Claudia Andújar, en defensa de los yanomami

La Fondation Cartier le dedica su mayor muestra hasta la fecha

París,

Durante más de cinco décadas, Claudia Andújar ha dedicado su vida a fotografiar y proteger a los yanomami, uno de los mayores grupos indígenas de Brasil; la artista, nacida en 1931 en la localidad suiza de Neuchâtel y residente en São Paolo, se confiesa conectada con la tierra, las luchas primeras y aquellas acciones vinculadas a nuestra supervivencia esencial, quizá buscando en ellas el núcleo fundamental de la vida. Y esa indagación en las raíces fue la que la condujo a la Amazonia: Fue instintivo. Estaba buscando encontrarme a mí misma.

El próximo 30 de enero, la Fondation Cartier parisina inaugurará “The Yanomami Struggle”, la mayor muestra hasta ahora dedicada internacionalmente a esta creadora, comisariada por Thyago Nogueira inicialmente para el Instituto Moreira Salles de Brasil y organizada a partir de cuatro años de investigación en los archivos de Andújar. Consta de dos centenares de fotografías, una serie de dibujos de autoría colectiva y la instalación audiovisual Genocidio de los yanomami: muerte de Brasil y su propósito es explorar tanto sus aportaciones a la fotografía contemporánea como su rol activista en defensa de los derechos de este pueblo.

El recorrido se estructurará en dos secciones: la primera contendrá imágenes de los primeros siete años en que Andújar convivió junto a los yanomami, mostrando cómo afrontó el reto de interpretar visualmente la complejidad de su cultura; la segunda estará formada por su producción de corte más claramente contestatario, cuando comenzó a usar su cámara no tanto con propósitos documentales o estéticos sino como herramienta para el cambio político.

Antes de asentarse junto a los indígenas, la autora había residido en São Paulo, Brasilia y Boa Vista (conocía bien, por tanto, el contexto brasileño) y, cuando llegó a la misión Catrimani, se preocupó por contribuir a la supervivencia de los yanomami, cómo acercarse a ellos, qué especies plantar. Llevaba, en inicio, su ropa, para lograr hacer amistades (y las mantiene, aunque ya no resida entre ellos). Tomó fotografías de partos, mujeres y niños y aprendió y les enseñó a luchar, a defender sus tierras y su idioma, sus costumbres y danzas; muchos moradores de esa población consideran sus fotografías, también aquellas dedicadas a quienes ya murieron, esenciales para que los ajenos conozcan y respeten a su gente.

Claudia Andújar. Susi Korihana thëri, 1972-1974
Claudia Andújar. Susi Korihana thëri (fragmento), 1972-1974

Ella misma es una superviviente. Tras nacer en Suiza, y antes de trasladarse a Sudamérica, Andújar creció en Transilvania cuando acababa de incorporarse a Rumanía después de años de dominación húngara. Durante la II Guerra Mundial, su padre, un judío justamente húngaro, fue deportado a Dachau, donde sería asesinado junto a la mayoría de sus parientes paternos y Claudia huyó entonces con su madre a Suiza, desde donde emigraría a Estados Unidos, en 1946, y después a Brasil, en 1955, donde iniciaría su carrera como fotoperiodista.

Se reunió por vez primera con los yanomami en 1971, mientras trabajaba para la revista Amazon for Realidade, y quedó fascinada por las vivencias y peculiaridades de esa comunidad aislada, decidiendo embarcarse en la realización de un ensayo fotográfico a largo plazo sobre su cotidianidad tras recibir una beca Guggenheim. Experimentó entonces con variadas técnicas fotográficas en un intento de traducir a su trabajo aquella cultura chamánica: aplicó vaselina a la lente de su cámara, usó dispositivos flash, lámparas de aceite, distorsiones visuales, colores saturados… dándonos la sensación de que sus foografías han sido tomadas en un mundo bien distinto al nuestro.

También llevó a cabo una serie de sobrios retratos en blanco y negro, que capturan la gracia, la humanidad y la dignidad de los yanomami: centrándose en su cara y en determinados fragmentos de su cuerpo, y sirviéndose de dramáticos claroscuros, concede a estas obras una sensación de intimidad y llama nuestra atención sobre la psicología individualizada de sus modelos.

Tras años fotografiándolos, quiso Andújar dar a los yanomami la oportunidad de representar sus propias concepciones de la naturaleza y el universo e inició un proyecto de dibujo colaborativo, presente igualmente en París, en el que tienen cabida mitos, rituales y visiones chamánicas.

La etapa de finales de los setenta supuso un punto de inflexión para la suiza. La construcción de una carretera transcontinental en la Amazonia, iniciada por el gobierno militar de Brasil entonces, abrió la región a la deforestación y a programas agrícolas invasivos, lo que causó epidemias entre los yanomami y la aniquilación de comunidades enteras. Aquella situación recordó a Andújar el genocidio europeo y le impactó tanto que decidió profundizar en su compromiso con los indígenas: en 1978 fundó, junto al misionero  Carlo Zacquini y el antropólogo Bruce Albert, el Commissão Pro-Yanomani (CCPY) e inició una campaña, que duró catorce años, para consolidar un territorio para ellos. Dejó a un lado su vertiente como fotógrafa artística para servirse de sus imágenes exclusivamente para despertar conciencias.

Cuando, a principios de los ochenta, tomó una serie de retratos en blanco y negro de los yanomami como parte de una campaña para fomentar la vacunación, las etiquetas numeradas que los registran de cara a las identificaciones médicas le recordaron los tatuajes numéricos de los marcados para la muerte durante el Holocausto, por eso más adelante revisitó aquellas imágenes para dar lugar a Marcados, un conjunto de trabajos que subraya la ambigüedad inherente a esos etiquetados, incluso cuando se vinculan a fines, como en aquel caso, ligados a la supervivencia.

En la Fondation Cartier podremos contemplar fotografías inéditas de esa serie, así como la mencionada instalación audiovisual Genocidio de los Yanomami: Muerte de Brasil (1989-2018), recreada específicamente para la exhibición y realizada originalmente como respuesta a los decretos firmados en 1989 que dividieron el territorio yanomami en diecinueve reservas separadas. La proyección contrapone la armonía de una vida que atiende el cuidado de la naturaleza frente a la devastación del progreso mal entendido y su banda sonora, a cargo de Marlui Miranda, combina cantos yanomami y música experimental.

Por cierto, en 1992, después de la campaña dirigida por Claudia Andujar, Carlo Zacquini, Bruce Albert y el chamán y portavoz yanomami Davi Kopenawa, el gobierno brasileño acordó demarcar legalmente el territorio yanomami, pero, aunque reconocido por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, este espacio aún está amenazado por la minería y la tala ilegal. Podemos decir que el trabajo de la artista suiza proporciona un estudio incomparable de la cosmovisión cosmológica de este pueblo y una poderosa acusación (política) de la violencia perpetrada contra ellos. La fuerza explosiva de su fotografía sigue siendo relevante hoy en vista de las renovadas amenazas a las que se enfrentan los yanomami y la cuenca del Amazonas.

Claudia Andújar. Maloca near the Catholic mission at the Catrimani River, 1976
Claudia Andújar. Maloca near the Catholic mission at the Catrimani River, 1976

 

Claudia Andújar. “The Yanomami Struggle”

FONDATION CARTIER POUR L´ ART CONTEMPORAIN

261, Boulevard Raspail

París

Del 30 de enero al 10 de mayo de 2020

 

Comentarios