A principios de los cincuenta reside tanto en Madrid como en París, regresando más tarde a Argentina donde empieza a exponer en 1957. En 1963 se traslada definitivamente a París donde realiza obras de influencia expresionista que dan lugar a otras cercanas al arte informal
y que anuncian su trabajo posterior. Su obra se inscribe con el tiempo en el movimiento de la nueva figuración
y se caracteriza por un estilo brillante y plano: connotaciones propias del realismo mágico
llenan unos lienzos que centra en las relaciones cotidianas, utilizando para ello técnicas similares a las del cómic, tal y como se observa en Cuando volví de Brasil (Galería Claude Bernard, París, 1984)