Carta blanca a Philippe Parreno

Philippe Parreno. The writer, 2007 Philippe Parreno. The writer, 2007

El artista interviene el Palais de Tokyo con una propuesta que pretende convertir el centro en un organismo vivo

París, 11/11/2013


“Philippe Parreno. Anywhere, anywhere out of the world”

PALAIS DE TOKYO. SITE DE CRÉATION CONTEMPORAINE
13, avenue du Président Wilson
75116 París
Del 23 de octubre de 2013 al 12 de enero de 2014

Una dramaturgia en la que la presencia espectral de objetos, música, luz y vídeo ofrecen al público una experiencia de contemplación que busca ser lo más poética posible es la base de la muestra “Anywhere, anywhere out of the world”, que Philippe Parreno presenta hasta el 12 de enero en el Palais de Tokyo de París tras recibir carta blanca por parte del centro para desarrollar un proyecto cuyo único requisito fuese su diálogo con la arquitectura del museo.

La muestra presenta trabajos de todas las etapas de Parreno, nos ofrece un viaje a través de su producción antigua y nueva y juega con palabras, sonido e imagen para transformar nuestra percepción de los espacios del Palais, convertido en manos del artista en una suerte de organismo vivo, en un autómata cuyo mecanismo de funcionamiento se transforma cada día.

Philippe Parreno. Instalación Petrouchka de Stravinski, 2013

Philippe Parreno. Instalación Petrouchka de Stravinski, 2013

Nacido en 1964 en Orán, Parreno vive y trabaja en París y desde los noventa ha alcanzado el reconocimiento gracias a la originalidad de su obra, desarrollada en los campos del vídeo, la performance, la escultura o el dibujo. Esta exposición, fruto de un año de preparación, la ha concebido como un objeto en sí mismo más que como la presentación de un conjunto de ellos y desafía nuestra percepción de los límites entre lo real y lo virtual. En sus palabras, pretendía relacionar las obras con el espacio para hacerlas revivir, o vivir de una forma distinta; al principio quise llevar un medium para que me guiara, pero luego decidí ir con un paisajista para tratar el edificio como un paisaje.

Toda la estructura del Palais, de 22.000 metros cuadrados, ha quedado modificada: paredes, techos y suelos parecen cobrar vida e incluso desplazarse y precisamente el espacio se ha convertido en protagonista de la exhibición. En el exterior, los ventanales del centro se asemejan a una película translucida, una vez en el interior, la visión de lo externo es borrosa. Tubos blancos fluorescentes parecen guiarnos sin realmente hacerlo y pianos y pianolas reproducen un vals de Stravinsky: Petrouchka, inspirado en una muñeca, que, como este museo, gana piel.

Vista de la exposición de Philippe Parreno en el Palais de Tokyo

Vista de la exposición de Philippe Parreno en el Palais de Tokyo

No ha quedado definido un recorrido establecido: se busca que el público transite libremente por la muestra y comparta con el resto de espectadores la experiencia de contemplar un arte que aparece y desaparece como por arte de magia frente a sus ojos en un viaje tan físico como conceptual muy lejano al planteamiento del aséptico cubo blanco.

Hablando de aparecer y desaparecer, los visitantes reciben con su entrada un DVD con dos películas: Marilyn y CHZ y ambas se autodestruyen tras una primera visión.

Philippe Parreno. CHZ, 2011

Philippe Parreno. CHZ, 2011

Desde el inicio de su trayectoria, el artista siempre ha tratado de conformar una producción que no se integrara necesariamente de objetos y que no tuviera que ser fruto de un proceso creativo estructurado en el sentido clásico. Sus obras son dinámicas, requieren la participación del espectador para adquirir sentido, y tienen una dimensión más temporal que física.


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