Prada Pool, José Miguel

Una mirada al numeroso y sorprendente conjunto de obra proyectual posible, desarrollada por José Miguel de Prada Pool en los últimos treinta años, descubre de inmediato cómo su investigación teórica en torno al potencial filosófico de la arquitectura práctica plantea asuntos radicales.


En su caso, y en parte dado porque la mayoría de estos edificios-concepto no han llegado nunca a construirse, la convencional lógica de la trama, el carácter regulador del rectángulo como unidad constructiva esencial, o la supuesta transparencia que ofrece la tensión dialéctica entre rigidez y libertad, son cuestiones que se brindan en crisis.
Prada Pool desde el momento en que, mediados los años sesenta, decide abandonar los territorios mediocres de la arquitectura seudo funcionalista que se hacía en Madrid, nunca ha abandonado la compleja y fecuentemente poco agradecida tarea de imbricar la disciplina arquitectónica con la filosofía occidental y no-europea, la ecología y las ciencias naturales, la ingeniería experimental o la política.
Para este constructor de ideas de laboratorio, en ocasiones el proyecto tiene relevancia precisamente porque demuestra lo limitado de la teoría que supuestamente lo legitima. Así la ciudad flotante de los años ochenta subraya cómo la vida, que se originó en el mar, podría devolvernos a éste gracias a las complejas fórmulas que las nuevas tecnologías ofrecen a la práctica de la arquitectura.
Pero Prada Pool no es un ingenuo y culmina ese paso en la búsqueda de la ciudad ideal, a través de una propuesta heredera de la mejor arquitectura radical de los años sesenta, con una conclusión definitiva: imposible de realizar por su elevado coste. Ésta es la rica lógica que imprime a estos proyectos para que un día vean la luz: primero tendremos que cambiar nuestro sistema de valores. Así pues lo que ofrece polémicamente a debate es el sustrato ético de una disciplina con alto poder social.

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