Claudia Andújar, la conexión esencial

La fotógrafa abre la programación de este año en el centro KBr de la Fundación MAPFRE

Barcelona,

La Fundación MAPFRE abre mañana al público, en su centro KBr barcelonés, la que será la mayor muestra hasta ahora de la fotógrafa de origen suizo Claudia Andújar, que se ha servido de la cámara como herramienta para el compromiso con las comunidades indígenas y también de conocimiento, de los demás y de sí misma.

Organizada en colaboración con el Instituto Moreira Salles de Brasil (es su comisario Thyago Nogueira, coordinador de Fotografía Contemporánea en ese espacio), la exhibición nos introduce en la carrera de la artista que nació en Neuchâtel y creció en Transilvania como Claudine Haas hasta que, huyendo de la II Guerra Mundial, se estableció en Nueva York. Admiradora de Nicolas de Staël, allí se sumergió en la pintura abstracta hasta que, tras varios viajes a Brasil, decidió instalarse en São Paulo, donde la fotografía le ofrecería un camino de comunicarse y relacionarse con la población de este país.

Progresivamente sus intereses fueron centrándose en las comunidades menos privilegiadas hasta que, trabajando para la publicación Realidade, entró en contacto a principios de los setenta con los yanomami; en esa época la dictadura militar había puesto en marcha un programa de explotación del Amazonas que implicó problemas de desestructuración social en este pueblo y la propagación de enfermedades. La artista, ya Claudia Andújar, decidió poner su trabajo al servicio de ese colectivo, de la reivindicación de sus derechos culturales y territoriales y la puesta en valor de sus costumbres ancestrales, dejándose llevar tanto por la emoción como por la observación reflexiva de su observación a las raíces: Estoy conectada con el pueblo indígena, con la tierra, con una lucha esencial. Todo eso me conmueve profundamente. Todo parece necesario. (…) Quizás siempre busqué la razón de la vida en esa esencialidad. Y por eso llegué a la selva amazónica, de modo instintivo, mientras me buscaba a mí misma. Su mirada conjuga el enfoque introspectivo e íntimo y la experimentación, por más que su labor tenga mucho de activista.

Claudia Andújar. Del reportaje «É o trem do diabo» [El tren del diablo], publicado en mayo de 1969 en la revista Realidade. Colección de Fotografía Contemporánea / Instituto Moreira Salles. © Claudia Andujar
Claudia Andújar. Del reportaje É o trem do diabo (El tren del diablo), publicado en mayo de 1969 en la revista Realidade. Colección de Fotografía Contemporánea / Instituto Moreira Salles. © Claudia Andujar
Claudia Andújar. Los yanomami queman sus chozas comunitarias cuando emigran, cuando quieren deshacerse de una plaga o cuando muere un líder importante, 1972-1976
Claudia Andújar. Los yanomami queman sus chozas comunitarias cuando emigran, cuando quieren deshacerse de una plaga o cuando muere un líder importante, 1972-1976

El recorrido de la exhibición se estructura en ocho secciones y consta de dos centenares de imágenes, varios dibujos realizados por los propios yanomami y también libros, proyecciones audiovisuales y documentos. Ya han podido verse en dos sedes brasileñas del Instituto Moreira, la Triennale de Milán y en la Fondation Cartier y, tras su paso por Barcelona, viajarán al Barbican Centre londinense y el Fotomuseum Winterthur.

El recorrido se inicia con los primeros trabajos de Andújar asentada en Brasil, cuando comenzó a colaborar con publicaciones como Look, Life y Aperture. En la serie Famílias brasileiras (1962-1964) fotografió a miembros de cuatro grupos familiares dispares: los propietarios de una plantación de cacao en el sur de Bahía; una familia de clase media en la ciudad de São Paulo; pescadores que viven aislados en Ubatuba y una familia religiosa de Diamantina. Avanzando los sesenta, encontraremos en sus imágenes migrantes que buscaban fortuna, indios xikrin y diversos colectivos vulnerables.

Cuando, en 1971, Realidade presentó en los quioscos un extenso número que presentaba una visión del Amazonas neutral e incluso idealizada, la artista decidió finalizar su colaboración con la revista y, desanimada ante la inmediatez que imponían los nuevos rumbos del periodismo, buscó involucrarse en un proyecto artístico que se desarrollara a largo plazo: logró una beca de la Fundación Guggenheim y en adelante pasó largas temporadas en torno al río Catrimani, al norte de Brasil, donde en las décadas anteriores se habían asentado distintas misiones religiosas para ofrecer asistencia sanitaria y evangelización que facilitaron el acceso de Andújar a la población.

La fotógrafa encontró allí una comunidad que mantenía sus costumbres tradicionales y les dedicó imágenes, en un principio documentales, más o menos etnográficas, más adelante enigmáticas y misteriosas a medida que se sumergía en la selva y acortaba distancias con sus moradores.

Claudia Andújar. Choza cerca de la misión católica, en el río Catrimani. Roraima State, 1976 © Claudia Andujar
Claudia Andújar. Choza cerca de la misión católica, en el río Catrimani. Roraima State, 1976 © Claudia Andujar

En 1972 contrajo malaria, lo que le obligó a volver a São Paulo. En su Museu de Arte estudiaría la fotografía de Robert Frank, Lee Friedlander, Henri Cartier-Bresson o Eugène Smith y trató en su casa de fotografiar como en la selva hasta que pudo regresar allí. Buena parte de sus imágenes de entonces están centradas en el llamado yano: chozas que cobijaban a docenas de familias, en espacios delimitados; nos presentó sus escenas cotidianas, buscando seguramente hacer visible un mundo invisible, con cierta perspectiva metafísica. En sus palabras, por la noche, el yano es como el útero de una mujer embarazada, cálido y seguro. Es como la madre, redonda, que contiene la vida. Afuera hay oscuridad, frío y peligro. Dentro, la comunidad está protegida por las hogueras y el ambiente acogedor.

También registraría, en todos sus pasos, los ritos funerarios de los yanomami, que podían prolongarse días o semanas y conllevaban canto, baile y viandas; uno de ellos puede verse también en KBr en un documental del director, nativo, Morzaniel Iramar: Curadores da terra-floresta.

Una y otra vez incidiría Andújar en sus fotos en la luz natural que penetra en los hogares colectivos de ese pueblo; lo vemos en la serie Yanomami: frente ao eterno, en blanco y negro, en la que los claroscuros y los encuadres sugieren intimidad y también ensalzan la individualidad de los retratados. En el fondo, estas imágenes suponen la celebración de una amistad, a la vez que subrayan el compromiso ético de Andújar.

Tras la explotación del Amazonas iniciada en los setenta, en los ochenta se produjo la llegada masiva a la región de garimpeiros, buscadores de oro. Esa migración numerosa y el aprovechamiento forestal y minero supusieron, asimismo, la irrupción de enfermedades que Andújar denunciaría fervientemente hasta que, en 1978, cofundó la Comisión para la Creación del Parque Yanomami y viajó por todo el mundo para promover la defensa de los derechos de ese pueblo.

Ante el propósito del Gobierno brasileño, anunciado ya en 1989, de dividir el área yanomami en microrreservas separadas, que conllevaría el aislamiento de sus comunidades, Andújar impulsó la organización de la muestra “Genocídio do Yanomami: morte do Brasil” en São Paulo; un audiovisual la revive ahora en KBr.

Claudia Andújar. Naki uxima y Marokoi Wapokohipi thëri bailan y cantan en la choza comunitaria. Catrimani, Roraima, 1974. © Claudia Andujar
Claudia Andújar. Naki uxima y Marokoi Wapokohipi thëri bailan y cantan en la choza comunitaria. Catrimani, Roraima, 1974. © Claudia Andujar

 

 

Claudia Andújar

KBr FUNDACIÓN MAPFRE

Avenida Litoral, 30

Barcelona

Del 26 de febrero al 23 de mayo de 2020

 

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