Poco a poco vamos configurando el mapa de las principales exposiciones que, dentro de la sección oficial de PHotoEspaña, están abriendo ya sus puertas. Una de las primeras fue “Players. Los fotógrafos de Magnum entran al juego”, en Espacio Fundación Telefónica; la semana pasada se inauguró la dedicada a Graciela Iturbide en el Centro de Arte Alcobendas; y tras ella Brassaï en MAPFRE, Carlos Cánovas en el Museo ICO y Cecil Beaton en la Fundación Canal, de la que ahora nos ocupamos. Poco se puede añadir a estas alturas a lo ya escrito acerca de este gran personaje, fotógrafo de artistas, intelectuales, modelos y miembros de la alta sociedad, e incluso de la realeza británica. La exposición que hasta el próximo 19 de agosto podemos visitar en la sala de Mateo Inurria repasa su producción recogida en cuatro apartados o áreas temáticas, en función precisamente de los sectores de la sociedad a los que pertenecían los retratados: “Cine y Hollywood”; “Arte y Cultura”; “Moda y belleza” y “Sociedad y política”. En total, 116 imágenes que hablan por sí solas de la genialidad creativa de Beaton, pero también de sus aspiraciones y de ese mundo estético, sensual y preciosista en el que buscó instalarse. Beaton fue además un gran dibujante y un excepcional escenógrafo. Él mismo creaba los sets y decorados que utilizaba para fotografiar a los que posaban delante de su cámara, lo había hecho desde niño, cuando empezó a interesarse por la fotografía y utilizaba a su madre y a sus hermanas como modelos. Como escenógrafo participó en doce largometrajes y por dos de ellos, Gigi y My Fair Lady, ganó el Oscar al mejor diseño de vestuario y en la de George Cukor también lo consiguió por la dirección artística. Además de estos importantes logros, publicó más de treinta libros de fotografía y escribió varias obras de teatro, llegando a estrenar The Gainsborough Girls en el Royal Theatre de Brighton en 1951.
Cecil Beaton (Londres, 1904 – Salisbury, 1980) gozó de gran éxito en vida y ese reconocimiento tuvo un importante peso en el cambio de actitud que se produjo ante la fotografía como disciplina artística. A ello contribuyó la retrospectiva de la National Portrait Gallery, en 1968, una exposición histórica y la primera que un museo británico le dedicaba a un fotógrafo vivo. Llegó un momento en el que su fama fue tal que todo el mundo quería un retrato de Beaton, pero en ese camino hacia el estrellato y especialmente en su acceso a las élites intelectuales y sociales no podemos obviar la ayuda de dos personajes a los que también encontramos retratados en esta muestra de la Fundación Canal, Edith Sitwell y Stephen Tennant. Este último le introdujo en 1927 en el círculo de su bohemia pandilla, apodada “The Bright Young Things” por los tabloides, lo que tuvo una enorme influencia sobre Beaton, quien vio alcanzado su anhelo de pertenecer a la élite.
La exposición comienza su recorrido por los primeros años, los vinculados a las grandes estrellas del cine –a muchas de las cuales retrataba en su suite del Hotel Ambassador de Nueva York– y la época dorada de Hollywood, a partir de 1930. En general, vemos como el ambiente festivo y los decorados suntuosos dominaron los años veinte y treinta, una época en la que Beaton buscaba imágenes favorecedoras en las que primara la armonía entre modelo, vestuario y fondo. Marilyn Monroe, Joan Crawford, Audrey Hepburn, Johnny Weissmüller…. Fueron muchos los que pasaron por delante de su cámara, aunque nadie le impresionó tanto como Greta Garbo, por la que confesó auténtica devoción.
A partir de los años treinta también fueron muchos los personajes del mundo de la cultura que posaron para él, como vemos en el siguiente apartado de la muestra. Primero, en el estudio provisional que montó en casa de sus padres y más tarde, cuando ya gozaba de cierta posición social, en Ashcombe, la casa de campo que poseía en el condado de Wiltshire, que se convirtió en punto de encuentro y reunión para intelectuales. En esta sección se incluyen retratos de los creadores más importantes del momento, como Picasso, Dalí, Bacon, Moore o Giacometti; literatos como Truman Capote, André Malraux, Jean Cocteau, Edith Sitwell o Jean-Paul Sartre; y músicos como Igor Stravinsky o Mick Jagger, del que Beaton destacó que era “increíblemente fotogénico”.
Hay un antes y un después en el estilo de Beaton que viene marcado por el estallido de la Segunda Guerra Mundial. La imagen del horror a la que se enfrentó como reportero de guerra y fotógrafo oficial del Ministerio de Información le marcó profundamente, cambiando el registro glamuroso por una mayor sobriedad y un empleo menor de las escenografías. Al final de la exposición se dedica una vitrina a mostrar algunas de las portadas de revistas ilustradas por Beaton, entre ellas la mítica portada de LIFE en la que aparece la pequeña Eileen Dunne en el hospital, abrazada a una muñeca.
Saltamos a otro de los capítulos imprescindibles para conocer la trayectoria de este fotógrafo: su paso por Vogue, resumido en el apartado titulado en la muestra “Arte y Belleza”. Esta dominó su vida y su visión del mundo y él demostró una gran capacidad para ir adaptando sus ideales estéticos a cada época. Con tan solo treinta años ya era el fotógrafo preferido del mundo de la moda, siendo para muchos quien sentó las bases de la fotografía de moda actual. Trabajó para Vogue entre 1928 y 1954, años en los que inmortalizó en sus páginas a multitud de famosos; fotografió a las supermodelos de su época, Twiggy, Penelope Tree y Jean Shrimpton, y a grandes iconos de la moda como Schiaparelli, Chanel, Dior o Balenciaga.
“La belleza es la palabra más importante del diccionario.
Es sinónimo de perfección, esfuerzo, verdad , bondad”
C.B.
“Sociedad y política”, el último apartado en la exposición nos recuerda quienes fueron algunos de sus amigos y cómo a través de ellos tuvo acceso a lo más granado de la sociedad británica. Ya hemos mencionado el papel crucial que jugó en este sentido el mecenas Stephen Tennant, conocido por su estilo de vista hedonista, y la casa de campo de Beaton, escenario de reuniones y fiestas de las que saldrían acuerdos tan interesantes como fotografiar la boda de los duques de Windsor, la llave para acceder después al palacio de Buckingham en 1939 para fotografiar a Isabel Bowes-Lyon, la reina madre, entonces la consorte. Tras esa sesión, el fotógrafo recibiría varios encargos reales, entre ellos el de tomar las fotografías de la coronación de Isabel II, en 1953. Pero más allá de la familia real británica, encontramos aquí también a una joven Reina Sofía, a los duques de Alba, a la Baronesa Fiona Thyssen-Bornemisza, o, fuera de la aristocracia, a Jacqueline Kennedy y Barbara Hutton, la millonaria que fuera esposa de Cary Grant –él fue uno de los siete maridos que tuvo– y a quien la vida terminó por no sonreír demasiado. Es inevitable no detenerse en la suya algo más que en las demás fotografías. Ni la diadema de Cartier con esmeraldas, ni la belleza del entorno de su palacio en Tánger logran ocultar la tristeza impresa en su rostro.
“Cecil Beaton, mitos del siglo XX”
FUNDACIÓN CANAL. CANAL DE ISABEL II
c/ Mateo Inurria, 2
Madrid
Del 31 de mayo al 19 de agosto de 2018
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