una reflexión fundamentada sobre el estado de la imagen.

Daniele Buetti. Oh boy oh boy_XVIII_A, 2010     Daniele Buetti. Oh boy oh boy_XXVI, 2011

Las imágenes de la serie Oh boy, Oh boy, que se expone en Bernhard Knaus hasta el próximo 20 de septiembre, remiten a los primitivos mosaicos y a las vidrieras medievales en su composición. En esta ocasión, no se sirve de instantáneas de moda para su posterior modificación, sino de fotografías documentales tomadas en guerras y conflictos cuya crueldad causa consternación en el espectador. El artista extingue gran parte de la información que originalmente proporcionaban para imprimir en ellas una cierta abstracción: arreglos estéticos que dotan a las obras de una seductora belleza.

Sólo los contornos de las figuras centrales son reconocibles; de las imágenes originales sólo quedan indicios. Precisamente el título de la exhibición deja al espectador una interpretación abierta sobre el primer significado de las mismas: puede sugerir tristeza o desesperación. Su propia ambivalencia las convierte en emblemas de la ambigüedad moderna.

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